El choque ante el Valencia ha dejado muchos detalles para analizar en el Barcelona de Luis Enrique. El técnico asturiano apostó de nuevo por una formación arriesgada, que deja espacios enormes atrás, pero que permite tener un mayor control y dominio sobre el centro del campo. Todo esto, lo bueno y lo malo, ocurrió en los primeros cuarenta y cinco minutos.

Lo extraño es que ese control no naciese de las botas del que viene siendo habitual, de Sergio Busquets. El eje azulgrana, el primer apoyo de la defensa, se vio desconectado totalmente por un chaval de 20 años llamado Carlos Soler durante toda la primera mitad. Un claro marcaje al hombre impedía que Busquets recibiese, y apenas rascó bola. El balón no podía sacarse por el centro. El equipo lo notó, y no le quedó otra que abrir directamente a las bandas, donde Neymar y Rafinha se las apañaron como pudieron.

Además, la presión alta de los hombres de Voro dificultaba en exceso la salida de balón. Sin embargo, emergió la  figura de un gran Andrés Iniesta, el único futbolista de la zona media con la suficiente claridad y calidad para superar el agobiante acoso ché. Otra de las novedades incluidas por Luis Enrique es la posición ocupada por Iván Rakitić en labores defensivas. El croata desempeñó una función que ya le había tocado a Rafinha en encuentros anteriores: lateral derecho. Este invento no ha dejado, en principio, muy buenas sensaciones, pues las debilidades del centrocampista son visibles en esa demarcación.

Es cierto que el Barça, a pesar de la buena labor del Valencia, dominó el partido en la primera parte con el 3-4-3 y con un juego ofensivo. Sin embargo, esta formación tiene un gran defecto: los espacios. Contras, contras y más contras. Es la fórmula perfecta para sobreponerse a la táctica azulgrana. Los tres para dos o tres para tres que se generan con este tipo de defensa son innumerables. Joao Cancelo, Orellana, Munir, Gayá y hasta el mismísimo Diego Alves no dudaron en aprovecharlo. De un saque en largo del meta brasileño llegaría el uno contra uno de Munir que acabaría con el posterior gol de Mangala; y con un pase filtrado a la espalda de Rakitić y Piqué conseguiría empatar el Valencia por medio de Munir.

Como se ve en la imagen, el modus operandi del Barça para defender estaba claro. Rakitić se incrustaba en el lateral derecho, Umtiti en el izquierdo y Neymar y Rafinha contribuían a conformar el 4-4-2. A la hora de atacar, el croata se desplazaba de nuevo al centro; los tres centrales movían un puesto hacia su derecha; y Rafinha y Neymar volvían a abrirse, dejando, ahora sí, que Messi se moviera por el medio y dominara junto a Iniesta.

En definitiva, en la primera mitad se vio a un Barça con dos caras: una muy buena ofensivamente, con un gran Iniesta y una acertada MSN; y otra frágil en defensa, superada con facilidad por velocidad y sin mucho orden. La sensación que se produce a la hora de defender es de caos y de desorden, como se comprobaría en la segunda mitad.

Un jugador más; mismos problemas atrás

Y es que, a pesar de disputar todo el segundo período con un hombre más, el Barça continuó dejando las mismas dificultades para obstaculizar y parar los ataques visitantes. Con un panorama favorable, con un Valencia abatido -metiéndose atrás-, y con la tranquilidad de lograr desempatar rápidamente, la zona media blaugrana seguía denotando cierto caos en tareas defensivas.

Sin embargo, en ataque, el sistema es una maravilla. Infinidad de soluciones: Neymar en la izquierda, Rafinha en la derecha, etc. Y si tienes a Leo Messi rondando a sus anchas por el centro, todo es más fácil. El Barça creaba superioridad asiduamente, y al Valencia no le quedaba otra que agachar la cabeza e intentar aprovechar las contras que le quedasen. A punto estuvieron de hacerlo, pues el partido se mantuvo en vilo hasta la sentencia final de André Gomes, pero podría haber pasado cualquier cosa.

Neymar, omnipresente

El astro brasileño volvió a ser el mejor. El 2017 está siendo su año, y desbordó una y otra vez a Martín Montoya, quien sufrió como nunca en defensa. También Ezequiel Garay recibió de lo suyo. La no presencia de un lateral fijo como Jordi Alba beneficia y potencia las virtudes de Neymar. El extremo tiene todo el carril sólo para él, gozando así de una libertad de la que no dispone con Alba a su lado. Además, con este 3-4-3, las posibilidades de asociación son mayores: Suárez y Messi por el centro, Iniesta por detrás, o Rakitic y Rafinha en el otro costado. Muchas opciones, de las cuales Neymar elige siempre la más acertada. Así, la cantidad de huecos y ocasiones que generó Neymar ante el Valencia fueron innumerables. 

Fuente: LaVanguardia

También es evidente que en el segundo tiempo, con un hombre más y con un Valencia desgastado físicamente tras su exigente primera mitad, el juego catalan fue fluido y controlador. Hasta André Gomes se sumó a la fiesta jugando en la posición de Rafinha, muy abierto por la derecha; y Sergi Roberto haciendo de Rakitić , incrustándose en las zonas de ataque y defendiendo como lateral derecho

En definitiva, el Barça vuelve a sumar otra victoria con el 3-4-3, una formación que aporta un plus notable en ataque; pero también se ha visto un claro desorden en labores defensivas, aún con un hombre más en el terreno de juego. El trabajo y el desgaste de Piqué, Mascherano, Umtiti y Busquets se acrecenta con este esquema, pues deben recorrer más kilómetros para defender las ofensivas rivales. Está por ver si Luis Enrique mantiene esta formación ante rivales como el Real Madrid o la Juventus de Turín; porque, ¿compensa realmente este 3-4-3?