Sucedió en Belo Horizonte, sucedió en Santiago de Chile, sucedió en Nueva Jersey y ha vuelto a suceder hoy: Argentina mandó a Messi a la guerra, sin fusil.  Ya se convirtió en una costumbre que cada vez que el combinado albiceleste se atasca en ese juego cansino y plano que acostumbra mostrar, el 'enano' debe sacar la varita mágica y maquillar las deficiencias estratégicas de su equipo. A pesar de la victoria, quedó la sensación de que hoy no fue uno de esos días.

Para Messi el partido de hoy no era un encuentro más; en frente estaba Chile, ese conjunto aguerrido, feroz y voraz que le ha privado de tocar el cielo en dos ocasiones. Nueve meses después de empapar con sus lágrimas el césped del MetLife Stadium, el rosarino volvía a jugar contra La Roja, esta vez, con la sangre en el ojo.

Veinte minutos dorados

Cuando Sandro Riccci dio el pitido inicial, ambas escuadras salieron a comerse a su rival. La intención de Argentina era tener un buen juego asociado de tres cuartos de cancha en adelante. Bauza fue firme en su consigna de usar a Aguero como mediapunta, a Di María y Messi como extremos y a Higuaín en el frente de ataque. Esto con la intención formar un "rombo" que le diera más verticalidad a Argentina a la hora de acercarse al área chilena.

Al comienzo, el plan no estaba saliendo mal, a excepción de uno que otro susto (un gol de Chile, anulado por fuera de juego) la Celeste y Blanca era la que dominaba el cotejo y se adueñaba del esférico. El combinado austral apostaba por un juego de roce y contragolpe, pero fue precisamente el uso de la 'pierna fuerte' lo que los llevó a cometer un error fatal: infracción sobre Di María, dentro del área, pena máxima.

¿El encargado de facturar?, el de siempre. Messi volvió a verse las caras con Bravo, tras aquel penal que envió a las nubes en Estados Unidos. Esta vez, no falló. Cobró con seguridad y puso a su país en ventaja.

Messi y su intenso duelo con Beausejour. Foto: Selección Argentina.
Messi y su intenso duelo con Beausejour. Foto: Selección Argentina.

Se disuelve Argentina y se apaga Messi

Con Argentina en ventaja, se esperaba que el equipo estuviese más suelto que antes, pero sucedió todo lo contrario. Chile fue ganando metros y el encuentro se convirtió en una disputa en mitad de campo que poco a poco apagó la emoción. 

Messi buscaba aparecer, mostrarse, generar juego. Retrocedió en innumerables ocasiones a pedir la pelota (como suele hacer) para armar el juego desde atrás. Sin embargo, siempre sucedía lo mismo: avanzaba diez o quince metros, le caían dos o tres jugadores encima, alzaba la cabeza para darle el balón a un compañero que estuviera libre, pero no había nadie. No tenía con quien descargar, con quien asociarse. Sus aventuras individuales se diluían en medio del efectivo marcaje chileno.

La victoria de Argentina dejó más sombras que lucesCon el paso de los minutos, Argentina extravió el balón y Chile se adueñó del partido. Los últimos minutos fueron un vendaval para los de Bauza. De la mano de Alexis Sánchez, Chile buscó (con más corazón que ideas) un gol que los devolviera a la 'zona verde' de la tabla. Messi veía con impotencia como su seleccionado se veía superado y pedía la hora, como si fuera el visitante.

La frustración en él era evidente, pero no podía liberarse de ella con la pelota en los pies, como le gusta, así que liberó ese estrés protestando a los árbitros, algo no muy común en él. A estas alturas, da la sensación de que Messi trabaja a un ritmo y el resto de su elenco a otro, a uno muy inferior.