Jorge Sampaoli es, innegablemente, un entrenador carismático. Tras arrasar con la selección chilena, respondió a la llamada del Sevilla y aceptó el reto de aspirar a más de lo que lo había aspirado Unai Emery. El club hispalense quería más y el argentino fue la primera opción. Su carácter competitivo, su mentalidad ofensiva y su humildad convencieron a Monchi y, durante los primeros meses en Nervión, a toda una afición.

Una ráfaga de confianza que hizo al Sevilla fuerte en Champions y letal en Liga, donde coquetearon, e incluso soñaron, con disputar el trono a los dos gigantes actuales. Sin embargo, el efecto Sampaoli se ha ido disipando con el paso de los meses, y lo que empezara con las expectativas de una exitosa temporada, se está torciendo hacia un final poco imaginable.

Sin embargo, a pesar del bajón del equipo, Jorge Sampaoli ha sonado, y no poco, para convertirse en el sustituto de Luis Enrique en el FC Barcelona. Evidentemente, existen varios puntos postivos que reforzarían esta opción, pero también otros aspectos negativos que no convencen tanto en el club catalán. 

Carácter competitivo y juego ofensivo

Si por algo destaca Jorge Sampaoli es por su afán ganador. Obtuvo cuatro títulos consecutivos con Universidad de Chile (Torneo Apertura 2011, Clausura 2011, Apertura 2012 y Copa Sudamericana 2011), además de la prestigiosa Copa América con Chile en 2015. Con el Sevilla, rozó la Supercopa de Europa nada más llegar. Es decir, con Sampaoli te garantizas el gen competitivo, algo indispensable para entrenar a un club como el Barça, donde la exigencia en cada partido es brutal. Esta es una virtud que posiblemente otros candidatos, como Unzúe o Ernesto Valverde, no tengan tan arraigada.

En cuanto a su estilo de juego, apuesta por atacar sin tapujos. Inspirado en Bielsa, su fútbol se caracteriza por su planteamiento ofensivo, jugando con tres centrales y dos carrileros. Presión alta, dinamismo y combinaciones conforman la propuesta del técnico. Si el Barça decide apostar por Sampaoli, debe saber cómo jugará y los riesgos que esta formación supondrá. Elegir la carta de Sampaoli es arriesgar; es traer algo totalmente distinto al modelo del Barça.

Aunque, quizás es el momento de probar algo nuevo y no estancarse en lo mismo. La última apuesta, el Tata Martino, salió mal; pero puede que con Sampaoli la historia sea distinta. Con el argentino veríamos un juego valiente, muy ofensivo y, sin duda, una lluvia goles, ya sean a favor o en contra, cada jornada. Además, es un entrenador que se metería al Camp Nou en el bolsillo, pues su humildad mezclada con su fuerte carácter en la zona técnica haría vibrar a los aficionados.

Irregularidad e inexperiencia

Sampaoli tiene bagaje en Chile y en Sevilla. Por lo que hizo en Chile se ganó a pulso su oportunidad en Europa, en España. Ahora, a pesar de empezar la andadura como un tiro, le está pasando factura la larga duración de la temporada. El cansancio mental, sumado al cansancio físico de piezas bases de su plantilla, hacen de esta combinación una losa enorme para el conjunto andaluz, que sufre con resignación como el Atlético le ha ganado la partido en la Liga y el Leicester le doblegó sin miramientos en Champions.

Y está en el Sevilla. Imagínense en el Barça, uno de los clubes más exigentes del mundo, donde los entrenadores envejecen cinco años por temporada. No existe certidumbre de si Sampaoli podría aguantar todo un año en Barcelona al mismo nivel demostrado los primeros meses en Sevilla. Por ahora, está notando ese derrape en la calzada de Sevilla, aunque está a tiempo de incorporarse a la carrera. Sin embargo, este argumento es de suficiente peso como para que la directiva del Barça se plantee su incorporación.

En conclusión, Sampaoli es un muy buen entrenador, con un estilo genuino y atrevido. ¿Encajaría en el Barça? Difícil saberlo. En su primer año en España está dejando detalles que le han hecho más fuertes como técnico, pero también otros que no le han ayudado. La directiva tiene la última palabra: o apostar por algo nuevo y exótico, aceptando el riesgo que eso conlleva; o acomodarse en un modelo continuista que, sin duda, ha dado unos magníficos resultados.