Parecía complicado que la imagen proyectada hacia el exterior del FC.Barcelona se deteriorara aún más de lo que se había deteriorado en los últimos meses, pero a la nefasta gestión deportiva e institucional de la directiva, al evidente divorcio entre la junta y la plantilla, escenificado en las numerosas contradicciones que se producen a diario en Can Barça, donde existe la sensación de que cada uno va por su lado, se ha sumado un ‘as’ en la manga de un significativo grupo de jugadores que ha elevado a la enésima potencia la esperpéntica actualidad-realidad que vive el Barça.

En estas líneas no se discute lo más mínimo sobre la libertad de cada cual de mantener una complicidad y una amistad forjada durante años, es más, resulta lógico que los amigos se reúnan, pero teniendo en cuenta la delicada situación por la que atraviesa el club, la preocupación de la masa social ante el desmoronamiento del equipo, bien podrían haber valorado las consecuencias de mantener en la privacidad una amistad, que ni debe ni tiene por qué romperse al dividirse los caminos de aquellos que componen la unidad fraternal.

El problema es que al compartir en la redes sociales en tono de broma y con un sarcasmo brutal una foto en la que se escenifica el alejamiento definitivo de la plantilla de la blanda, errática y permisiva directiva comandada por Bartomeu -protegida hasta hace muy poco por un importante sector de la prensa barcelonesa-, además de ello se demuestra una falta de ética y respeto ciertamente preocupante por los colores que defienden, y por los socios del Barcelona. Mucho más cuando todo se produce en casa y con la connivencia del ídolo absoluto del Barcelona, Leo Messi. Esta circunstancia es especialmente dolorosa y significativa porque, a estas alturas, el genio de Rosario, en lugar de bromear con la vuelta de Neymar, tendría que haber salido al paso sobre la realidad de su futuro en Barcelona. Estos mensajes, estas fotos, no hacen otra cosa que dañar aún más a la institución. Leo puede ser amigo de quien quiera -incluso de Ney- aunque nadie entienda que media plantilla conociera su intención de marcharse antes que la directiva. No obstante, debe recordar que es grande gracias al Barça y, por tanto, debería zanjar para bien o para mal las dudas existentes respecto a su firma mucho antes que airear este tipo de desafortunadas bromas por las redes sociales.  

En mitad de un contencioso judicial entre el Barcelona y Neymar, con constantes y malintencionados mensajes del conjunto parisino, los pesos pesados se posicionan del lado del futbolista del PSG. Todo esto lleva al aficionado a cuestionarse realmente: ¿quién manda en este club? Los bandazos que da la parcela deportiva son tan preocupantes como las constantes contradicciones en las que caen los miembros de esta junta. Piqué, en uno de sus excesos de sinceridad y verborrea, -no siempre acertada- defendió a su amigo Neymar aludiendo a su derecho a ganar más dinero -como haría todo hijo de vecino según él-, pero se dejó por el camino su lealtad a un club que dice lleva en el corazón cuando silenció la marcha del brasileño al PSG. Mientras, Busquets, que en un pasado reciente disparaba con dardos a su técnico, ahora lo hace apuntando directamente a la directiva sin hacer un mínimo de autocrítica. Y es que, aun en el caso de tener un poso de razón en ambos casos, la realidad es que la responsabilidad tiene que ser compartida, pues ‘Busi’, en muchas ocasiones ‘apagafuegos’, desbordado por la acumulación de trabajo en su zona, ha bajado su nivel progresivamente con los años, el desequilibrio del equipo y la ausencia de competencia real para su posición.

Los colores en el fútbol actual ya solo representan la segunda piel de los aficionados, sin duda, pero quizás, con Puyol portando el brazalete de capitán del Barça, muchas de estas situaciones no se habrían producido. Quizás esta sea también una de las razones por las cuales Andrés Iniesta se plantea seriamente su futuro, el tiempo transcurre para todo el mundo, pero los valores con los que se identifica el manchego no los detecta ni en el Camp Nou, ni en La Masía y mucho menos en el palco.

Xavi ya lo avisó: “esta directiva se ha dormido, el Barco no puede navegar solo”, y esta plantilla, que ganó muchos títulos, pero en la que permanecen -además de Messi- solo unos pocos de los que la hicieron realmente grande, lleva demasiado tiempo autogestionándose. Si a ello se le une el hecho de que, como dijo Cruyff, “si no saben por qué ganaban, cómo van a saber por qué pierden”, se completa el puzzle de la cruda realidad de un club sin dirección, sin la identidad que le caracterizó y con el guion perfecto para convertirse en el Club de la Comedia.