La emoción, el fútbol y la ilusión de la era del Pep Team se revivirán con el recuerdo más vivo e inolvidable para todo culé cuando el Barça pise de nuevo Stamford Bridge y se enfrente al Chelsea de Antonio Conte. En el contexto de los octavos de final de la competición europea, el conjunto azulgrana se volverá a ver las caras con el conjunto londinense y lo hará con un paso del tiempo más que evidente y una racha que tiende a recrear el positivismo en el barcelonismo desde que Ernesto Valverde tomó las riendas del equipo. Los recuerdos del gol de Andrés Iniesta y la fiesta que toda la plantilla azulgrana organizó después de aquellas semifinales son los antecedentes de un equipo que comenzó a abrirse paso hacia la cima europea y que conseguía su primer triplete con una esencia talismán que impregnaba Pep Guardiola cada vez que su espíritu culé salía a pie de campo transformado en esperanza y recital futbolístico.

El Pep Team fue talismán y supuso una revolución en el fútbol

La épica de Stamford Bridge siempre permanecerá en el recuerdo de todo culé que consiguió ver levantar al Pep Team la victoria de forma inolvidable y reincidente en el culmen del fútbol europeo. Fue un 6 de mayo del 2009 cuando las cuatro paredes del estadio del conjunto londinense se tiñeron de decepción al ver que Andrés Iniesta anotaba un gol que le daba el pase a la final a un Barcelona que comenzaba a hacer historia con una plantilla que al principio del partido y a los nueve minutos del pitido del árbitro noruego, Tom Henning, vivía una desilusión con el gol prematuro de Essien que les dejaba fuera de la competición. Pero el que es ahora capitán, Andrés Iniesta, apareció para remediarlo todo. El cañonazo con olor a pólvora que metió en el último aliento del partido, antes del pitido final, metió al Barça de golpe en la final de la Champions League que se jugaría en Roma

El 27 de mayo de 2009, la ciudad de Roma coronó al Barça del primer triplete con la esencia guardiolista más encendida que nunca. Los azulgranas consiguieron batir al Manchester United de Sir Alex Ferguson, que resignado, pasó a ser otra víctima más de un Barcelona que comenzaba a imperar con los antecedentes de la manita al Basilea, el rescate de Messi en Ucrania, la exhibición en casa ante el Sporting de Lisboa, el paseo frente al Lyon, la lección al Bayern o la perseverancia en un Stamford Bridge en el que dejó su firma.

En ese momento, el Pep Team comenzaba el camino hacia la coronación de su primer triplete, abriéndose paso en una leyenda de ensueño.

La llegada de Pep y el principio de una revolución

La llegada del técnico catalán al banquillo azulgrana confirmó la revolución en el mundo del fútbol y, en concreto, en el estilo de juego de un Barça que ya había comenzado su épica años atrás con Johan Cruyff a los mandos del barco. Con el holandés al timón, el Dream Team fue el principio de una historia que se iría revalidando poco a poco con acciones más que meritorias y con el punto de mira en La Masia.

Guardiola marcó un antes y un después en la épica culé | Foto del Fútbol Club Barcelona
Guardiola marcó un antes y un después en la épica culé | Foto del Fútbol Club Barcelona

En su primera temporada, Pep Guardiola consiguió encajar el engranaje de una máquina que comenzaba a demostrar un juego asociativo basado en el toque, consolidando su cátedra en los banquillos europeos.

El Pep Team abrió un telón de optimismo y dejó huella en la historia. En esa época, Guardiola comenzó a describir su esquema táctico y esencia de una forma sutil y a la vez arrolladora, con una marca de 158 goles en 62 partidos, un triplete y un reconocimiento a nivel internacional por un juego basado en el ataque, la posesión y el toque, donde todas las tácticas aparecían combinadas y en donde la asociación de toda una plantilla repleta de canteranos sirvió para revalidar algo grande con un Messi que comenzaba a maravillar al mundo del fútbol con una inspiración que hasta ahora ha sido interminable.

Iniesta, su gol con alma y la exhibición de un Messi en sus comienzos

Corría el minuto 92 de partido cuando el Barça, con un jugador menos después de la expulsión de Abidal, estaba fuera de la eliminatoria de las semifinales de la Champions League después de que el conjunto londinense se adelantara con un gol de Essien. A la desesperada, hasta un Dani Alves loco por meter al equipo en la final, lanzaba una oportunidad única en la que el balón, despejado por Terry, cayó a los pies de un Eto’o que no consiguió la efectividad de cara a portería suficiente para darle la vuelta a un resultado que estaba muy cuesta arriba para los azulgranas.

Una ilusión memorable e intacta

Cuando la pelota quedó muerta en el centro del área, Messi fue una vez más determinante y, parando la pelota, asistió a un Iniesta que se encontraba en el borde de la frontal de la portería del Chelsea y que remató el balón de tal forma que fue a parar a la escuadra del portero del conjunto londinense. Iniesta consiguió firmar el pase a la final que sería acogida por la capital italiana. Con todo el alma, el Barça empataba el partido en Stamford Bridge y el global les colocó como líderes de una eliminatoria que en todo momento fue intratable: el Chelsea les sometió durante toda la eliminatoria y pudo sentenciar, pero el Barça dio un golpe de efecto e Iniesta devolvió al barcelonismo el sueño del triplete. Guardiola pisoteaba un Stamford Bridge donde definitivamente aparcó el “seny” con una carrera de 50 metros que contagiaba ilusión y pasión, aunque teñida de azulgrana, hasta al aficionado más decepcionado con el equipo de Abramóvich.

En esa eliminatoria, la figura de Messi comenzaba a ensalzarse en sobremanera. Con 18 años y el dorsal 30 y con dos títulos colectivos y pocos individuales, comenzaba a abrirse paso en una historia en la que el mundo del fútbol sigue quedándose boquiabierto con cada maniobra del argentino, que sigue sorteando a sus rivales.

Tirando de hemeroteca

El primer enfrentamiento que el conjunto azulgrana disputó con el conjunto londinense fue el del partido de los cuartos de final de la Champions perteneciente a la temporada 1999/00, con Di Matteo y Guardiola en el once inicial. En un Barça con Kluivert, Rivaldo y Van Gaal en el esquema táctico ofensivo, el conjunto azulgrana conseguía forzar una prórroga en la que acabó imponiéndose con clara superioridad.

Dos titanes en busca del trono europeo

El Chelsea seguirá persiguiendo el sueño que lleva años ansiando: ganar la Champions. Desde que el dirigente ruso Abramóvich compró el club londinense en el mes de junio del año 2003, cancelando la deuda que lo atenazaba e invirtiendo grandes cantidades de dinero en el equipo para comprar a algunos de los mejores jugadores del mundo, el Chelsea sigue con el optimismo intacto de conseguir dar un paso hacia adelante en la competición europea, teniendo en cuenta el buen estado de forma que sigue vigente en un equipo en el que Ernesto Valverde ha aportado una verdadera seña de identidad.

A pie de campo

A pesar de que el Chelsea no lo está pasando bien en lo futbolístico, la plantilla del conjunto londinense tiene confianza y tiran de unas esperanzas basadas en la unidad. Con los rumores de un cambio de entrenador todavía presentes, el espectáculo está asegurado en un Stamford Bridge que espera que este acontecimiento sirva como punto de origen de un cambio más que ansiado.

El Barça llega con un estado de forma impecable. Con una buena racha, Ernesto Valverde ha sido clave desde que tomó las riendas del banquillo azulgrana. Con moderación y profesionalidad, los azulgranas asumen el reto de no fallar con el objetivo de mantener el positivismo en una afición que tiene razones para estar ilusionada.

Hazard, uno de los jugadores de más renombre en el conjunto londinense, asume la eliminatoria como un verdadero reto y ha elogiado la buena situación por la que los azulgranas están pasando, reconociendo a su vez que Messi sigue siendo determinante allí por donde pisa: "El Barça tiene un tipo que no es de este mundo."

El encuentro de Stamford Bridge es el vivo recuerdo de una historia inolvidable en Can Barça con una ilusión intacta que se contagia en el mundo del fútbol. La eliminatoria de los octavos de la Champions es una prueba de fuego, y con garra, el conjunto azulgrana intentará revalidar lo que se vivió aquel 6 de mayo de 2009.

Ilusión en la afición culé | Foto de Apo Caballero, VAVEL
Ilusión en la afición culé | Foto de Apo Caballero, VAVEL