El público que acudió al Coliseum asistió a un partido en el que la  ausencia de espectáculo ha sido la principal protagonista. El partido llegaba con la vitola de derbi con vistas a Europa. Ese sello ya presupone un plus de calidad pero quien lo hubiera hecho se había llevado a engaño.

Los dos equipos salieron con el mismo manual al campo, bien aprendido además. Líneas juntas, poco riesgo y esperar a que la pelota llegara a uno de los jugadores capaces de crear peligro por sí solos o en una pequeña asociación. El medio del campo se despreciaba, y se convertía sólo en un lugar de tránsito para los contragolpes. Ocurrió, para desesperación del espectador, que se hilvanaron pocas jugadas con sentido.  De hecho en los primeros cuarenta y cinco minutos los porteros vivieron una plácida tarde. 

Empezó el encuentro dando una falsa sensación de que se asisitía a un partido intenso. Apretaba el Atlético de Madrid arriba y aprovechaba también la escasez de laterales getafenses para atacar por los costados. Simeone atisbó la debilidad local en el flanco izquierdo y allí situó a su jugador más bullicioso: Diego Costa. El brasileño anduvo vivo los primeros minutos y en el 9 ya había logrado que Alexis, su marcador, viera la amarilla. Anduvo cerca el atlético en un par de llegadas tras malos ataques ‘azulones’, que despoblaron la defensa; pero primero Falcao -muy desenchufado toda la tarde- y después Adrián, con intervención providencial de Fede mediante, no anotaron. El argentino, desde que aterrizó en la capital proveniente de Napoles, se ha convertido en el mejor zaguero del equipo. 

Aumenta la intensidad

De ese primer acto poco más. Tan solo la mala noticia para el Getafe en forma de lesión de Pedro León, que terminaba con una de las opciones atacantes. Entraba al campo por él, que no al juego, Lafita. Mala fortuna la del murciano, que cuando parece que comienza a destilar un poco del juego que se le intuye, vuelve a caer en convalecencia

Cuando arrancó la segunda mitad y  comenzó a rodar el balón ya existía la sensación de estar ante un partido de dos equipos que luchan por Europa. Muy lejos del encuentro que se contempló en la  primera vuelta, sobre todo por parte del Atlético, que venció con pasmosa solvencia y comodidad. Hoy no iba a ser así.

Se aumentó el ritmo y con ello el fútbol, un deporte que sin intensidad abandona su esencia. Al poco del inicio los getafenses obligaron a que Courtois demostrara su categoría, y el cancerbero belga no anduvo tímido y refrendó su nivel con una buena intervención a tiro de Barrada.

En el Atlético de Madrid no había noticias de Adrián ni de Falcao. De Diego Costa cada pocos minutos se contemplaba algún plano en el que chocaba, discutía o golpeaba a un rival. El brasileño tiene talento en sus piernas, pero ese personaje de desquiciador del rival puede hacerle perder el foco y no centrarse en anotar, que es su objetivo último.

Volvía poco después el juego al ritmo cansino, como si en Getafe pesaran más la botas. En ese periodo se quedó el Atlético de Madrid con diez, por doble amonestación de Mario Suárez. Antes había saltado al césped Oliver Torres, cuyo concurso se pedía a gritos. El extremeño no pudo conectar con los atacantes. Quizás lo habría hecho si el 'Cholo’ hubiera mantenido a Koke en el campo. No fue así, y el joven no supuso ninguna revolución.

Por su parte, Luís García arriesgó cuando se vio en superioridad y dio entrada a Paco Alcácer por Xavi Torres. No mejoró el equipo y se generó escaso peligro. De hecho, en inferioridad el equipo visitante tuvo la excusa para activarse y buscar el gol. No llegó por ninguno de los dos contendientes, y el encuentro repartió los puntos de una tarde en la que el juego desapareció.