Una temporada tardó el Getafe en enderezar el exitoso rumbo que parecía haber perdido y que sólo pudo recuperar, cambio de entrenador mediante, en los últimos partidos de la 2008/09. De la “tragicomedia a orillas del Cantábrico” con la que el conjunto azulón se salvó en la última jornada de esa temporada se pasó a un nuevo año en el que los éxitos volverían a acompañar al Getafe, que logró su mejor clasificación histórica en Primera División y vivió una nueva entrega de su relación amor-odio con la Copa del Rey.

Centrados exclusivamente en las competiciones domésticas, sin el aliciente pero a la vez desgaste que provoca Europa, el Getafe dirigido por Míchel prosiguió la buena línea del final de la campaña anterior, de nuevo con una acertada política de refuerzos en una temporada que supuso un antes y un después y marcó un importante “cambio de guardia” en el conjunto azulón.

Sextos, y a Europa por vía directa

Aunque ya habían paseado el escudo por Europa y habían recordado a Beckenbauer dónde está Getafe, la temporada 2009/2010 supuso un paso adelante más en la historia del club azulón, al lograr por primera vez clasificarse para la Europa League de forma directa, y no gracias a ser subcampeones de la Copa del Rey.

Los de Míchel acabaron la temporada en sexta posición con 58 puntos, sólo por detrás del Barça de los récords de Guardiola (99 puntos), el Madrid de Pellegrini (102 goles y 96 puntos), Valencia (71), Sevilla (63) y Mallorca (62). Recordemos que pese a la clasificación, fue el Villarreal (octavo con 56 puntos) el que acompañó al Getafe a la Europa League, tras denunciar al Mallorca y que la UEFA le retirara la licencia europea por estar en concurso de acreedores.

Líos aparte, la sexta posición del Getafe le daba derecho a repetir sus viajes europeos, y se cimentó en un mejor bagaje tanto ofensivo (se pasó de 50 goles a favor en la 2008/09 a 58 en la 2009/10) como defensivo (de 56 a 48). “Grandes” como Valencia, Athletic o Villarreal volvieron a sucumbir ante el Getafe, que además se impuso en los dos partidos al Atlético de Madrid por 1-0 y 0-3 -en el último partido de Liga, y que valió la clasificación europea-. También el Sevilla cayó las dos veces, 1-2 y 4-3, aunque el conjunto hispalense se reservó, otra vez, una venganza copera de la que luego hablaremos.

Boateng y Pedro León, entre los refuerzos

La buena labor de Míchel en el banquillo le valió al técnico para ocupar la cuarta posición en el Trofeo Miguel Muñoz, que premia al mejor entrenador de la competición, sólo por detrás de Guardiola, Pellegrini y Emery. Pero como siempre se dice, “cuando las cosas van bien es por los jugadores, y cuando van mal, por el entrenador”. Esa temporada, el Getafe volvió a renovarse con unos fichajes que, a la larga, se demostraron como acertados.

Codina llegó procedente del Real Madrid para cubrir la baja del “Pato” Abbondanzieri, que ese verano abandonó el club junto a otros dos porteros, Jacobo y Stojkovic. El guardameta jugó 22 encuentros y se repartió satisfactoriamente la responsabilidad bajo los palos con Ustari, que jugó los otros 16.

La línea defensiva también vivió importantes cambios. Miguel Torres siguió la misma senda que Codina y se ganó un disputado puesto que compartió casi al cincuenta por ciento con Cortés en el lateral derecho. Con “Cata” Díaz afianzado como jefe de la defensa, a Rafa le respetaron las lesiones y vivió su mejor temporada a su lado, mientras que en el lateral izquierdo el fichaje de Mané, que se convirtió en indiscutible, reverdeció los laureles de Pernía.

Del centro del campo en adelante sólo Casquero, Manu del Moral y Soldado, que esa temporada estableció su récord de goles como azulón con 16 dianas, aguantaron la renovación. Las bajas de Granero, Polanski y Uche fueron bien cubiertas con las llegadas de Parejo, Boateng y Pedro León, que se convirtieron en imprescindibles para Míchel y dieron un buen rendimiento. Además, la dirección técnica se hizo con Pedro Ríos, que esa campaña no pudo destacar al estar a la sombra del extremo derecho murciano, pero completó un gran papel participando en 18 encuentros y sirviendo como revulsivo.



Otro fichaje importante se produjo en el mercado de invierno. Tras la salida casi sorpresa de Uche en verano, al aceptar Ángel Torres una oferta de 5,5 millones de euros del Zaragoza, Soldado se quedó sin un recambio “natural”. Ese hueco fue cubierto por Miku, que llegó cedido del Valencia por petición expresa de Míchel, y que durante la segunda vuelta se convirtió en una importante referencia para el conjunto azulón con 5 goles en 16 partidos, ganándose además ser fichado por el club a final de temporada.

El Sevilla, una vez más...

La temporada podría haber sido redonda si, una vez más, el Sevilla no se hubiera cruzado en el camino del Getafe en la Copa del Rey. El conjunto azulón pareció haber vuelto a recuperar esa especial relación que desde su ascenso a Primera mantenía con la competición, pero el destino volvería a ser esquivo con las aspiraciones de título.

Para el Getafe fue, sin ninguna duda, una Copa “de primera”. Al contrario que en otras ocasiones, los azulones se enfrentaron en todas las rondas a equipos de la máxima categoría, venciendo al Espanyol en dieciseisavos (2-0/1-1), al Málaga en octavos (2-1/1-5), y al gran Mallorca de ese año, que quedó por encima en la clasificación liguera, en cuartos de final (1-2/1-0), haciendo valer los goles en campo contrario.

Pero, como ya sucediera en la final del 2007, el Sevilla volvería a truncar las aspiraciones del Getafe. Manolo Jiménez dejó el banquillo del club hispalense en marzo del 2010, pero antes hizo un último gran servicio que permitió a su sucesor, Antonio Álvarez, disputar (y ganar) la final copera de ese año. Y de nuevo fue a costa del Getafe, al que batió en semifinales haciendo valer el 2-0 del partido de ida en el Sánchez Pizjuán, que sirvió para invalidar el insuficiente 1-0 con el que el Getafe venció en el partido de vuelta en el Coliseum. Esta vez, el Getafe despertó de su sueño a un paso de la final.

El adiós de la "vieja guardia"

El sueño eternamente inacabado de la Copa supuso una nueva muesca y una amarga despedida para parte de la “vieja guardia” del Getafe, que ya había vivido otros grandes momentos en la historia del club azulón, y que se despidió al finalizar esa misma temporada.

Tras el adiós del “Pato” Abbondanzieri el verano anterior, Cosmin Contra fue el primero en abandonar el club. En el mercado invernal, y sin apenas haber participado por el buen papel de Miguel Torres y de David Cortés, el lateral derecho hizo las maletas y volvió a su país natal, Rumanía, para jugar en el Timisoara. Junto a él se fueron en invierno Lucas Licht y Signorino, sin posibilidades en el lateral izquierdo que acaparó Mané.

Al acabar la temporada se completó el éxodo. Belenguer, Cortés y Celestini dejaron definitivamente un club en el que se habían convertido en estandartes de la afición, ostentando todos ellos el rango de capitanes del equipo, pero viendo cómo su presencia en el campo había disminuido considerablemente durante la temporada. Empujados por Rafa, Miguel Torres y Boateng respectivamente, el central jugó ese año 13 partidos, por los 20 del lateral derecho y los 24 del centrocampista. Sobre todo en estos últimos dos casos, su no renovación deparó cierta polémica, dado el buen rendimiento y la confianza del entrenador. Pese a ello, el presidente Ángel Torres decidió no dar marcha atrás en su postura.

Además de esas despedidas, las ventas de Pedro León al Real Madrid y de Soldado al Valencia estuvieron avaladas por su buen rendimiento, mientras que la de Adrián González al Racing parecía más para evitar enfrentar a su padre y entrenador con la grada. Kepa, que en ningún momento demostró el nombre con el que venía del Sevilla, también se marchó ese verano.