Los acontecimientos han devenido algo que cuando se venció al Espanyol, aún con Quique Sánchez Flores al frente del banquillo, parecía ya más una quimera que una realidad. El descenso vuelve a ser estado de preocupación más que latente. Los de abajo han sacado las uñas y ahora toca aferrarse a la vida frente a un rival que apura sus últimos suspiros e intentará agarrase a la élite a costa del Getafe.

Puede parecer un partido asequible para los de Pablo Franco, pero no se equivoquen. No hay mayor arma que tener todo perdido, no sentir el miedo a nada puesto que, lo que suceda ahora, sólo podrán ser alegrías ante un destino que hace tiempo ya tienen escrito con letras de sangre los chicos de Djukic. Más si cabe, para hacerlo ante un respetable que a pesar de todo no ha dejado de alentar a los suyos todos el curso. Y que esta noche tienen su última bala para, al menos, seguir soñando. Morir o vivir. Vencer para seguir creyendo.

La semana ha sido larga en Getafe. Nueve días entre partido y partido para que el nuevo inquilino, y ya van tres en lo que va de curso, implante los matices que desee. Porque si es inteligente, que lo es, Pablo Franco no tocará mucho de lo que tan bien estaba funcionando en las últimas jornadas. De hecho, es francamente complejo pensar que lo hará puesto que lo que ha plasmado todo el año en el filial defería muy poco de lo que Quique pedía a sus jugadores. Esperar en tres cuartos, aguardar el momento y el lado apropiados para presionar y darle ritmo al balón. No tenerlo por tenerlo. Sentido, verticalidad y precisión.

No sería extraño que el Córdoba llevase la iniciativa del encuentro. A los andaluces les gusta llevar la iniciativa con el balón y al Getafe no le importa que esto sea así siempre y cuando, el dominio del tempo y el espacio del choque, sea suyo. Y lo será sí Mehdi Lacen, Juan Rodríguez y Diego Castro, presumiblemente titulares por dentro, están juntos y dan la pausa adecuada al partido cuando lo requiera. Es fundamental que los azulones hagan el partido largo. Ahí se acrecentará la ansiedad local. Al Córdoba sólo le vale vencer, y si no lo hace a mitad de segundo acto, será el momento ideal para pegar la estocada y dejar herido de muerto al Córdoba.

Por fuera estará otra de las claves. Los laterales cordobeses son alegres y no dudan en volcarse ofensivamente aún a riesgo de resguardar su espalda. Con un escenario así, lo ideal sería que Freddy Hinestroza o Yoda fuesen de la partida. Aunque con tres lugares únicamente para el frente de ataque, y con Sarabia y Álvaro fijos en dos de ellos, la lógica hace pensar que quien será de la partida será Pedro León. Menos rápido al espacio, más contundente en el uno para uno y con este toque diferencial a balón parado, otro de los aspectos que pueden regir que el devenir del partido sea azul salvación al final.

Unidos se puede

Defensivamente los de Pablo Franco no pueden bajar la guardia. El batallón cordobés está repleto de soldados veloces que no dudan en lanzarse a la batalla sin ningún tipo de pudor, por lo que las ayudas, sobre todo a ambos laterales, serán claves. Si el Getafe tiene controlado esto, tendrá controlado gran parte del potencial ofensivo local. Sin espacio para correr, pensar y encarar, los Ghilas, Bebé y compañía pierden su máximo aval y, con ello, el Córdoba ve debilitadas gran parte de sus opciones.

Es un partido de seis puntos. E incluso de siete, si el Getafe consigue vencer y ganar el golaveraje. No es sólo alejarse a cinco puntos del descenso. Es hundir a un rival, recuperar la tranquilidad tras unas semanas convulsas y, sobre todo, no entrar en un estado de pánico constante por vislumbrar el abismo tan de cerca. Mejor competir, ganar y olvidarse de sufrir a final de año que si no las temporadas son muy largas, duras y quitan años de vida. Fíjense si no en el pasado curso.