La fantástica racha de partidos consecutivos puntuando y ganando que llevaba el Getafe se ha visto interrumpida en los dos últimos encuentros que ha disputado. Granada y Athletic han sabido cómo jugar contra el Getafe y llevarse los tres puntos de la victoria merecidamente.

Dos partidos "malos" con una misma base

Un partido en Granada, otro en Getafe. Una derrota por 3-2 y otra por 0-1. En principio no tienen demasiado que ver, pero tan sólo con haber observado ambos partidos la semejanza entre ambos se hace evidente: están conectados por una primera parte en la que el Getafe no ha sabido dar todo lo que es capaz en el campo.

En el caso del choque contra los granadinos, la defensa azulona se vio abrumada por un Granada que tenía mucho que perder, concretamente a su entrenador. Por lo tanto, salieron muy convencidos de ganar, lo que se tradujo en continuos centros y ataques bien organizados cuyo culmen fueron los goles de Fran Rico en el minuto 27 y de El Arabi en el 36.

El pasado sábado, el Athletic llevó a cabo una estrategia parecida. Ejerció una presión auténticamente asfixiante que le permitió robar balones en posiciones bastante ventajosas para ellos y después llegar con mucho peligro con sus jugadores de arriba. Así, Iñaki Williams consiguió el gol de la victoria de su escuadra en el minuto 24.

Se podría resumir que apretar mucho al Getafe en los primeros minutos es ganar mucho terreno para conseguir la victoria ante los azulones. Al menos eso es lo que ha mostrado.

Parte de la culpa de ello es la buena actitud de los rivales, pero en el trasfondo son la capacidad de concentración de los jugadores y su confianza las que están mermando su rendimiento. El Getafe es un lobo para el Getafe, parafraseando al filósofo Thomas Hobbes.

Quizás acabe siendo un problema psicológico, de falta de autoestima, pero no es lo que aparentan cuando son preguntados por su estado físico y anímico en las ruedas de prensa. Así que la clave parece que tiende a la falta de concentración.

Un problema presente a lo largo de la temporada

Les falta, y sobre todo en los primeros minutos. De los 32 goles que lleva en contra, 22 han sido antes de cumplir los primeros 45 minutos de juego reglamentario. 4 en los primeros diez minutos, 4 en los diez siguientes, 7 entre los veinte y treinta primeros minutos, 6 entre el treinta y el cuarenta y tan sólo uno en los cinco minutos antes del descanso.

Más allá de esos datos, el Getafe supo responder antes o después a esos tantos iniciales en contra para acabar sacando resultados positivos contra muchos de ellos.

Pero algunos casos si fueron especialmente preocupantes, como el del Atlético de Madrid (que los rompió con un gol a los cuatro minutos de juego y otro en el último minuto) y el del Eibar. Contra los eibarreses Víctor empato el gol inicial de Sergi Enrich, pero un segundo gol tras un córner apagó todo atisbo de remontada en el equipo, al que después acabaron metiendo un tercer gol.

No hace falta fijarse en los primeros minutos de juego para ver que en algunos momentos el Getafe no es capaz de estar lo suficientemente “lúcido de coco” para aguantar los resultados. Eso le ocurrió contra la Real Sociedad o contra el Rayo Vallecano.

Igual que en esos momentos de despiste se les han escapado puntos, también se han tenido partidos excepcionalmente correctos. En espacial es imprescindible recordar la victoria por 2-0 ante el Villarreal en el Coliseum. También lo consiguieron contra Las Palmas, Levante o el Betis.

De este modo, se hace hincapié en un problema que viene siendo habitual esta campaña y que, al menos desde fuera, parece tener una solución bastante fácil. Que el equipo confíe en sus habilidades y también en sus decisiones. Se puede tirar mal, pasar mal, pero también hacerlo bien.

El problema viene cuando no se intenta porque no se quiere arriesgar. Por dudar entre varias opciones por temer al fallo. Es entonces cuando se está más vulnerable ante el equipo rival, una oportunidad que no dejan escapar.