La caída libre del Getafe sigue sin tener final. Los azulones mostraron hoy su peor versión ante una Unión Deportiva Las Palmas que no necesitó jugar un fútbol brillante para imponerse con total y absoluta clara. Solvencia defensiva y eficacia de cara al gol. Fue justo de lo que presumieron los canarios y lo que llevan semanas echando en falta los madrileños.

Se le pueden poner al choque muchos atenuantes, pero ninguno termina de salvar al cuadro de Escribá. Es cierto que el 2-0 al descanso fue seguramente un resultado demasiado amplio, pero no  sirve de justificante a la falta de ideas ofensivas que mostró el equipo en la primera parte y a la ausencia de soluciones aportadas por el técnico tras los primeros 45 minutos. Hoy, sencillamente, el Getafe no dio un nivel para competir en Primera División.

Dos mazazos para empezar

Los azulones arrancaron el choque tratando de ser protagonistas y de llevar el peso del partido, pero cuando apenas habían transcurrido seis minutos ya se habían llevado el primer golpe. David García entró por la banda derecha, sirvió un buen centro, y William José remató a placer y cruzó el balón lejos del alcance de Guaita. Volvían los fantasmas. Y no era para menos.

Los amarillos no necesitaron hacer un arranque espectacular para anular al Getafe y ponerse 2-0

El cuadro de Escribá, pese a su crítica situación, no se derrumbó moralmente, y de nuevo se hizo con el dominio del balón para irse a buscar el empate. Había intención, pero no capacidad. Las Palmas, sin necesidad de llevar a cabo un planteamiento defensivo propio del Milán de Sacchi, anuló por completó el juego ofensivo del Getafe y lo limitó a largas posesiones  de toque estéril y falto de profundidad. Ni una ocasión de peligro. Ni una sola llegada.

En el otro bando, el panorama era totalmente diferente. En su segundo acercamiento por el área getafense, alrededor del minuto 27, los de Setién se encontraron con un penalti a favor después de que un disparo desde la frontal que rebotó en los brazos de Lacen. Jonathan Viera no falló desde los 11 metros. Sin hacer nada del otro mundo, los amarillos dejaban ya el partido bastante encarrilado.

Sin ideas

El Getafe siguió sin derrumbarse, pero su plan de llegar a través del toque no salió en ningún momento. Con la ausencia de Víctor, Sarabia se encontró muy solo cuando recibía por dentro y no pudo asociarse como de costumbre, Yoda y Wanderson trataron sin éxito de hacer la guerra por su cuenta desde sus respectivas bandas, y Scepovic se encontró con un tipo de partido en el que poco podía aportar. Javi Varas era un mero espectador del encuentro.

Los grancanarios no necesitaron llevar a cabo un intenso repliegue físico para conseguir tanta comodidad. Una línea de cinco centrocampistas por detrás de William José fue más que suficiente para convertir al Getafe en un equipo totalmente inofensivo. No se filtraban pases, no había desbordes, no se producían movimientos de ruptura… No es que los madrileños no generasen ocasiones, es que no daban la sensación de ser capaces de hacerlo.

La llegada del descanso pedía a gritos alguna modificación por parte de Escribá, pero el valenciano decidió esperar y lo pagó. En el minuto 48, la zaga azulona regaló dos ocasiones tras dos malos despejes consecutivos, y Tana aprovechó el segundo de ellos para quedarse solo ante Guaita con un sutil toque de balón y llevar el 3-0 al electrónico. Si no lo estaba ya, el choque quedaba totalmente sentenciado.

Una tortura demasiado larga

Al encuentro le quedaban aún más de 40 minutos, que para el Getafe no fueron otra cosa que un auténtico infierno. El único intento de reacción llegó en un cabezazo de Álvaro Medrán a escasos metros de la portería, pero Javi Varas reaccionó con una excelente estirada para poner el broche a una actuación que no recordará por su abundante trabajo. Con la expulsión de Pereira en el minuto 69 los madrileños terminaron de claudicar. Nada bueno podía sacarse ya de Gran Canaria.

Quien no dejó de intentarlo fue Las Palmas, que se encontró ante sí la oportunidad perfecta para igualar el 4-0 de la ida y salvar un golaverage particular que parecía irremontable. El Zhar estuvo cerca de conseguirlo con un zapatazo al larguero, luego lo probó William José con un cabezazo que se marchó desviado, y finalmente fue Tana el encargado de ajusticiar a los getafenses y firmar su doblete personal. No tuvo más que definir ante Guaita tras recibir un gran pase filtrado de Momo para culminar una noche redonda en la capital insular. Los amarillos, más lejos que nunca del descenso, sonríen cada vez con más motivos.

Para los de Escribá, el pitido llegó puso fin a la pesadilla, pero abre un periodo muy complicado. Pese a que parece poco probable, el Getafe podría cerrar la jornada en descenso, y su margen de error, ya de por sí bastante escaso, se reduce cada partido que pasa. El ambiente del Coliseum, hasta ahora de apoyo casi incondicional, puede comenzar a volverse hostil, y es algo que será sin duda contraproducente para los intereses de la afición y del equipo. Que eso no ocurra pasa única y exclusivamente por las botas de los jugadores. El único objetivo ahora, ganar al Sevilla.