Tras materializarse el drama del descenso en el Benito Villamarín al Getafe no le quedaba más remedio que ponerse a trabajar de inmediato para lograr recuperar la categoría perdida. Desde todos los ámbitos del club se comenzó a allanar el camino por la categoría de plata que pasaba por la constancia del equipo.

Puesto el punto y final a una primera vuelta de altibajos se puede echar la vista atrás para analizar la llegada de los azulones a la categoría.

Esnáider y la ilusión que se diluía.

Las vacaciones se acabaron para el club con la permanencia de Juan Eduardo Esnáider al frente del equipo. El técnico argentino, junto con el equipo de las oficinas del Coliseum, había confeccionado una plantilla con el claro objetivo de lograr el ascenso lo antes posible. Muchas caras nuevas en el vestuario -con la excepción de la celebrada vuelta del Cata Díaz-, nombres con sabor a experiencia y otros que venían desde lejos y parecían prometer.

Todo estaba listo en la ciudad azulona. La plantilla, la afición cargada de ilusión... Pronto se rompió el idilio.

Tras siete jornadas sólo se había logrado una victoria, y el equipo estaba situado en el penúltimo puesto de la tabla. Parecía que el planteamiento del míster argentino -desconocedor hasta ese momento de la Segunda División- no cuajaba en el torneo regular. A estos malos resultados se debía sumar la eliminación en primera instancia de la Copa del Rey frente al Alcorcón.

La llegada de Bordalás, una nueva esperanza.

Cuando la paciencia se empezaba a agotar en las gradas del Coliseum la directiva decidió dar un cambio al planteamiento. Esto supuso el cese del entrenador, Esnáider, y la llegada de José Bordalás. El técnico tenía experiencia sobre la liga de plata española y acababa de certificar el ascenso a primera división con el Alavés.

Bordalás, responsable de la notable mejoría del Getafe
Bordalás, responsable de la notable mejoría del Getafe

Los resultados no tardaron en llegar. Pronto el cuadro de Bordalás comenzó a ganar a equipos como el Lugo, que en ese momento se encontraba segundo en la clasificación. Su característica forma de trabajar caló rápido en el vestuario. La solidez en defensa y el buen juego han dotado al Getafe de muy buenas estadísticas, estando entre los tres menos goleados y acumulando dos rachas, interrumpidas por una derrota, en las que no ha dejado escapar tres puntos.

Muchos futbolistas parecieron dar un salto de calidad al llegar Bordalás, y los que llegaron por su nombre pero no supieron aportar al proyecto pronto se quedaron fuera del once; con este míster sólo juegan los que trabajan duro. Son casos relevantes los de Jorge Molina o Alberto García. El primero se ha convertido en pichichi del equipo con ocho goles y a un tanto por entrar en la lucha por el título de la categoría; el ariete de Alcoy es el delantero que tanta falta hacía en Getafe desde hace mucho. Alberto salió del banquillo con la llegada de Bordalás; ha demostrado ser un gran cancerbero con excepcionales paradas que han otorgado más de una victoria al equipo, una de las piezas claves del muro de Bordalás; la línea defensiva que cuenta con un referente como el Cata Díaz, quien demostró seguir al mismo nivel de su etapa anterior; o Juan Cala; el lebrijano ha dado un gran nivel en la zaga azulona, rotando a veces con Nicolás Gorosito.​

Molina, tiburón del área, celebrando uno de sus ocho goles
Molina, tiburón del área, celebrando uno de sus ocho goles

El nuevo inquilino del banquillo azulón sólo ha dejado escapar un partido durante catorce jornadas, y ha logrado situar al conjunto en el tercer puesto -zona de play-offs.

Las cosas han cambiado mucho desde la llegada de Bordalás, que puede presumir de haber gestado un gran cambio en el club del sur de Madrid. Ahora, con toda la segunda vuelta por delante, al equipo sólo le queda igualar e incluso superar sus excelentes números de este primer tramo. La llegada del Getafe a primera puede ser el lento y constante ascenso a la cima del fútbol.

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Sobre el autor
Pablo Redondo
Redactor de Getafe Vavel y escritor amateur.