El Girona no abandonará su estilo de juego en su nueva andadura en Primera División, que tanto ha demostrado en las últimas temporadas de la mano del artífice del ascenso, Pablo Machín. El esquema fue al principio muy revolucionario en el fútbol moderno, aunque ya son varios los equipos que se fijan en él y lo utilizan. Se trata de un sistema de juego basado en una defensa de tres hombres o de cinco, depende de si el equipo debe replegarse y esperar las acometidas del rival o si, por el contrario, va hacia el ataque.

De entrada, se fija una defensa de cinco, con tres centrales y dos carrileros, muy ofensivos al no tener a ningún compañero pegado a la línea de cal. A continuación, hay una línea de tres hombres encargados de la creación del juego y de ser el motor del equipo, al mismo tiempo que son los que dan el último pase. Por último, se encuentra una línea de dos delanteros muy móviles que se tienen que entender a la perfección para generarse espacios mutuamente, de ahí los fichajes de hombres de ataque que no se denominen “nueves” puros, sino un delantero que aporte mucho más que goles.

Los puntos fuertes de este Girona son su capacidad de sorprender y su férrea defensa. De un lado, la sorpresa: es muy difícil para el rival defender a siete hombres de ataque, como es capaz de incorporar el Girona cuando se suman sus carrileros, toda su línea de medio centros y obviamente, sus hombres más adelantados. Sencillamente, con una buena transición de banda a banda, el equipo es capaz de obligar al conjunto rival a tener como mínimo ocho jugadores de campo bien posicionados defensivamente para no tener problemas a la hora de defender las acciones ofensivas del conjunto catalán.

Por otro lado, la defensa. Pablo Machín es de la escuela según la cual el equipo se construye desde atrás, y si no te marcan, no pierdes. De ahí que el conjunto de Montilivi pueda sumar una defensa de cinco muy bien diseñada con tres centrales con mucha planta y muy fuertes al corte; más los carrileros acompañando a los interiores/extremos del equipo rival y con la línea de tres medio centros en campo propio para defender cada acción como si fuera la última, con la intención total de ahogar las ideas del equipo rival y evitar los ataques verticales que tanto peligro crean. Los dos atacantes muchas veces también tienen que hacer un sacrificio en defensa, quedándose normalmente uno de los dos descolgado arriba y el otro bajando a hacer la ayuda en el marcaje del medio centro más atrasado del rival.

Por lo que respecta a los puntos débiles de este sistema, uno de ellos es el trabajo físico, dado que el 3-5-2 es muy duro para los futbolistas. Se requiere un gran poderío físico para poder hacer durante noventa minutos las transiciones defensivas/ofensivas que obliga este sistema. Este problema parece que no afecta al Girona de una manera muy severa, ya que los jugadores tienen un gran trabajo específico en este aspecto, pero sí se ha podido apreciar en más de una ocasión una lentitud excesiva en la transición ofensiva conforme va avanzando el partido debido a la exigencia del mismo, y como ya se ha señalado, Pablo Machín prefiere tener bien cubierta la zaga para evitar los ataques verticales del rival.

Asimismo, cabe decir que lo más difícil de este sistema es introducirlo en una plantilla, sobre todo si hay varios jugadores que nunca han jugado con este esquema. Fueron dos años lo que tardó la plantilla del equipo en hacer efectivo del todo este esquema, dos años en los que, en uno, se quedaron a las puertas de Primera División y en el otro, que fue la pasada temporada, lo lograron.