Guía Girona VAVEL 2017/18: la ilusión del novato

Como cuando los niños esperan un caramelo con ansia, los aficionados del Girona han aguardado a que llegara el ascenso de su equipo a Primera División desde su histórica fundación en el “Cafè Can Norat” de la Rambla de la ciudad en 1930. Con más ganas todavía, si cabe, desde hace cinco temporadas, en las que el equipo había llegado a tres fases de ascenso sin el éxito final, sin el resultado que todos esperaban. Finalmente, la temporada 2016-17 ha sido la guinda del pastel, la que ha llevado al club a un sitio que nunca ha pisado anteriormente.

Atrás quedan las lágrimas de tristeza en el ‘playoff’ frente al Almería (2012-13). Aquel año en el que Rubi entrenaba a un grupo magnífico y que el conjunto andaluz, liderado por Charles Dias, barró el paso al “mejor Girona de la historia”, según su ex presidente, el abogado Joaquim Boadas de Quintana. Atrás queda el sufrimiento de la siguiente temporada: tres entrenadores, 23 jornadas en descenso para que finalmente un Pablo Machín salvador -junto con Becerra y Ortuño- impidiera la debacle con un descenso a Segunda División B.

Atrás quedan también las lágrimas del 7 de junio de 2015, cuando el equipo no supo guardar la renta de un gol que tenía frente al Lugo y se dejó empatar por el cabezazo de Caballero en el minuto 91 del último partido de la liga regular, mientras el Sporting vencía por 0-3 en el Benito Villamarín para certificar su ascenso a Primera. El 1 a 4 del Zaragoza una semana después confirmaría lo duro que había sido aquel golpe para el cuadro gerundense.

Atrás queda la impotencia de la temporada 2015-16, en la que otro equipo histórico -Osasuna- volvió a impedir el pase hacia el cielo de los rojiblancos. La cruz de este club en los últimos años han sido las fases de ascenso, tan injustas como crueles. Todo esto parece ser olvidado por el aficionado de a pie gracias a la consecución de un premio que, por insistencia, constancia y tozudería, ha acabado llegando a la ciudad de Girona. El club podrá sorber las mieles de la Primera División por vez primera en su historia, y lo hará con toda la ilusión del mundo. Sabiéndose vulnerable por su condición de novato, pero sin renunciar al estilo que, comandado por Pablo Machín, le ha llevado hacia el éxito más grande en sus 87 años de existencia.