La noche del lunes fue un menú de contrastes. No para el Eibar, que sigue en su dulce línea de la regularidad, sino para un Granada desorientado. El salto al césped vasco dejó desconcertado a un equipo que es capaz de firmar el mejor partido de la temporada y a los siete días ofrecer la peor de las versiones. Jugadores que ilusionan y dan a pensar en una hipotética salvación para acabar en escasas horas en la perniciosa visión del descenso. 

La Sociedad Deportiva prolongó su racha contra los nazaríes, que todavía no saben lo que es ganarle un partido de Liga a los armeros. Adrián, Ramis, Enrich y Pedro León recogieron la autoría de una nueva catástrofe granadina. Sacaron a la luz, una vez más, el éxito del esfuerzo y la deplorable situación de los de Alcaraz. Solo con comparar los presupuestos, uno el más bajo del campeonato y otro que no se conoce por los habituales cambios en la directiva, hacen del Eibar el mejor ejemplo a seguir para el Granada. Desde abajo han firmado una temporada mejor que Las Palmas o el Celta y tienen el permiso de soñar con la Champions League

Como ya acostumbra el Granada, el día de post partido es una jornada más de reflexión para los rojiblancos. El primero en hacerlo ha sido Alcaraz que en nombre de los jugadores, ha pedido perdón a la afición. No es para menos, y es que el técnico tampoco podía creerse la involución experimentada en el juego en apenas 168 horas. De esta forma, Lucas quiso centrar sus esfuerzos en la próxima final ante el Real Betis Balompié
La visita del Betis a Los Cármenes debe recibirse como la de las Palmas. Un equipo que roza la zona media, alejado del descenso y que el buen fútbol ha sido mostrado ante grandes equipos. Un ejemplo es el Barcelona de Luis Enrique, que sufrió en sus carnes la intensidad verdiblanca. Las estadísticas suponen una leve esperanza para los granadinos: en los últimos cinco enfrentamientos, el Betis ha conseguido siete puntos de quince posibles, lo que indica que existe un margen de error aprovechable. 

El Granada debe disculparse. Para ello, el viernes puede demostrar que Ipurúa ha sido un espejismo. Debe convencer de que su fútbol es el exhibido ante Las Palmas. Granada-Betis, una nueva final

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