El CD Leganés es un recién ascendido, novel en una categoría plagada de contrastado nivel de competición, dónde puntuar se convierte una montaña difícil de escalar.
En la tarde del sábado se encontró con un viejo conocido de Segunda División: el Deportivo Alavés, valedor de la misma suerte que los pepineros en su hito logrado de ascenso a Primera División. Equipo competidor nato, aguerrido y fiel a su estilo de poner la empresa complicada su rival.
El Lega no se descompuso
Ya es habitual para el aficionado de Butarque ver como su equipo compite hasta el final, aplicando la pausa y el tempo necesarios para buscar los ansiados frutos. Asier Garitano es el maestro de esa enseñanza y en Mendizorroza se volvió a poner en práctica, ya que el CD Leganés supo controlar los nervios y no se vino abajo fácilmente a pesar de una inercia favorable de los vitorianos que se adelantaron en el marcador hasta en dos ocasiones.
Los pepineros creyeron con su fútbol progresivo y preciso, sabedores de que el gol, a pesar de su habitual ausencia, puede llegar.
Y así fue cuando Miguel Ángel Guerrero, fiel a su apellido una vez más, bregó por llevar a la red alavesista un cabezazo dirigido hacia él en segunda jugada. Un gol en el mejor momento posible, el tanto denominado psicológico que trajo aire nuevo a los guerreros blanquiazules, ayer con uniforme verde.
Un empate dotado de confianza
La reanudación fue una película ya vista: el Lega controlaba sin apuros la batalla, igualada entre ambos contendientes. Una ocasión para cada uno fue traducida en gol, realidad de un segundo periodo calcado del primero: posesión mayoritaria para los vascos, pero sin acercamientos peligrosos a ninguna de las dos porterías.
Edgar Méndez hizo daño a los madrileños, nuevamente a balón parado, cualidad bien explotada por los vitorianos. Y paradójicamente, esa fue la clave del devenir del encuentro, un necesario estímulo: Un Lega paciente, batallador y encorajinado peleó por su punto, sin descomponerse en ninguna de sus líneas. Insua certificó el buen hacer de los pepineros, incluso ambiciosos en las postrimerías con la búsqueda del 2-3, para de ese modo ganarse el respeto de los rivales, conscientes de que el CD Leganés batallará hasta el último aliento y no permitirá que su oposición sea un camino de rosas.
Finaliza una primera vuelta en Primera División en la que los chicos de Garitano no han sido inquilinos de la zona de descenso, ni van a permitir habitarla, porque normalmente, tanto en la vida como en el deporte, los que no se rinden no conocen el fracaso.