Tras las primeras jornadas de temporada la defensa del CD Leganés se situó a la altura de las mejores de Europa. Junto al FC Barcelona era el equipo menos goleado de la liga y sobrepasar el muro defensivo pepinero era una acción casi imposible.

La defensa bien plantada y segura, un portero que transmitía total confianza y acumulaba más de 500 minutos sin encajar un gol. Todo ello fue mérito de un conjunto que sabía como cerrar espacios, replegarse y, además, lo cazaba todo por aire. Los ataques rivales se convertían en un desafío extremo, los atacantes se disipaban en la zona de tres cuartos y los medios se quedaban sin referentes arriba para poder avanzar con el balón. Esto favoreció completamente el juego del Leganés, que se iniciaba por una defensa infranqueable y un rápido ataque.

Pero en Sevilla se produjo un cambio radical. Se originó un agujero en el muro y los rivales conseguían traspasarlo con mayor facilidad. Los atacantes ganaban las espaldas de los centrales cómodamente, los balones aéreos comenzaron a caer de parte del adversario y los espacios que antes eran minúsculos se agrandaron. 

Sevilla, Valencia y Barcelona han sabido encontrar las cosquillas a un combinado que aparentaba infranqueable. Equipos de alto talla alta que sacaron a la luz las carencias del equipo de Garitano, sin apenas ser superiores a él. En estas tres últimos jornadas ha recibido un total de ocho goles, casi triplicando la cifra cosechada a lo largo de las ocho primeras jornadas de liga, donde únicamente encajaron tres tantos.

El próximo viernes el Leganés viaja a Vigo para enfrentarse a un Celta que no atraviesa un buen momento en defensa, pero sin embargo, su ataque es demoledor. La defensa del equipo pepinero volverá a ponerse a prueba ante la gran ofensiva celeste.