Quien le diría al Leicester, líder de la liga inglesa a siete puntos del segundo tras 33 jornadas, que iba a estar en esa situación. Por descontado, hace exactamente un año, seguro que a cualquier aficionado de de esta localidad de menos 300.000 habitantes situada en mitad de Inglaterra, les habría parecido una broma de mal gusto.

Pongámonos en situación. Hace exactamente un año, la liga inglesa atravesaba el transcurso entre la ronda 32 y la ronda 33. Mientras el Chealsea de Mourinho se frotaba las manos acariciando la liga tras ganar por la mínina en el campo del penúltimo clasificado, el Queens Park Rangers, y colocándose a diez puntos del segundo clasificado, el Arsenal (que hizo exactamente lo mismo, ganar en casa del antepenúltimo clasificado, el Burnley, por el mismo y raquítico resultado de 0-1), el último clasificado consiguió una agónica victoria visitando al West Bronwich Albion (2-3), después de ir perdiendo 1-0 en el minuto 8, e ir perdiendo 2-1 desde el minuto 26 al 80 que se consiguió el empate. El 2-3 y su consiguiente delirio, llegaron en el transcurso del minuto 90. Conseguían así su segunda victoria consecutiva, con un largo camino por recorrer hasta salir del túnel. Era la segunda vez que se conseguía, después de que únicamente en las jornadas 4 y 5 se consiguieran dos victorias continuadas. 

La piel de este último clasificado se daba por muerta antes de cazarla. Con 25 puntos y encasillado en la última posición durante varias jornadas (¿les suena?), nadie apostaba por la salvación de este equipo. Y lo cierto es que esta victoria frente al 14 clasificado no les sirvió para abandonar la última plaza, pero sus buenos resultados y la ayuda de Chelsea y Arsenal, primer y segundo clasificados, venciendo a rivales directos, hacía posible la proeza. Como se puede intuir, este equipo no es otro que los foxes (los zorros, como se les conoce en Inglaterra a los aficionados del Leicester). Jugadores, afición, directivos y trabajadores de este más que centenario club (132 años de historia, nada más y nada menos) no estaban dispuestos a darse por vencidos, y creían en la salvación, en abandonar esa última plaza y darle la vuelta a la tortilla (un año después, ha sido literal). ¿Quieren saber quien fue el héroe de The Hawthorns (estadio del West Bromwich Albion) en el último minuto?, fue un tal Jamie Vardy, que ha día de hoy ha dejado de ser, por un gol, el máximo goleador de la Premier League (lleva 21), sin haber cambiado de equipo. Supera eso sí, a Sergio Agüero y Lukaku, tercero y cuarto respectivamente, en tres goles.

En la jornada 33, reicibieron la visita del octavo clasificado, el Swansea, que tenía 47 puntos (casi el doble). Una nueva victoria, la tercera consecutiva y sin apuros (2-0) les sirvió para escalar posiciones, pero no era suficiente para salir de los puestos marcados en rojo. Y llegó la jornada clave, la 34. Aquí, el Leicester visitaba la cancha del Burnley, otro de los equipos implicados en la pelea por la permanencia. En el minuto 59, el árbitro señaló penalti a favor del Burnley. Matthew Taylor lanzó el penalti mandando el balón al poste derecho, y después salió por la línea de fondo. Lo había errado. En menos de un minuto, el Leicester se plantó en la portería rival, y Vardy aprovechó un rebote para mandar el esférico al fondo de la portería. 0-1, resultado que no se movería. El Leicester estaba salvado, algo que no cambió en las cuatro jornadas posteriores.

Los foxes no se conformaron con el poker de victorias y consiguieron un repoker contra el Newcastle (3-0), aunque no podían despistarse, puesto que pese a estar en puestos de permanencia con 34 puntos, el último que descendía en ese momento, el Sunderland, tenía los mismos puntos. Vino una sexta victoria consecutiva contra el Southampton, y la distancia se ampliaba a tres puntos con el descenso. El empate sin goles de la penúltima jornada contra el Sunderland, salvó a ambos conjuntos, que empatados a puntos, se distanciaban con el descenso en cuatro puntos. Aquel colista que agonizaba, se salvó en la penúltima jornada.

La clave: dos victorias consecutivas

Tras lo explicado, a nadie se le escapa el paralelismo entre el Leicester del año pasado y el Levante de ahora. Como se pudo comprobar, y como no puede ser de otra manera, la clave de aquel Leicester fue enlazar victorias consecutivas, aprovechando el calendario a favor, la inercia de los buenos resultados que reviertan tu situación, y la moral que aporta tu afición. Entre esas victorias, se venció a equipos que superaban no por mucho la frontera del descenso, como el Español, y a un equipo implicado en la pelea por el descenso y en su casa, como el Granada. Dos victorias consecutivas, en estas dos jornadas, la clave para revertir la situación como hiciera el Leicester el año pasado. Algo que no ha ocurrido este año, pero que se puede conseguir.

El año pasado a estas alturas, el Levante, jugaba frente al Getafe en el Coliseum Alfonso Pérez. La posición en la Liga BBVA exigía, sí o sí, encadenar victorias como fuera. La escuadra azulgrana venció 0-1 con gol de Casadesús. Tres días más tarde, en el Ciutat de València, se recibía la visita del Córdoba. Barral anotó el tanto de la victoria, y el Levante conseguía los ansiados seis puntos consecutivos que prácticamente validaron una permanencia. En ese ciclo fue capaz de obtener las dos únicas victorias seguidas del curso, y las últimas de la temporada. 

A veces el pasado y el presente juegan a ser uno solo. Como sucedió ante el Getafe parece que está prohibido no ganar ante el Espanyol. Como le pasó al Leicester con el Swansea, sólo valía la victoria. Ese fue el camino el año pasado para conseguir la permanencia, y el de los foxes. Es cuestión de supervicencia ganar, y también lo será volver a ganar en Granada. Como lo fue en Burnley para el Leicester, mientras el Levante se la jugaba en casa contra el Córdoba hace un año. 

Porque los 25 puntos de este Levante y del Leicester del año pasado, no eran para nada suficientes, y hacía falta conseguir más de una victoria para obtener la permanencia. El Leicester necesitaba conseguir al menos dos victorias seguidas, y a este Levante, le hace falta conseguir lo que hizo el año pasado por única vez en esa temporada, los ansiados seis puntos de seis posibles; repetir la proeza de los foxes. La historia demuestra que se puede. 

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