El conjunto de Orriols viajaba a Granada con un único objetivo: sumar los tres puntos que le permitieran dar un paso de gigante para acercarse a la permanencia. Sin embargo, el Levante saltó al césped de Los Cármenes sin saber a qué jugar, sin identidad, sin garra y hasta sin ganas. Cualquier aficionado que viera el partido sería incapaz de asegurar que el equipo de Rubi se estaba jugando la permanencia.

Los granotas disponían de una oportunidad de oro en Granada para sumar tres puntos vitales en la lucha por la salvación, una victoria que le permitiría acariciar el tren de la permanencia para disfrutar de una temporada más en Primera División. Sin embargo, los jugadores saltaron al campo con miedo y sin confianza. Desde el primer minuto se vio a un Levante sin ideas que dio un pasito hacia atrás para encerrarse en torno a su área, regalando la posesión del balón y las ocasiones.

Foto: Levante UD
Foto: Levante UD

El Granada olió el miedo y se vino arriba, consciente de que el Levante se iba a convertir en su presa en lugar de ser un digno contendiente. Bajo esa premisa, el resultado no pudo ser otro que 3-0 al descanso, con una lamentable actuación de un conjunto granota que no disputó la primera mitad. Mientras tanto, Rubi estaba desaparecido. Al menos se dio cuenta en el intermedio y dio entrada a Víctor Camarasa y a Rubén García tras la reanudación. Los dos chavales de la cantera sí que saben que significa el levantinismo y lo que implica defender la elástica granota.

Los canteranos hicieron gala del famoso lema del Levante: “Cap, cor i collons”. Un lema que parecía que no conociera ninguno de los presentes en la noche del jueves en Los Cármenes, excepto la afición. 578 aficionados que recorrieron más de 1.000 kilómetros entre ida y vuelta para apoyar a su equipo, 578 personas que viven por y para el Levante. “Mai ens rendirem” y “Sempre en Primera” son los otros dos lemas que más han sonado en Orriols durante los últimos meses. Pero el equipo no estuvo a la altura.

La cara y la cruz de la moneda

No existe ningún aficionado que sea capaz de explicar lo ocurrido ayer en Los Cármenes, ni siquiera los jugadores. Una actuación completamente incomprensible teniendo en cuenta el fútbol que ha llegado a desplegar el equipo a lo largo de la temporada desde la llegada del técnico catalán. Es cierto que la mayoría de miradas están centradas en Rubi y que la gran parte de la afición pide su dimisión, pero lo cierto es que el entrenador del Levante ha llegado a dejar muy buenas sensaciones durante su estancia en Orriols.

Precisamente eso es lo que no entiende absolutamente nadie que haya seguido la trayectoria del Levante durante esta temporada. Con Lucas Alcaraz a los mandos, el conjunto granota se limitaba a defender con su 5-3-2 para tratar de aprovechar algún contraataque que les permitiera anotar gol, un estilo de juego que no dio resultados esta campaña y que acabó con el técnico granadino lejos de Orriols. El Levante necesitaba un estilo propio, un sistema de juego basado en los jugadores de los que dispone, y Rubi lo encontró.

Foto: Levante UD
Foto: Levante UD

El Levante volvía a competir, volvía a soñar y volvía a creer

El actual entrenador del Levante consiguió cambiarle la cara desde su debut contra el Valencia. A pesar de cosechar innumerables malos resultados, el equipo protagonizó una mejoría abismal durante los primeros encuentros del técnico catalán. El conjunto granota encontró un estilo de juego atractivo, basado en una posesión que se alternaba con la verticalidad de sus jugadores de arriba. El Levante volvía a competir, el Levante volvía a soñar.

Cualquier aficionado o periodista que veía jugar al conjunto granota se hacía la misma pregunta: “¿Cómo pueden ser colistas?”. Lo cierto es que pocos equipos de Primera División son capaces de jugar tan bien como lo ha hecho el Levante en algunos tramos de la temporada. Sin embargo, no todo es color de rosa. Es colista por algo, y la cara oculta de Rubi está predominando durante este final de campaña.

El miedo a domicilio

Fuera de casa se está viendo un equipo completamente diferente, un equipo sin identidad y un equipo que no sabe a lo que juega. Rubi ha enseñado a sus pupilos a jugar bien, a desplegar un fútbol atractivo y de calidad que alterna las posesiones con jugadas verticales trepidantes en busca del gol. Sin embargo, todo cambia en cuanto se alejan de Orriols. En Sevilla, en Eibar, en Villarreal, en Anoeta, en La Coruña, en Sevilla otra vez y en Granada. Siete partidos consecutivos en los que el Levante ha cambiado su estilo de juego al jugar como visitante.

El Levante ha olvidado su filosofía

Siete encuentros consecutivos en los que el conjunto de Rubi ha olvidado su filosofía, ha dejado a un lado su premisa de jugar bien al fútbol para buscar la victoria y ha renunciado al balón. Siete partidos en los que el Levante no ha sido el Levante. Siete enfrentamientos lejos de Orriols en los que no se ha visto al Levante de Rubi, sino al Levante de Alcaraz. El conjunto granota es irreconocible fuera de casa, un estilo de juego como local y otro como visitante.

Quizá, la falta de resultados positivos ha ido corroyendo la seguridad de Rubi en su propio proyecto, en su estilo y en su filosofía. Quizá, se cansó de jugar bien al fútbol sin obtener recompensas. Quizá dejó de creer hace tiempo y su debut en Primera División acabó llevándole hacia la cruz de la moneda. Quizá, la presión ha podido con él. Quizá, no estaba preparado para asumir el reto de luchar eternamente contra el descenso. Quizá….

El Levante que quiere el levantinismo

El caso es que el ‘bueno’ de Rubi ha ido sufriendo una metamorfosis que le ha acabado convirtiendo en el primo hermano de Lucas Alcaraz, un entrenador que ha decidido buscar los buenos resultados a través de la defensa, descuidando el ataque. Decisiones incomprensibles, la eterna maldición de los laterales y la mala fortuna de cara a portería. No es cuestión de matar a Rubi, el técnico catalán consiguió que el Levante jugara como los ángeles durante la mayor parte de su etapa, pero la fortuna no le acompañó. ¿Cuántos partidos ha sido superior el Levante? La mayoría. ¿Cuántos de esos se ha visto reflejada la superioridad en el marcador? Casi ninguno.

En caso de descender, Rubi se habrá fallado a sí mismo

No se equivoquen, el Levante que va colista y que puede acabar descendiendo no es el de Rubi, sino el del miedo de Rubi. El planteamiento del técnico catalán se fue apagando a medida que no llegaban los resultados, especialmente fuera de casa. El nuevo sistema defensivo esperando una contra es el que ha hecho que el Levante esté donde está y, en caso de descender, Rubi no sólo habrá fallado al levantinismo, sino a sí mismo. No ha tenido la suficiente seguridad en sí mismo para defender su proyecto y su estilo hasta el final y, precisamente eso, le puede hacer llevar al Levante a Segunda División.

Foto: Levante UD
Foto: Levante UD

Evidentemente, tiene la mayor parte de la culpa de la situación del equipo. Sin embargo, no es el momento de matarle, ni a él ni a sus jugadores. Es momento de reflexionar, de calmarse y de meditar. ¿En qué posición iría el Levante si hubiera tenido una pizquita de suerte en todos los partidos que ha sido superior? El equipo de Rubi ha llegado a jugar muy, muy, pero que muy bien en la mayor parte de los encuentros, pero no ha obtenido su recompensa. El levantinismo quiere ver a ese Levante. Ese Levante que prefiere morir de pie que vivir de rodillas. Un Levante que cree en su estilo y que quiere luchar con todas las de la ley hasta el último minuto de la Liga BBVA.

Todo empieza en el Ciutat de la Permanència

Quedan cuatro partidos, doce puntos que pueden ser muchos teniendo en cuenta los enfrentamientos que tienen el resto de rivales con los que se juegan el descenso. Todo es posible para aquel Levante de Rubi, no para el Levante que se ha visto en las últimas siete visitas. Todo empieza el domingo contra el Athletic Club de Bilbao, todo empieza en el Ciutat de València, en el Ciutat de la Permanència. El equipo granota necesita el apoyo de la afición para volver a ser quien era, para volver a hacer todo lo que el levantinismo sabe que es capaz de hacer.