El Levante puede, el Levante cree. A pesar del mensaje de humildad y optimismo moderado de su técnico Muñiz, la afición granota se ilusiona. Y no es para menos. Ganó y goleó por 4-2 a uno de los principales rivales directos para luchar por el ascenso. Los valencianos demostraron tener un equipo trabajado, muy equilibrado, y que sabe a lo que juega. Su arranque está siendo arrollador. Pero más allá del resultado, los goles y el juego desplegado, lo más importante son las sensaciones que transmite. Es una máquina perfectamente engrasada. Un equipo con mucho oficio. Si hay que ponerse el momo de faena, se hace. Si hay que tirar de individualidades, pues también. El Zaragoza duró 45 minutos. No hicieron mal partido los maños, pero nada pudieron hacer frente a las ganas y el empuje local. Los dos goles visitantes fueron a balón parado.
Un inicio muy intenso
Había expectación por ver al Zaragoza, el equipo más realizador, frente a uno de los menos goleados. Como el anterior partido frente al Alcorcón, el Levante salió muy intenso y concentrado. Casi sin tiempo para posicionarse sobre el césped, Morales se internó por su banda izquierda y se topó con Irureta, quién rechazó el disparo, pero el balón quedó muerto dentro del área y Jason, que seguía la jugada, sólo tuvo que empujar el balón a la red. Aún no se había repuesto el Zaragoza cuando otra cabalgada de Morales acabó con el balón al palo. El Levante seguía atrincherando al Zaragoza buscando el segundo gol, pero fue el conjunto maño el que marcó en su primera aproximación al área local. Lanzarote demostró su calidad y transformó un libre directo de forma magistral que quitó las telarañas de la escuadra izquierda. Aunque Remiro voló, nada pudo hacer por evitar el tanto del empate.
Tras el gol, los visitantes tomaron aire y mejoraron algo, pero el equipo de Muñiz se recompuso y siguió imprimiendo un gran ritmo al encuentro, volviendo a controlar el partido. Fruto de ello volvieron a adelantarse en el marcador tras un gran cabezazo de un Roger en estado de gracia. Remató un gran centro de Pedro López como mandan los cánones, marcando los tiempos. De libro.
El partido entró en una fase muy bonita. Un toma y daca constante en el que ambos equipos tuvieron varias llegadas y transiciones constantes que hicieron que el balón fuera de área en área. El Levante dominó e insistió más, y tuvo más llegadas. En una de ellas, casi al final de la primera parte vino el tercer gol. Centro desde la izquierda del lateral Abraham que Campaña cabeceó picado. Con el 3-1 se llegó al descanso.
Licencia para soñar
En la reanudación, Milla entendió que había que mover ficha si quería conseguir algo. Movió el banquillo, y aunque por momentos pareció que conseguía romper el ritmo granota, el balón y el que llevaba más peligro en sus acciones era el conjunto local. En una gran jugada personal de Morales, Marcelo Silva tocó el balón con el brazo cometiendo un claro penalti. El pistolero Roger lo transformó, consiguiendo así su cuarto gol (a uno por partido), y sentenciando el encuentro a falta de media hora para su conclusión. A partir de ahí el Levante se dedicó a contemporizar y la afición a hacer la ola. Lanzarote volvía a recortar diferencias de nuevo a balón parado y con la colaboración de Remiro, que no estuvo afortunado. Y poco más. El Zaragoza intentó meterse en el partido, pero el Levante, muy seguro atrás, no le dio opciones. Con esta victoria el Levante se pone líder en solitario, algo anecdótico según Muñiz, pero que es muy ilusionante y permite soñar.