“El Levante es el mejor equipo de la categoría”. Esas fueron las palabras del entrenador del Elche, Alberto Toril, antes de que se disputara el encuentro y lo cierto es que los levantinistas lo refrendaron con un fútbol intenso.

El conjunto de Muñiz procuró desde el inicio controlar el juego, y en buena medida lo logró, especialmente por la buena actuación de Natxo Insa, Espinosa, Morales y Campaña. El Levante hilvanaba bien y recuperaba con cierta facilidad el balón gracias a la presión y buena colación del colectivo y alguna que otra pérdida del Elche, momentos que los granota trataban de aprovechar para salir a la contra. Y así fue durante los primeros quince minutos, pero el citado control no llegaba a traducirse en ocasiones. Su desarrollo moría siempre en las postrimerías del área ilicitana. Mientras, el Elche apenas incomodaba a su contrario. Seguramente, el estilo del equipo de Toril (que repetía once) pero sobre todo el miedo a provocar mediante pérdidas ataques del Levante hicieron que su juego resultara excesivamente horizontal y previsible.

Poco antes del minuto veinte los levantinistas disminuyeron el ritmo y en consecuencia el partido pasó a desarrollarse con un cadencia parsimoniosa, tirando a aburrido, aunque los dos equipos demostraban mantener las ideas claras. Fue como una tregua que duró apenas cinco minutos, cuando el Levante, mediante su goleador Roger Martí, disparó por primera vez a la portería. El chut se ejecutó desde muy lejos y salió demasiado centrado; apenas importunó pues a Raúl. Un minuto después el delantero levantinista vio una tarjeta amarilla por “juego peligroso”.

Por su parte, una serie de tres córneres consecutivos es lo único que aportó de valor el Elche entre el susto de Roger y el minuto cuarenta y tres, cuando Guillem Fernández se plantó solo ante Raúl, que bien colocado desbarató la ocasión más clara del equipo del Martínez Valero. Los aficionados locales, que aportaron una discreta presencia en las gradas, se tuvieron que conformar con esta oportunidad y un saque de esquina, pasado el tiempo reglamentario, que acabó en nada.

Más de lo mismo

La segunda parte no pudo empezar mejor. El Levante salió de nuevo a imponerse y gracias a ello enseguida obtuvo frutos a su iniciativa. Provocó una falta al borde del área que Campaña botó de manera magistral: el balón se coló por la escuadra de Juan Carlos. Un golazo.

A partir del tanto levantinista el cuadro de Muniz fue poco a poco reculando, buscando sin duda cazar un contragolpe que le permitiera cerrar el choque. En el minuto sesenta y seis el goleador Morales fue sustituido por Jason y por Espinosa por Jefferson Lerma. El centro del campo había sido clave para el triunfo hasta entonces y el entrenador quiso que el buen nivel en esa zona del terreno de juego no bajara. Concentrado y bien posicionado, y con el objetivo claro de guardar el botín que tan merecidamente había obtenido, el equipo fue dejando pasar el tiempo. En el minuto ochenta y uno Roger dejó su lugar a Casadesús. El Levante no dejaba de pensar en que otro gol le aseguraría tres puntos más, en campo contrario y dejando una impronta de equipo sólido, potente y resolutivo, una imagen incontestable de líder. El Elche también agotó sus tres cambios a lo largo de la segunda mitad: Albacar por Noblejas; Pinto por Dorca, y Eldin Hadzic por Hugo Fraile, sustituciones que a la postre resultarían estériles.

El Elche lo intentaba, pero con más ganas y pundonor que buen juego, y el mayor peligro lo rozaba mediante tiros de larga distancia. Los minutos fueron cayendo irreversiblemente, el equipo del Ciutat de Valencia se veía cada vez más firme y seguro, y los ilicitanos más impotentes y nerviosos. El resultado ya no cambiaría. El Levante ganó el derbi valenciano y los jugadores, tras saludar desde el centro del campo a los aficionados granotas que se habían desplazado hasta Elche, se retiraron a celebrar el mantenimiento del liderato. Una semana más, una semana menos.

VAVEL Logo
Sobre el autor