El partido empezó con un Huesca dueño del balón y tratando de marcar el tempo del encuentro, y así pareció durante los diez primeros minutos, con mucho movimiento por parte de sus jugadores y apareciendo estos con la intención de dar apoyos constantes al poseedor del esférico. Sin embargo, poco a poco se reveló que en realidad era el Levante, que una vez más fuera de casa parecía haber salido al terreno de juego con una actitud netamente conservadora, quien poseía el mejor plan: la paciencia y la confianza en sus posibilidades, algo que obviamente alimentan el liderato y el buen hacer que, desde el comienzo de la Liga 123, siempre le ha caracterizado y que, por lo visto hoy de nuevo, da la impresión de ir a más. La prueba de todo ello es que el equipo oscense comenzó a percibir cierta incapacidad progresiva para hacer daño a los de Muñiz, hasta que sus jugadores se asentaron definitivamente en el terreno de juego. De este modo, en el minuto veinte, un gran pase de Campaña generó el aviso –a manos, cómo no, de Roger– de lo que apenas dos minutos después se produciría: el uno a cero, obra de Jason.

Esta situación refrendó el ideario de los del Ciutat de València, que no obstante no se olvidaron de mirar a la portería contraria en forma de contraataques. De ahí las claras ocasiones del minuto treinta y la obtenida a escasos cinco minutos del final de la primera parte.

Aunque sin duda la clave de la renta granota se debió a la solidez de todos los jugadores, podríamos destacar el talento de Campaña, la voracidad de Roger, la omnipresencia de Lesma y a Raúl Fernández, precisamente, por su falta de actividad, pues el buen trabajo defensivo de sus compañeros lo convirtieron en un convidado de piedra. El equipo aragonés acabó los primeros cuarenta y cinco minutos cometiendo una serie de faltas absurdas que podrían achacarse a la propia impotencia y frustración.

Roger pelea por el pichichi

La segunda parte, con un Huesca que quiso intimidar al Levante nada más empezar, dejó poco margen para disfrutar de cierta emoción. Tras una clarísima ocasión del incombustible Roger en el minuto cincuenta, gracias a una recuperación del equipo mediante una presión alta y en bloque, que acabó con un tiro cruzado de aquel al palo derecho del portero rival, el killer levantinista ya no perdonó tres minutos después; él mismo robó el balón al último defensa local para batir con calidad al guardameta azulgrana. Tres partidos disputados desde el inicio de 2017 marcando. Poco más se puede decir de este extraordinario delantero.

El equipo local lo intentaba pero el Levante se sentía cómodo gracias a un buen posicionamiento. En el minuto setenta y seis Raúl Fernández recibió un cabezazo dentro del área para el que apenas tuvo que poner las manos a modo de cuna contra su pecho.  Ni los saques de esquina presentaban peligro alguno para los visitantes, siempre bien colocados y seguros en las marcas y mecanismos defensivos. Y repetimos, el grupo de los de Alcaraz percutía y buscaba a través recursos varios, por dentro, por fuera o con pases a la espalda del Levante, hacer daño a este, pero en cada ocasión el líder demostraba la razón de su posición privilegiada en la tabla. El oficio y la calidad de los pupilos de Muñiz parecen estar hoy por hoy varios niveles por encima de los del resto. Un córner en el minuto ochenta y cinco, tras una falta cuyo balón rebotó en la defensa levantinista y marchó por la línea de fondo, fue la única ocasión “peligrosa” que logró generar el equipo local, a pesar de disponer de cinco minutos de descuento para regalar al menos un gol a su afición y a modo de compensación a su destacado esfuerzo.

El Levante sigue a lo suyo: sumar para sí y restar al resto. A estas alturas cada jornada del equipo valenciano parece la crónica de un ascenso anunciado