Los de Muñiz se coronaron como campeones matemáticos de Segunda División y a su misma vez, obtuvieron el tan deseado ascenso a la categoría de oro del fútbol español de nuevo.

El único gol del partido obra de Postigo, fue suficiente para conseguir los tres puntos frente al Real Oviedo y celebrar el ascenso cuando el árbitro señaló el final del mismo. La mayoría de afición granota saltó al terreno de juego a abrazar, plenos de euforia, a sus jugadores.

Todo campeón merece su celebración. Así lo hicieron los granotas: se pasearon en bus por las calles de Valencia, partiendo desde el feudo de Orriols. Hasta que sobre las siete de la tarde, la Basílica Virgen de los Desamparados esperaba a los campeones junto con el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. No obstante, la atención se desviaba a la Plaza de la Reina, lugar donde el autobús se detuvo y los jugadores recorrieron a pie la distancia que les separa de la Basílica, rodeados del calor y emoción de la afición. La visita finalizó con una ofrenda floral por parte de los capitanes.

El epicentro de la acción se desplazó inmediatamente al ayuntamiento. Allí se congregaron de nuevo los seguidores para demostrar la pasión que sienten por el club y más en estos momentos.

Es importante, recalcaron, las instituciones que Valencia cuente con dos equipos en la élite. Este discurso se repitió. La recepción comenzó en el Salón de Cristal. No obstante, el punto central de acto se desarrolló en el balcón. Los jugadores dieron rienda suelta a sus emociones ante una masa social entregada desde el primer momento. Muñiz, Pedro López, Casadesús, Morales y Rubén adquirieron protagonismo. Rubén rompió el protocolo establecido para adelantar una mascletà que, en realidad, debía clausurar la tarde. Senyor pirotécnic pot començar la mascletà", anunció entre bromas. Y la mascletà atronó el cielo de Valencia sin más dilación ante el jolgorio de los aficionados y jugadores levantinista. La noche acabó con una cena privada en el Sporting Club Tenis Valencia.