No era ni mucho menos un caramelo la visita del Atlético de Madrid a la Rosaleda para medirse al Málaga, no solo por la vuelta del parón internacional, que siempre cuesta más de lo debido, sino por las numerosas bajas a las que tenía que hacer frente Diego Pablo Simeone.

En estos escenarios los rojiblancos saben cómo desenvolverse a las mil maravillas, y más ahora, que ya han vuelto a recuperar esa velocidad de crucero después de superar esa mala racha de resultados que encadenaron hace semanas y que les descolgó de la pelea por el título, además de comprometer su estatus de equipo de Champions League.

No ha destilado buen fútbol el Atlético de Madrid, pero el pragmatismo, la efectividad y su solidez defensiva -volviendo a dejar la portería a cero- le han bastado para imponerse al Málaga sin muchos problemas, y es que los costasoleños tampoco han exigido en demasía.

La primera parte fue eso. Míchel apostó por un sistema novedoso, con defensa de cinco. Y al cuarto de hora se le cae una pieza clave. A Miguel Torres le cayó encima de manera fortuita un futbolista del Atlético y le dejó KO. Trató de seguir pero tuvo que pedir el cambio. En su lugar entró Ricca como central porque no había otro defensa en el banquillo.

Es curioso, pero el gol llegó más o menos por su sitio. Torres se intentó colar en un reducido espacio entre Luis Hernández y Ricca. El delantero no llegó a completar la operación, pero sí permitió que el balón quedase en el área esperando al más rápido. En este caso, para colmo de males malaguistas, fue Koke el más veloz, anticipándose a Llorente.

Con 0-1 el partido siguió igual. El Atlético continuaba a lo suyo, sin exponer prácticamente nada. El Málaga lo buscaba de todas maneras, por banda, triangulando por el centro, de córner, de saque de banda de Luis Hernández... Pero no tenía nada de maldad en sus acciones, nada de pegada y muy poquita imaginación.

Y más de lo mismo, más de lo mismo, más de lo mismo. Encefalograma plano en el Málaga. Sin recursos ofensivos más allá de las ganas de romper la dinámica. Después de minutos de nada, Míchel tiró de Recio y pasó a defensa de cuatro. Después de no dar ningún resultado, tiró de Michael Santos a cambio de un Keko que todo lo que puso de voluntad lo puso también de desacierto.

Y sin esperarlo, llegó el segundo del Atleti. Simplemente Torres retó a la zaga y ganó casi sin querer. Balón para Filipe, picada sobre Kameni y partido sentenciado.

Quedaba algo de fuelle en las piernas del Málaga, que gozó de quizás sus mejores opciones de gol en todo el partido con un mal cabezazo de Llorente que se marchó fuera, una contra que acabó en una vaselina del asfixiado Sandro, un disparo de Santos que Oblak mandó a córner, una jugada en la que Rosales fue demasiado chupón... Era el animal herido buscando morir matando.

El Málaga vuelve a perder y no pilla a nadie por sorpresa. Sólo queda agarrarse a lo que lleva agarrado todo el curso, esperar que los demás pierdan o no ganen para seguir pensando que merece estar en Primera.

Con este resultado, el conjunto colchonero se convierte junto con el Villareal en el menos goleado de la categoría y suma cinco partidos sin conocer la derrota de los que cuatro son victorias. Este tropiezo deja a los 'boquerones' a seis puntos de los puestos de descenso y acumulan seis jornadas consecutivas sin conocer la victoria. La última vez que los malacitanos sumaron tres puntos fue el 20 de febrero ante Las Palmas (2-1).