Sevilla Atlético y Mallorca se veían las caras en el Pizjuán, en un partido en el que, en un bando, predominaba la relativa indiferencia -en LaLiga123 es siempre relativa- y, en otro, la urgencia. Los locales pretenden acabar con buen pie y poco apuro su satisfactoria temporada, mientras que los isleños, sin embargo, no podían ir al Pizjuán a otra cosa que no significara volver a casa con los tres puntos.

La alineación mallorquinista volvió a responder al habitual "a cada equipo hay que jugarle de una manera" que suele entonar Barjuan en las previas de los encuentros. El conjunto balear salió en 4-2-3-1, con Moutinho en el enganche y Angeliño, por primera vez, en línea de tres cuartos.

La confianza varió los planes

Y es que ese cambio de sistema iba muy relacionado con la inicial intención del técnico catalán. El 4-2-3-1 es popularmente conocido, entre otras cosas, como el sistema del contraataque. El Mallorca buscó transiciones rápidas con balones largos a los veloces jugadores de banda e, incluso, a los insistentes desmarques que, desde segunda línea, trazaba Moutinho a la espalda de la zaga hispalense -así llegó una clarísima ocasión marrada por el suizo-. El peligro que significaba la pérdida sevillista hizo que el bloque local se alargara en demasía y, en ese momento, el Mallorca se aprovechó para adueñarse de lo que, hasta ese momento, no le interesaba en exceso: el balón. La superioridad se fue plasmando en el verde y los jugadores bermellones se permitieron el lujo de discutir el plan de su entrenador.

El dominio mallorquín acabó desembocando en un necesario objetivo. El gol se fue acercando hasta llegar, en una acción discutida por la evidente influencia arbitral. Brandon provocó un penalti muy dudoso que, el propio jugador de Santanyí, iba a transformar para, de esa manera, acabar con su terrible sequía goleadora. Con ese 1-0 se llegó al descanso, acompañado de una sensación positiva a la vez que desconfiada, motivada por recientes experiencias.

Una alocada segunda parte

Diez minutos después de la reanudación, el Sevilla Atlético vio como su intento de reacción futbolística se iba a ver frustrado por una genialidad. Moutinho fusiló la portería de Caro con un zapatazo lejano que impactó hasta en dos ocasiones en el larguero tras rebotar más allá de la línea de gol. 0-2, con goles de Brandon y Moutinho, una situación calcada a la última y, en ese momento, única victoria balear a domicilio de la temporada.

Sin embargo, Ivi se iba a encargar de evitar que el mallorquinista pudiera vivir una plácida noche de domingo, pues, un minuto después del gol de Moutinho, el madrileño anotó de cabeza, a contrapié de un Santamaría que nada pudo hacer.

Con la vuelta de las esperanzas hispalenses, los espacios al contraataque se iban a suceder para el interés bermellón. Eran tan interesantes que, tras recuperación en zona peligrosa de Angeliño, Brandon iba a asistir a un Moutinho que llegó de segunda línea sin apenas oposición y que definió con un zurdazo ajustado a la escuadra. 1-3. ¿Era la sentencia ya?

No. Aún no. Ivi se reveló ante ello, transformando un claro penalti cometido en el minuto 85 por Campabadal que daba vida al cuadro andaluz. Pero, a pesar de que apareció algún que otro fantasma del pasado, el Mallorca supo controlar la situación y no permitió que su rival gozara de alguna oportunidad de peligro real. Al final, 2-3.

Romper una barrera psicológica y creer

Para el Mallorca, la victoria ha llegado tarde. Pero ha llegado a tiempo, y eso es lo importante. El equipo sigue a seis puntos de la salvación, pero la ilusión que se ha devuelto al aficionado con la victoria en Sevilla ha conseguido que tal distancia parezca menor. La escuadra balear tiene ya un punto de partida de mínima positividad por el que empezar a creer, algo que, hasta el momento, se antojaba imposible, al ver que, jornada tras jornada, el equipo era incapaz de sumar de tres en tres. Recuerden que, en el fútbol, creer no es meritorio. La ilusión se crea, incluso, cuando parece que no existen razones. Pero, claro, por algo será.

 

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