Sin duda, tendrá motivos para sonreír todo aficionado rojillo que haya dejado El Sadar al término del encuentro. Y es que, a pesar de lo malas que eran las sensaciones, Osasuna se ha reivindicado con fútbol y garra ante el Valencia. A pesar de que no pudo pasar del empate, el combinado de Vasiljevic fue superior a los valencianistas y dejó por fin unas muy buenas sensaciones en un encuentro liguero que se torció nada más arrancar.

Y es que apenas necesitaba un minuto el Valencia para golpear primero. Una buena jugada en la banda acabó con un centro que Munir envió al fondo de la red. Sin duda, lejos estuvo aquel de ser el arranque ideal, pero fue tan solo un espejismo. La reacción de Osasuna fue instantánea, se apretó y se encontró premio, con la colaboración de Mario Suárez. Un rechace del improvisado central acabó en pies de Oriol Riera, quien batió a bocajarro a Diego Alves para empatar el marcador. Todo esto, en cinco minutos de partido.

Con El Sadar siempre empujando y la igualada restablecida, se lo creyó Osasuna y fue a por ello. Sergio León tuvo alguna ocasión de adelantar a los rojillos, aunque la suerte no fue su cómplice y no llegó a ver puerta. El encuentro iría avanzando con cierto intercambio de intentonas, aunque solo las de Osasuna eran las que acababan generando ocasiones de cierto peligro.

Sin embargo, el destino le tenía guardado un difícil trago a Osasuna. Primero avisó Rodrigo con una muy buena ocasión desde cerca que se fue desviada, y al filo del ecuador, se encontró con un valioso regalo el Valencia. En un saque de esquina, en el cual el balón pudo estar mal posicionado al ser ejecutado, Oriol Riera erró despejando un centro al primer palo y acabó introduciendo el balón en su propia portería.

Fue un trago bastante difícil de digerir, un mazazo moral que dejaba al Valencia mandando en el marcador en el receso. Sin embargo, y pese a que aparentaba que los rojillos estaban tocados, salieron al segundo tiempo a seguir luchando. Generaron alguna ocasión buena según avanzaba el encuentro, como la que tuvo Roberto Torres en los primeros minutos de la segunda mitad desde la corta distancia, que se topó con las manoplas de Diego Alves.

Y finalmente, la recompensa llegó de nuevo para Osasuna, y otra vez, con la complicidad de la zaga valencianista. En un saque de esquina de los navarros, la zaga blanquinegra no fue capaz de despejar, y tras una serie de rechaces en una larga jugada, el cuero acabó en la frontal en pies de Roberto Torres. Éste fusiló con la zurda a Diego Alves, que solo pudo contemplar como la pelota perforaba su escuadra. Emotiva la celebración que siguió el tanto, en la cual Roberto Torres se deshizo e besos al histórico escudo de Osasuna mientras miraba la poblada grada de El Sadar.

Una vez empató por segunda vez el conjunto local, aparentaba estar más cerca de cuajarse la remontada que no que se volviere a adelantar el conjunto de Voro. Sin embargo, diez minutos más tarde, así aconteció. Una gran y rápida jugada combinativa acabó con Montoya mano a mano ante Mario, y el ex del Barcelona, no falló y definició con toda la calma del mundo para volver a adelantar a su equipo.

Este sí que pareció ser el golpe definitivo. Osasuna se quedó francamente tocado de este gol. Las piernas pesaban ya y la ilusión empezaba a titubear. Se llegó al punto crítico del encuentro cuando a cinco minutos del final, Iván Márquez erró derribando a Santi Mina dentro del área. El colegiado señaló la pena máxima. El criticado Parejo fue quien asumió la responsabilidad. Era un penalti de máxima responsabilidad, uno para jugar con fuego, y con ello, se quemó. Mario adivinó y se tiró para escupir el balón lejos de la portería, provocando la euforia en la grada.

Y esta se disparó al par de minutos después, cuando la banda izquierda de Osasuna fue testigo de la mejor jugada del partido. Clerc, quien realizó un gran encuentro, subió como un misil para realizar una gran pared con Jaime Romero en la frontal, tras la cual superó a Enzo Pérez y se plantó ante Diego. Entonces, el lateral rojillo hizo explotar a la afición con un certero remate cruzado que puso las definitivas tablas en el electrónico.

Era un empate más que merecido, y anotado por uno de los mejores hombres del duelo. Pero no contentos con ello, los navarros apretaron y buscaron cerrar la remontada con un cuarto gol que no llegó, por lo que los hombres de Vasiljevic se tuvieron que conformar con un empate. No es el mejor resultado, pero las imágenes vistas sobre el césped de El Sadar no engañan: hay equipo. Ahora tocará seguir jugando así durante las próximas veinte jornadas. Osasuna aún tiene algo que decir.