Los rojillos parecen haber recuperado la sonrisa, que se ve reflejada en el rectángulo de juego, todo esto tras una rara semana en la que Joaquín Caparros abandonó el banquillo de la entidad navarra. El partido concluyó con un abultado empate a tres goles que siendo objetivos supo a poco tras el buen partido cuajado el pasado lunes ante la escuadra che, que a pesar de ser inferior sobre el césped logró sacar un punto de El Sadar gracias a momentos puntuales como el gol en propia puerta de Oriel Riera segundos antes del descanso. Un duro golpe a que Osasuna supo sobreponerse medianamente en la segunda parte.

Dicho empate deja dos posibles conclusiones. La primera es que tras la mala racha por la atravesaba el club este empate otorga un valioso punto que al final de temporada puede decantar la balanza. Y la otra cara de la moneda sería la menos positiva por así decirlo, ya que tras la superioridad en el verde mostrada el pasado lunes es como haber perdido la oportunidad de aventajar al Valencia, un rival que parece que esta temporada será directo en la pelea por la salvación.

La clave del empate obtenido radica en el penalti parado por Mario los instantes finales del encuentro, un gol que hubiese sido letal, y que los valencianos podrían haberse puesto con dos goles de ventaja a falta de pocos minutos para la conclusión del partido. Esto y la gran jugada individual a la vez que colectiva de Clerc en el tiempo de descuento fueron los artifices de este punto que deja un sabor amargo en la plantilla. Ahora toca prolongar esta mejora en el juego en el partido de Copa del Rey que tendrá lugar en Ipurúa, aunque la remontada sea casi imposible debido a la ventaja de tres goles que consiguió el cuadro armero en la ida de octavos en el Reino de Navarra.