Los rojillos se plantaban en tierras vascas con mucho que ganar y poco que perder, ya que tras el 0-3 de El Sadar las opciones de pasar de ronda se habían reducido hasta la saciedad. Y más bien fue más de lo segundo. El objetivo para llegar a tener una oportunidad, aunque pequeña que fuera pasaba por crear peligro al principio e intentar materializar alguna de esas ocasiones, pero lo sorprendente fue que Osasuna ni tan siquiera gozó de la más mínima ocasión, mientras que la escuadra armera llevó la manija del encuentro, demostrando más ritmo en su juego, acompañado de abundantes ocasiones.

Quizá una de las razones que pueden argumentar esta nefasta actuación atacante sea la ausencia del hombre de referencia en el ataque navarro como lo es Sergio León, jugador que se postula como máximo goleador del equipo en competición doméstica con cuatro goles hasta la fecha, goles que han valido algún que otro punto.

Esta temporada los rojillos no han destacado por su capacidad goleadora, y eso ha sido un grave problema para sumar puntos en Liga. Así el balance total de los goles anotados en partido oficial han sido 18 goles en 21 partidos, pobres cifras que sumadas a los 41 tantos encajados en los mismos partidos disputados se convierten en un caldo de cultivo peligroso que puede condenar a Osasuna a un descenso tempranero de categoría.

Tras esta eliminación de Copa del Rey los navarros podrán centrarse absolutamente en la competición que más interesaba desde principio de temporada, y esto pasa por el partido del próximo domingo en El Nuevo Los Cármenes, ante un rival directo como es e Granada, al que ya venció semanas atrás en Copa remontando en su feudo en el partido de vuelta. Partido que se antoja crucial para las aspiraciones de ambos equipos.