Analizando detenidamente el partido de este miércoles se aprecia la principal razón por la cual se ha perdido el partido de esta jornada. Dicha razón radica en la falta de intensidad con la que se salió desde un primer momento al terreno de juego. Por esto entre otras cosas llegó el primer tanto del partido, que cayó del lado castellonense, llevando la firma de Roberto Soriano, que tras un rebote en el área local logró perforar desde corta distancia la meta defendida por Sirigu, abriendo así la lata del choque con un gol tempranero que sería crucial para el devenir del partido.

El partido comenzaba movidito en El Reino de Navarra y tanto la afición como los propios jugadores manifestaban su nerviosismo, a sabiendas de lo crucial que era dicho partido para sus aspiraciones ligueras. Llegado el ecuador de los primeros cuarenta y cinco minutos Alex Berenguer derribaba a un adversario dentro del área y el colegiado castigaba la acción señalando el punto fatídico. A medida que Roberto Soldado se acercaba al esférico para fusilar a Sirigu, se iban difuminando las opciones de la permanencia, y más aún cuando la pesadilla se terminó de confirmar, Roberto Soldado, que recientemente había vuelto de una lesión, perforaba la portería con un certero disparo ajustado a la esquina inferior, otorgando así a los suyos una notable diferencia en el electrónico que dejaba por los suelos la moral osasunista.

Osasuna se marchaba a vestuarios con una titánica tarea por delante, la de remontar dos goles en contra ante uno de los equipos que mejor juego practica de toda la competición doméstica. Aunque por algo estamos ante el mejor deporte del mundo, en el que puede pasar de todo. Eso pensaría la entidad osasunista en todo su conjunto cuando a la hora de partido el árbitro volvía a señalar la pena máxima, esta vez a su favor. Roberto Torres asumía la responsabilidad y no defraudaba, ya que recortaba diferencias tras engañar a Andrés Fernández.

A falta de un cuarto de hora para la conclusión, Bakambu anotaba un gol en posición antirreglamentaria, que sería anulado por el linier pero que serviría como precedente a la sentencia del duelo. Tan solo un minuto después el antes goleador Roberto Soriano se vestía esta vez de asistente para dar el pase de gol a su compañero Santos Borré, que batía a Sirigu con un disparo raso para ahora sí, sentenciar prácticamente el encuentro, al colocarse con dos goles de ventaja a falta de quince minutos.

Ni los cambios, ni el ímpetu de los rojillos pudieron con el quiero y no puedo en lo que se convirtieron los últimos minutos del enfrentamiento. Y lo que llegó fue el cuarto y definitivo gol para el submarino amarillo, de nuevo acompañado de la firma de Santos Borré, que volvía a anotar tan solo cuatro minutos después de su gol anterior, tras adelantarse a los defensores y batir al cancerbero local desde dentro del área, acabando así con las nulas esperanzas de una afición que jornada tras jornada ve como el equipo de sus amores se va ahogando cada vez más en el pozo del descenso. Algo debido a factores generales como el no aprovechar las ocasiones de las que dispone cada partido a pesar de la mejora notable en su juego, sumado a una pizca de mala suerte.

Esto deja a Osasuna como colista a nueve puntos de la salvación. Una salvación que marca el Deportivo de La Coruña con 19 puntos y dos partidos menos que el resto de sus rivales. Una situación extrema que prácticamente no hay quien la levante. Aunque en el fútbol puede pasar de todo.