Está claro que hasta que las matemáticas no digan lo contrario Osasuna peleará hasta el último partido, hasta el último aliento y hasta el último segundo por la salvación. 

Una salvación que pudo haber empezado a forjarse el pasado domingo en un siempre difícil estadio como es Gran Canaria, y ante uno de los equipos de la Liga Santander que practica el juego más vistoso y bonito de todo el campeonato. 

Y sí, se puede decir que ese partido pudo ser un punto de inflexión para agarrarse de nuevo a la pelea por evitar un descenso que actualmente está más cerca que lejos, ya que la escuadra rojilla llegó a remontar el tanto inicial, a la vez que tempranero de los canarios​. Pero que por unas razones o por otras se acabó perdiendo como viene siendo de costumbre en las últimas jornadas. Otro partido sin ganar en la competición doméstica, que sumado a los dieciocho anteriores dan lugar a una racha de una vuelta entera sin conseguir la victoria, es decir, diecinueve jornadas sin saborear los tres puntos.

Y es que hay muchas razones por las que finalmente no pudo ser. Principalmente factores como la falta de intensidad en los primeros compases del partido, cosa que ya viene de más atrás. Sin irse más lejos al partido contra el submarino amarillo, en el que también se recibió un al inicio del mismo, condicionando ya de por si el devenir del choque.

Otro factor a tener muy en cuenta es el de la posesión, destacando por encima de todo que a la media hora de juego, el cuadro de Vasiljevic contaba con un 19% de posesión, algo más que preocupante. Cosas como esta sumadas a la remontada sufrida en la segunda parte tras la remontada propia fueron grandes condicionantes para que de nuevo pasase una jornada más sin apenas puntuar.