Por fin, tras muchos meses de sufrimiento y de dudas Osasuna vuelve a ganar un encuentro en la Liga. Aunque es una victoria que llega demasiado tarde, inyecta una eficaz dosis de moral en el grupo de cara a la recta final de la temporada. ¿Se obrará el milagro?

Un Osasuna herido se lleva los tres puntos

Señores lectores, han leído bien el titular de la crónica. Osasuna ha vuelto a ganar un partido de competición doméstica, tras doce jornadas consecutivas sin rastro de ella. Y se ha conseguido en uno de los encuentros que entrañaba la temporada, no por la dificultad del rival, sino por la situación tanto deportiva como extra deportiva. Ya que el colista de la competición venía de atravesar la reciente convocatoria de elecciones a la presidencia del club por parte de la junta gestora de la propia entidad. Aunque esto no era todo lo malo con lo que se presentaba Osasuna en tierras vascas, sino que el peso de hasta las once bajas con las que se presentaba el club al choque también se hacían de pesar.

A las 20:30 de la tarde noche del miércoles Estrada Fernández hacía sonar su silbato en el feudo de la escuadra vitoriana. En un partido que enfrentaba a dos equipos aparentemente con objetivos más o menos dispares. Un Deportivo Alavés que se sitúa en la zona tranquila de la tabla dieciocho puntos por encima del descenso, y un Osasuna por su parte, colista de esta Liga Santander que hasta hace una horas ya pensaba en la Segunda División. 

Los rojillos dominaron en ocasiones en la primera parte

El encuentro no tendría abundantes ocasiones manifiestas de gol durante los noventa minutos, y los primeros cuarenta y cinco minutos no serían una excepción. El encuentro comenzaba con mucho respeto por parte de ambas escuadras hacia su rival, en el que en los primeros compases de este sirvió de estudio recíproco. Aunque la primera ocasión con relativo peligro del partido no llegaría hasta llegar al minuto 20, cuando el máximo artillero de los rojillos Sergio León recibía un pase cruzado al borde del área y conectaba un disparo a puerta, que iría dirigido al centro de la portería vitoriana, que el cancerbero local no tuvo problema alguno en detenerlo. Solo cinco minutos después el siempre activo Sergio León volvería a crear peligro sobre la meta local tras un desmarque dentro del área, pero su cabezazo ajustado al poste derecho lo detuvo Pacheco tras una soberbia intervención para mantener las tablas en el electrónico, con las que llegaríamos al final de la primera mitad.

Un gol agónico para seguir soñando

Tras el paso por túneles de vestuarios el inicio de la segunda parte se asimilaba al de la primera. Ningún equipo quería cometer errores en labores defensivas, por lo que ninguno de los dos se complicaba a la hora de salir con el balón jugado. Y como en la primera parte quien dispusiera de la primera ocasión serían los de Vasiljevic, esta vez por medio de las botas de De las cuevas, pero la ejecución no sería la correcta, ya que el esférico se marchó cerca del palo izquierdo del guardameta Pacheco. A la hora de partido el cuadro local se manifestaba de manera más destacable en ataque por primera vez en los sesenta minutos que se habían disputado, con Óscar Romero como protagonista. No obstante, el portero italiano de Osasuna, Salvadore Sirigu, detenía la ocasión con una estirada formidable cuando Mendizorroza ya cantaba el gol.

Ambos técnicos movían ficha dentro del tablero de ajedrez y a escasos minutos para la conclusión del duelo llegaría la recompensa para un hasta el momento desahuciado Osasuna. A falta de dos minutos para el final Goran Causic enviaba un buen balón a su compañero Alex Berenguer, que conectaba el cuero desde larga distancia para hacer el primero y definitivo gol de la noche. Un gol que daba la victoria a los rojillos casi seis meses después de la última, allá por Octubre, ante otro equipo vasco como el Eibar.