Lo bueno, como todo en la vida, tiene su fin. Era un reto bonito, un sueño hecho realidad, un resquicio de alegría e ilusión. Osasuna se había ganado el derecho a decir que era uno de los veinte mejores equipos del país. Osasuna volvía a primera. No obstante, todo estuvo torcido desde el mismo inicio. Desde la dolorosa marcha de Merino, una mala planificación, fichajes que no han rendido y las lesiones de los Flaño o Didier Digard. Pronto, la ilusión se iría tornando en decepción, y lo peor, es que hubo un punto en el que ya se veía venir el fatal momento que finalmente, con la derrota rojilla en el Camp Nou y el triunfo del Leganés frente a Las Palmas, ha llegado. Osasuna ya es de segunda.

Tres entrenadores ha tenido Osasuna a lo largo de esta temporada, varios esquemas y también aparentemente muy mala fortuna. Mas no es esto excusa. Es entendible que la mala suerte te azote en un encuentro, pero cuando son varias las jornadas que encajas goles tanto en los minutos finales del primer como del segundo tiempo... Es señal inequívoca que de algo se estaba haciendo francamente mal. Además, en ningún momento el equipo ha llegado a actuar como una unidad cohesionada, que llegara a plantar cara a los grandes equipos. Tuvo partidos relativamente buenos, como el triunfo en Ipurúa, pero fueron espejismos, nada más. La honrosa excepción de esta temporada fue Sergio León, que con este descenso, ve como su cláusula queda reducida a tres millones. Real Betis, Valencia o Levante son solo unos de los candidatos a contratar a un jugador que ya se sabe que dejará El Sadar este verano.

Y lo más importante, es que la mayor víctima de este esperpento de temporada no es ni la directiva, ni los jugadores, ni el cuerpo técnico. Es su afición, que es lo único que de temporada a temporada, nunca cambia. La afición rojilla ha sido el mejor jugador de Osasuna en esta temporada, con permiso de Sergio León. Y por ello, merece un equipo que vuelva a hacerla soñar, pero no en balde. Un equipo que la haga subir a las estrellas, y que planifique la temporada adecuadamente para pelear por la permanencia. Por ahora, los rojillos tendrán que volver a una de las categorías más difíciles del fútbol español. Puede pasar de todo. Pueden marcarse un "Levante" y domarla, para volver en un solo año, o puede entorpecerse el proceso y tardar varias temporadas en llegar ese ascenso que pasa a desearse desde ya. Lo único que está claro es lo de siempre. Osasuna nunca se rinde.