El Rayo Vallecano salvó un punto de la visita al estadio Municipal de Reus en un partido que parecía perdido tras el gol de los locales en el minuto 22 gracias a Folch. El gol de los catalanes llegó a las primeras de cambio, tras un córner que provocó una magnífica intervención de Toño pero no fue suficiente para evitar el tanto local.

Saltaron entonces todas las alarmas. El equipo parecía no encontrarse en el campo, jugaba a rachas, se volcaba en ataque pero no concretaba oportunidades claras de empatar el encuentro. Los cambios tampoco ofrecían soluciones, ni el obligado de Aguirre por Mojica ni las alternativas de Clavería y Manucho por Dorado y Nacho, cambios muy ofensivos por parte de Sandoval, que claramente mandaba el mensaje de ir a por el partido.

Sin embargo, el aficionado rayista no las tenía todas consigo. No se entiende por qué este equipo no había dado la cara en los partidos lejos de Vallecas. Quizá sea el peaje a pagar por haber caído al pozo de la Segunda División. Los estadios y los partidos de segunda son diferentes, y el jugador rayista no está acostumbrado a la pelea, la brega, la lucha que se necesita para imponerse en estos partidos donde se igualan las fuerzas entre exprimeras, como el Rayo, y conjuntos procedentes de Segunda B, como el Reus.

Amaya y Clavería celebran el gol. | Foto: Rayo Vallecano
Amaya y Clavería celebran el gol. | Foto: Rayo Vallecano

Con todos esos condicionantes sobre el césped emergió una figura inesperada, pero casi simbólica de un hombre de la casa para marcar el tanto del empate en el tiempo de descuento. Se trata de Antonio Amaya, el central rayista, que subió a la desesperada para tratar de empatar, y lo logró. Javi Guerra trató de batir a Edgar Badía, pero no lo consiguió. El balón se le escapó al guardameta Edgar Badía, y allí, en el área pequeña, a ochenta metros de su hábitat natural, apareció Antonio Amaya para disipar los fantasmas, revivir el espíritu del Rayo y volver a ilusionar a la afición con un empate que sabe casi a victoria.

Sin embargo, este gol no debe y no puede tapar las carencias mostradas por el equipo de Sandoval especialmente fuera de casa. Eso sí, al menos da la sensación de que este equipo está vivo y con ganas de pelear por la franja en cada partido.