El Rayo Vallecano volvió a perder, demostrando que la victoria ante el Almería fue solo un espejismo, fruto de la casualidad. La crisis institucional y deportiva sigue, Baraja pende de un hilo, los jugadores no demuestran el nivel que se espera de ellos. En definitiva, la Segunda B cada vez está más cerca y no parecen encontrarse soluciones a la altura.

El equipo saltó al Iberostar Estadi sin actitud, sin creer en el modelo de juego. Sin saber ni siquiera a qué juega el Rayo. El Mallorca aprovechó esta falta de intensidad para sacarle partido al marcador. No es que lo diga la afición o los periodistas; el propio Rubén Baraja lo decía después del partido: “Hemos entrado al partido con menos intensidad de lo que teníamos que entrar”. Y así fue.

A los quince minutos, Antonio Amaya fallaba un pase y regalaba el uno a cero a Lago Junior. Seis minutos después, Raúl Baena trataba de robar un balón en el área, pero el árbitro señalaba penalti y Culio ponía el segundo en el marcador, haciendo inútil la estirada de Gazzaniga. Solo en la segunda parte el empuje de uno de los mejores jugadores y de lo poco salvable semana tras semana, Álex Moreno, pudo hacer que el Rayo recortase distancias.

Sin embargo, el centro del campo y el sistema siguen sin ofrecer garantías. El Mallorca pasó por encima del enésimo experimento de la temporada en la medular, esta vez compuesto por un trivote entre Raúl Baena, Jordi Gómez y, un poco más adelantado, Santi Comesaña. En el descanso, Baraja se retractó y sentó al de Torrox y al gallego, para probar con Fran Beltrán y el recién llegado Toni Dovale. El debutante hizo una buena segunda mitad, asistiendo con un buen centro a Álex Moreno. Queda por ver si el ex del Leganés logra asentarse en el medio, por donde ya han pasado Cristaldo, Zuculini, Baena, Trashorras, Beltrán, Comesaña, Jordi Gómez y el propio Toni Dovale. Cada vez queda menos margen de maniobra.