Hay ocasiones en las que el hombre se acostumbra a las beneficencias que la vida le pone por el camino. Por gula o por vanagloriarse de la victoria, una vez situado en la cumbre, el ser humano quiere más. Siempre quiere más. No cree que llegado a ese punto, en algún momento, los días de penurias rebajarán las tardes de gloria a desnudos recuerdos. Momentos en los que no se valora en su justa medida aquellos éxitos que tanto costó llegar a disfrutar. Esos que pasan de tocarse con las manos a convertirse en meras ensoñaciones. En ese momento, los sueños pasan a ser puntos de alcance y para lograrlos se necesita una hoja de ruta. Llegar a donde ya se estuvo y en donde no se siente un ente extraño.

Aletargado por los éxitos, el excelso representante alemán en la década de los 90 se derrumbó sobre su éxito. El Borussia cimentó los mejores momentos de su historia con sus conquistas en los diez años que van del 93 al 2002, pero fue el zénit que antecedió la dura caída. La derrota en De Kuip, Rotterdam, contra el Feyernoord, fue una señal del camino pedregoso que estaban pendientes de recorrer antes de emerger de nuevo en pos de recuperar laureles. El Borussia ha sufrido, bordeando el abismo de la desaparición. Hoy, el equipo de borusser recoge frutos y siente que ha vuelto. De la mano de Jürgen Klopp, la puesta en escena del equipo alemán en la gran final de la Champions barrunta batalla.

Asimilar y reconstruir

Los momentos más duros son los que van desde que empieza el problema hasta que lo asimilas, comenzando en ese instante el intento por reflotar el proyecto. El Borussia, en febrero del 2005, llegó a una situación crítica, con unas pérdidas inasumibles que sumió a la junta directiva en una estado de no retorno. O se lograba una salida creativa de la crisis, o desaparecía el club centenario.

Una ayuda financiera del banco norteamericano, Morgan Stanley, y una serie de medidas nada sencillas, lograron reflotar la situación (además de la ayuda del Bayern). El crédito que recibió para salvar las maltrechas cuentas del Club fue devuelto mucho antes de lo previsto y en apenas dos años se saldó la deuda de 79,2 millones de euros. Asimismo, los dirigentes germanos pararon la sangría de gastos que el conjunto de Westfalia estaba cosechando en concepto de traspasos.

Tras años vagando por la Bundesliga, el Borussia estabilizó su situación mientras su acción en Bolsa caía más de un 90% desde los 9,5 euros (noviembre del 2000) hasta los 84 céntimos (junio del 2009). Con la recuperación deportiva llegó una estabilización en la cotización y, hoy en día, se sitúa entorno a los 3 euros.

A través de sus problemas encontró el modelo

El equipo de Westfalia aprendió a vivir dentro de sus limitaciones, a marcar una base firme sobre la que edificar. Unos cimientos asentados sobre los hombros de una cantera que estuviera preparada para suplir a los Sammer, Rosicky o Koller. Los años de grandes dispendios y sueldos desorbitados habían pasado a mejor vida. El Borussia asimiló el problema y lo hizo virtud. La paciencia y la confianza en el trabajo que se estaba llevando a cabo terminó por dar sus frutos.

Una quimera después del desierto

Jürgen Klopp había aterrizado para dirigir un carruaje clásico a través del desierto. Desde que el retraimiento de la crisis asolara al club germano los éxitos brillaban por su ausencia y sus viajes europeos se veían en la lejanía. Habían pasado años desde la última ocasión en la que el Borussia dispuso de la oportunidad o el mérito de representar a la Bundesliga en la UEFA o en la Champions. Para ello llegó un resucitador que ejerció asombrosamente un despertar en el equipo que le llevó a una gloria destinada a otros en la última década. El histriónico entrenador nacido en Stuttgart, y que había descendido con el Mainz dos temporadas atrás, a finales de mayo del 2008 se hacía oficialmente con las riendas para revivir una historia.

Sus primeras dos temporadas sirvieron para colocar al equipo en el escaparate europeo, empezando a edificar un proyecto desde la austeridad y una base coherente. En sus filas destacaba ya la presencia de Weidenfeller, Subotic, Hummels, Santana, Schmelzer, Kehl, Sahin o Blaszczykowski, futbolistas que cinco temporadas después aún siguen defendiendo los colores del Borussia.

En su primera temporada al frente del equipo, Klopp lo situó a dos puntos de Europa, premio que se llevó el Hamburgo. Sin embargo, el segundo año de contrato del polémico técnico serviría para resarcirse y esos dos mismos puntos sirvieron para distanciarse del Stuttgart en su objetivo de la UEFA. Ahí volvía a estar tras unas temporadas aciagas, alejadas de los puestos de honor, de la mano de Lucas Barrios que eclosionó con 19 goles. Además, con 17 años, con el dorsal 31 a la espalda, Mario Götze empezaba a surgir como la figura que a posteriori se confirmaría.

De la sobriedad defensiva y de la identidad de juego, Klopp hizo de su equipo un conjunto potente y casi imbatible en la temporada 2010-2011. La base reconocible que dispuso a lo largo de los partidos entregó el devenir del equipo en un agregado de jugadores que empezaban a jugar de memoria. A todo ello se sumaba el acierto en los fichajes y la calidad de los noveles que pedían paso con absoluta predisposición. El fracaso en Europa, en cuya competición cayeron en la fase de grupos, no alteró el biorritmo de un grupo que sorprendió a todos, incluido el Bayern, y levantó la Bundesliga.

Kagawa costó 350.000 euros y fue vendido por 16 millones

Si importante fue la aparición de Barrios la campaña precedente, en ésta Kagawa convirtió en una ganga los 350.000 euros que los germanos pagaron al Cerezo Osaka por sus servicios, a pesar de que su primer año (18 partidos en la Bundesliga, 8 goles) fue de adaptación. Con su explosión en la segunda (31 partidos, 13 goles y 12 asistencias) convenció a Sir Alex Ferguson para que desembolsara 16 millones de euros en el verano del 2012.

Discreto papel europeo, ratificación local

Precisamente, la temporada más importante en la carrera de Kagawa también fue la de la confirmación para el Borussia. Venían de dar la sorpresa en el campeonato alemán, pero tocaba lo más complicado que era revalidar el título contando con la vigilancia extrema de aquellos que ya le tomaban como un rival de altura.

A todo esto, lejos de Alemania el equipo volvía a quedarse fuera antes del parón invernal y con ello centraban su ímpetu en las competiciones locales. El fracaso en la Champions, donde quedó apeado en un grupo compuesto por Arsenal, Marsella y Olympiacos, no hizo más que aumentar las ganas de recuperar su puesto en Europa. Con cuatro puntos quedó clasificado como último del grupo por lo que el sueño del regreso a la gran competición europea se truncó con premura.

Fue la temporada en la que Sahin se marchaba tras ser declarado el Mejor Jugador de la Bundesliga a su aventura en Madrid, en la cual no tuvo ni la suerte necesaria, ni la continuidad requerida. Las lesiones lastraron su año y acabó por buscarse la vida una temporada después en Liverpool, acabando en diciembre de vuelta en Dortmund. Como sustituto del mediocentro turco el equipo germano se fijó en Gündogan que por 6 millones de euros menos de lo que pagó el Real Madrid fichó e hizo olvidar a Nuri Sahin.

Tras alzarse con la Bundesliga del año anterior, el Borussia se encontró ante el desafío de revalidar el título. El reto lo aceptó desafiante y volvió a batir a todos sus rivales, ésta vez dejando segundo al Bayern. Además del título liguero, los pupilos de Klopp vencieron en la final de Copa al Bayern de Múnich (por 5-2), haciendo doblete, gracias a la exhibición de Lewandowski que firmó un hattrick para certificar el triunfo en Berlín.

Se sobrepuso al Bayern en Liga y Copa

El equipo borusser mejoró sus números, sus prestaciones y alertó a Europa que su ascensión en Alemania era el preludio de su desembarco en la máxima competición del Viejo Continente tras la primera toma de contacto fallida. Buena parte de culpa de ello la tuvo la conexión Lewandoski, Kagawa, Großkreutz y el mediapunta Mario Götze, que ya era una realidad. Los de Klopp mejoraron la versión campeona del curso anterior y, batiendo récords, el Signal Iduna Park recogió los frutos de una temporada excelsa (mejor racha de victorias, victorias fuera de casa, total de victorias o puntos en una temporada).

La culminación de la obra

Lo bueno de tener una idea es que sabes cuál es el camino que debes seguir. No improvisas, actúas. Únicamente de este modo es posible mejorar con las salidas millonarias de jugadores, encontrando a bajo precio soluciones que otros no alcanzan a ver. En las últimas campañas el conjunto de Westfalia ha sabido sobreponerse a salidas de jugadores importantes como Sahin, Lucas Barrios o Kagawa. Con una mezcla de cantera y un serio trabajo de ojeadores, el Borussia mejoró con los cambios y Lewandowski, Gündogan, Götze o Reus obligaron al respetable alemán a aceptar el cambio y a darlo por bueno.

No solo mejoraban en el apartado económico, donde su situación ya está más que controlada, sino que en el terreno de juego las prestaciones que ofrecía el equipo estaban al menos al mismo nivel. La complejidad de encontrarse ante el hecho de reinventarse con asiduidad es menor si basas el proyecto en un estilo, no en unos nombres.

Tras dos triunfos seguidos en la Bundesliga, el Bayern dio síntomas de reacción. El dispendio millonario para el fichaje de Javi Martínez, la incorporación de Shaquiri, Dante y del atacante Mario Mandzukic elevó el nivel competitivo de una escuadra ya de por sí preparada. El asalto a la Liga era total del equipo de Jupp Heynckes y los borusser cedieron ante el empuje de un equipo de récord. Sin embargo, la aspiración del equipo de Klopp era competir en Europa. Tras pasados fracasos, el equipo amarillo tenía la espina clavada y quiso resarcirse en el llamado grupo de la muerte. Las 9 Copas de Europa del Madrid se alineaban junto a los petrodólares del City como barrera a los octavos. Otro histórico, el Ajax de Ámsterdam, le daba lustre al conjunto de equipos que el bombo quiso juntar. El Ajax, a priori el equipo destinado a ser mera comparsa, guardaba una sorpresa tras su inexperto equipo.

Antes de dar comienzo la competición, nadie hubiera imaginado que el Borussia podría situarse con comodidad al frente del grupo. Todo comenzó a mediados de septiembre cuando los nervios del debut no afectaron al resultado del Signal Iduna Park, donde nadie ha ganado en ésta campaña europea. El Ajax llegaba para abrir la competición y a punto estuvo de sacar un valioso empate. En contra de ello medió el gol de Lewandowski a falta de menos de cinco minutos para el final.

Lideró el grupo D con 14 puntos

Continuando con su progresión de menos a más, el segundo encuentro lo disputó en Manchester ante el City. El empate supo a poco ya que el City les devolvió la moneda dos semanas después del enfrentamiento ante el Ajax. Balotelli, aún en las filas británicas, empató cuando todo hacía indicar que el 0-1 (Reus, min. 60) iba a definir el partido. El gol del italiano colocó a los alemanes con 4 puntos, por detrás del Madrid que contaba sus dos partidos por victorias.

Precisamente, el equipo blanco fue el siguiente en enfrentarse a los borusser y de rendir visita al inexpugnable templo amarillo. El Signal Iduna Park vivió una noche mágica y con Reus comandando a los germanos, el Borussia desarboló al Madrid. Con la vista puesta en tapar a Xabi, Klopp anuló al Madrid que se volvió a ver desbordado en territorio alemán. El tanto inicial de Lewandowski (el segundo que marcaba en la competición) lo igualó tras un fallo en cadena, Cristiano Ronaldo apenas un minuto después. Al final, el tanto del lateral Schmelzer mediada la segunda parte derrotó al conjunto de Mourinho, alargando la leyenda negra que tiene Alemania para los blancos.

En el cuarto partido de la competición, con el Borussia liderando el grupo, llegó al Santiago Bernabéu coincidiendo con momentos convulsos en el Real Madrid. El equipo se dejaba llevar en la Liga, viendo como el Barcelona se alejaba de sus pretensiones y volvía a resonar aquello de que el gran objetivo era alzar la “décima”. Si en Alemania los jugadores de Klopp fueron los justos vencedores, en el Bernabéu no fue para menos pero un gol de Özil cuando el tiempo espiraba, salvó a los blancos. La primera parte de los alemanes fue un espectáculo que fue nivelada en la segunda mitad por un Madrid más asentado. Moralmente, el Borussia se fue reforzado del Bernabéu y enfiló la clasificación a octavos, con el City dando la sorpresa negativa con 2 puntos de 12 posibles.

La incontestable victoria en Amsterdam (1-4) junto al tropiezo del Madrid en Manchester, situó con una ventaja irrenunciable que hicieron buena en el último encuentro venciendo en Dortmund por 1-0 (Schieber, min. 56) al sentenciado City, que encaró con poco decoro el camino hacia su triste eliminación europea. La victoria del Madrid en casa ante el Ajax fue intrascendente y los de Klopp serían cabeza de serie en el sorteo, con el factor campo a su favor.

Los octavos llegaron mediado el mes de febrero con la visita al Shakhtar, debilitado por las bajas y la cercana venta de William. El fantasioso brasileño daba un salto de calidad a un equipo que apenas pudo sostener el empuje amarillo en su estadio (2-2), pero que fue vapuleado en el Signal Iduna (3-0). Con la sensación de ir mejorando con el paso de las eliminatorias, los germanos fueron encuadrados, con el factor campo a su favor, con el Málaga. Los de Pellegrini estaban avisados de la verticalidad y la ferocidad del conjunto amarillo y basaron su fútbol en la contención. Así, el Málaga fue superado en la Costa del Sol, pero el 0-0 pareció bueno para un equipo que disputaba por primera vez unos cuartos de Champions.

Eliminó al Shakhtar en octavos y Málaga en cuartos

El estadio del Borussia se engalanó para visita de Joaquín, Isco y compañía, pero no amilanó su fútbol entusiasta y con más intención que en la ida. El destino se alió con la máxima crueldad al permitir, por errores propios y ajenos, que el Málaga dilapidase una renta de dos goles para caer eliminados en el descuento. Las críticas arbitrales fueron argüidas por los andaluces que, con impotencia, vieron como el sueño europeo se les escapaba ante el fervor de la hinchada amarilla. El Borussia, tras una década de recuperación, asomaba de nuevo la cabeza en las semifinales.

Después, el sorteo quiso darle una segunda oportunidad al Real Madrid, que soñaba con poner coto a un ascenso tan meritorio como meteórico, sin embargo despertó a golpe de cañón en Westfalia. Los alemanes llegaron ilusionados, con la lección bien aprendida y solo desestabilizados por un movimiento cruel del Bayern. El anuncio del fichaje, por 37 millones de euros, de Mario Götze hacía presagiar problemas con el menudo atacante, pero la hinchada borusser supo entender la situación y no era otra que apoyar al equipo en la semifinal de Copa de Europa. Pronto olvidó la afrenta del internacional alemán y el Signal Iduna Park se convirtió en un templo del balompié, un auténtico monumento al fútbol en una previa de encuentro grande.

Lewandowski firmó los cuatro goles de la ida

El equipo blanco estaba en preaviso, sin embargo volvió a caer en errores pasados y los germanos desactivaron la sala de máquinas blanca para obligar al Real Madrid a usar a Pepe para funciones creativas. El resultado, elocuente, simplemente necesitó el acicate y el acierto de un delantero de campanillas. El polaco Lewandowski se doctoró ante un equipo que no supo anticipar sus movimientos y que deshojó el trébol hasta demostrar al mundo cómo sus cuatro dedos señalaban a Wembley. El apoteósico encuentro sólo estuvo mínimamente garabateado por un error defensivo que propició el único tanto blanco.

Esa minucia, por pequeña que pudiera parecer, la tomaron los blancos con fuerza para hacer de la remontada una realidad. En los minutos previos al partido, el Santiago Bernabéu creía firmemente en una quimera. El 3-0 como meta fue alimentada por unos jugadores que se vieron capacitados para arreglar su paupérrimo partido en Dortmund, sin embargo le faltó puntería en los primeros quince minutos de encuentro y le sobraron ocasiones para lograr el primer gol. Con el paso de los minutos, los blancos dejaron de creer pero Benzema marcó el primero a falta de 10 minutos y Ramos metió el miedo en el cuerpo al equipo borusser haciendo el segundo. En la orilla acabó el partido, con Sergio Ramos, consolado por Casillas, desfondado por un despliegue físico sin premio.

Ese premio, el de coger el billete para Wembley, lo recogió el Borussia. El equipo de Klopp volvía, de este modo, a inscribir su nombre en una final de Champions 16 temporadas después. Ahora, en la previa de la final de Wembley frente al Bayern, los amarillos se lamentan por la baja por lesión de Götze, pero se apoyan en un modelo hecho a la medida de jugadores, no de nombres. La estación era Wembley, merecido destino para el Borussia por su admirable camino.