El ilusionismo, arte del engaño. Mostrar algo, inalcanzable para unos como el balón lo es para el rival. Ambos encuentran el virtuosismo el camino más corto para la superación. Sus números no alertan el excelso fútbol que practican, ambos alejados de la brega por recuperar un balón que ellos siempre quieren mantener. Con su taimada mirada niegan el intrusismo de un rival que ellos creen que no merece la posesión de un juguete que ocultan a su antojo ante la querencia ajena.

Estos magos forman parte de una extraña raza de futbolistas que siguen negándose a entender el fútbol como un compendio de arras defensivas. Son héroes para niños que valoran la destreza, que se alejan de la masa para engrandecer a actores secundarios a la altura de las estrellas principales.

Aquellos pequeños que, en los cada vez menos habituales campos improvisados de asfalto, fantasean con ser Iniesta en el Barcelona de Messi, Zidane en el Madrid de Ronaldo, o Laudrup en el Barcelona de Romario. En definitiva, eso que hoy representan Mesut Özil en el actual Real Madrid de Cristiano o Arda Turan en el Atlético de Radamel Falcao.

Ilusionistas, prestidigitadores que gambetean sobre una línea que dirime el fracaso del éxito. Del ostracismo al heroísmo que levantan aquellos que son capaces de discernir un pase entre un pasillo de piernas o realizar el penúltimo regate. Özil y Arda juegan por y para divertirse, entienden el fútbol como un juego, porque así lo sienten. No existe un leitmotiv más importante para ellos que llegar al corazón del aficionado, ese que suspira de forma inconsciente su admiración cuando se reinventan en cada acción.

El aficionado y el rival saben qué van a hacer y cómo va a ser, y ahí radica la dificultad de su acción. Ahí está el contubernio de movimientos que albergan dos cerebros privilegiados, capaces de ver lo que va a ocurrir. De descifrar el movimiento del rival ante su inminente engaño. De encontrar el hueco entre los barrotes que frenan su libertad, que cohíben su virtuosismo.

El destino quiso hacerlos rivales. Caprichoso, como acostumbra a actuar, el azar los colocó con la posibilidad de vestir los mismos colores pero les alejó en sus caminos para acercarlos como enemigos. Entre 1987 y 1988, Estambul y Gelsenkirchen asistieron al alumbramiento de dos figuras que estaban destinadas a cruzarse.

Se han ganado el cariño de sus aficiones

Madrid fue el punto de encuentro, pero 8 kilómetros separan sus campos de acción, los templos en los que sus seguidores les veneran y los niños sueñan con vestir sus zamarras. El devenir quiso que el alemán decidiera ser internacional con los germanos, evitando la conexión turca o bien la repulsa de dos polos nada divergentes.

Özil, de Bulmke a Chamartín

Roald Dahl aseveró que “el que no cree en la magia nunca la encontrará". Özil, haciendo buena la frase de Dahl, fue un joven crédulo que soñó con el embrujo que impregnaban los elegantes escorzos de Zinedine Zidane. Creyó en ese fútbol y lo denominó arte, no queriendo compararse con él, creció imitando sus acciones.

Aún, joven como era cuando correteaba por Gelsenkirchen, el pequeño Mesut tenía facilidad para plasmar sobre la tierra del humilde barrio de Bulmke todas sus ilusiones. Pronto supo qué quería ser, las cualidades de genio que corrían por sus venas acabaron por catapultar su nombre a donde siempre soñó.

Las estadísticas que alumbraban sus encuentros llamaron la atención a propios y extraños. A nadie, en la Bundesliga, se le escapaba ese tímido alemán de origen turco que repartía asistencias con una facilidad inusitada. El devenir del tiempo le llevó del Schalke al Werder, y de las inferiores alemanas a defender la absoluta. Criticado por ello, Mesut siempre defendió sus orígenes y sus convicciones, más cercanas de la selección alemana que de la turca de sus abuelos.

Hoy, el elegante jugador que arrinconó a Diego a la banda cuando coincidieron en el Werder Bremen, pasa por ser un jugador admirado y querido en el Santiago Bernabéu. Mesut ha conseguido colocar su nombre en una historia de muchos quilates que, no hace demasiado, el añoraba tocar.

Arda, la sonrisa del jugón

Estambul, atestada de murmullos e ilusiones, a medio camino entre Europa y Asia, presenciaba en las estrechas calles de Bayrampasa al nacimiento futbolístico de un talentoso y menudo chico que sentía el fútbol como una pasión. Su sonrisa, impertérrita, acompañaba a una mirada hipnotizadora que fijaba a Hagi como ídolo y meta. La zurda del mito, mimetizada con su talento y su carácter, activó en Arda el espíritu competitivo, aderezado con sus características innatas.

Del equipo de su barrio al Galatasaray mediaron exhibiciones que terminaron por no pasar desapercibidas para el equipo más importante de la ciudad. El estambulita no dudó, con 11 años, en enrolarse en el conjunto en el que jugaba su ídolo Gica Hagi. Los pasos que fue dando, agigantados hacia el éxito, le colocaron como una joya a la espera de sacar todo el brillo que llevaba dentro.

De soñar con ser un ídolo, a serlo apenas terciaron unos años en los que los campos de tierra del barrio fueron testigos de su fútbol de salón. La visión de juego, su disparo y el control de los tempos le catapultaron a una fama con la que siempre nubló sus ensoñaciones. Años después, el Atlético interpuso 12 millones de euros en su camino y tomó un vuelo hacia España donde convirtió el Calderón en un santuario donde la hinchada reverencia su clase y enaltece con sus movimientos.

Özil vencedor en sus duelos particulares

El futbolista del Real Madrid cuenta por victorias los tres enfrentamientos entre su equipo y el Atlético de Madrid, cuando Arda Turan ha sido de la partida. El equipo blanco ganó en dos ocasiones por 4-1 (una en el Bernabéu y otra en el Vicente Calderón), siendo el tercer resultado el 2-0 de ésta misma temporada, con gol incluido del alemán.

Sin los duelos directos de por medio, Özil ha vencido en los dos enfrentamientos restantes que ha mediado, en Liga. Los dos de la temporada 2010/2011, el Real Madrid venció por 2-0 en casa y por 1-2 en territorio atlético, con un gol suyo en cada uno de los dos partidos. Por otro lado, Arda no ha jugado ningún partido más frente al Real Madrid sin la presencia de Mesut Özil.

El madridista ganó siempre al atlético

El anterior duelo copero entre atléticos y madridistas fue en enero del 2011, meses antes de la incorporación colchonera de Arda Turan. En aquella eliminatoria, el Real Madrid se clasificaba para semifinales por un global de 4-1. El alemán marcó el que era el 3-1 en el minuto 90 del partido de ida. En el partido de vuelta Özil también participó (75 minutos) y el encuentro se saldó con victoria blanca por 0-1, Cristiano Ronaldo. De este modo, el Real Madrid firmaba el pase a semifinales donde eliminó al Sevilla en su camino a la final en la que doblegó al Barcelona en Mestalla.

Asimismo, Özil ha disputado un encuentro contra la selección absoluta de Turquía, en el cual no participó el jugador del Atlético de Madrid (3-0 para los alemanes con gol del madridista). Con motivo del partido de vuelta, Özil fue baja por lesión, pero el que sí lo disputó fue Arda Turan por el bando turco, para el cual jugó 70 minutos en la derrota por 1-3.