Posiblemente no era momento de probaturas, momento de premios o de merecimientos. Quizá por ello Ancelotti alineó a Di María y no a Jesé, dejando para la Copa todo ello. Más o menos de acuerdo con esta decisión, lo cierto es que el italiano alineó a un once ofensivo, con los dos laterales más atacantes que tiene y con un mediocampo concentrado de talento. Quizá faltó poner al más entonado, Di María no estuvo cuando se le esperó.

El Celta aconteció en el Bernabéu con buenas intenciones, con Álex López y Rafinha de estiletes de una idea. Una idea inacabada a la que le faltó la obra más importante, el acierto de cara a gol. Los de Luis Enrique se plantaron bien sobre el césped, taparon espacios y aguardaron su momento.

Replegados atrás, aguantaron los embistes del Madrid que no eran inquietantes. Con Xabi Alonso, el fútbol blanco trataba de fluir encontrando asociaciones rápidas con Isco y Modric, bisagras entre el fútbol defensivo y el ofensivo. El problema llegó ahí.

La conexión malagueña-croata generó fútbol demasiado espeso y lento en sus desplazamientos. Todo ello se sumó a un desatinado Di María, empeñado en demostrar que la pierna derecha no es la suya, el argentino desentonó en la banda más activa del Madrid.

El Real Madrid doblegó al Celta en la segunda parte

Los primeros minutos albergaron las dudas del estadio con una ocasión cristalina para Charles. Diego López mediante, el Celta perdonó y el equipo blanco fue creciendo pero con tranquilidad. Con mucha tranquilidad. Tardó en entrar en juego el Madrid, regaló minutos al aburrimiento y se esforzó cuando se cansó de su propio ritmo ramplón.

Pero eso no llegó hasta la segunda parte, bien entrada. Los de Ancelotti se estrellaban una y otra vez hasta que el italiano decidió mover el árbol. Con Illarramendi, el Real Madrid fue otro. Quizá, ahora sí, lo esperado. Con un fútbol de combinación más preciso, el Celta se fue echando atrás.

Jesé entra y asiste

La predisposición táctica viguesa se derrumbó a causa de una mejor actitud blanca en el segundo tiempo con Jesé y Bale en el campo. De la pausa de Illarra creció el equipo y llegaron ocasiones, alentadas por un estado de ánimo que Jesé insufló en el equipo. Lo alteró.

El canario la tuvo nada más entrar y unos minutos más le sobraron para entregar en bandeja el primero a Benzema. En estado de gracia, Jesé volvió a tocar en la puerta a la espera de que su talento venza. Con el gol, el Celta trató de irse arriba, valiente.

El descaro vigués fatigó al Bernabéu, a la espera de ver algo más de su equipo. No se puede decir que fuera suficiente, pero Carvajal, que cuajó un buen partido, asistió a Cristiano Ronaldo para que empujara el segundo. El contraataque daba la tranquilidad al Real Madrid en un encuentro gris. Con el paso de los minutos, los blancos se fueron apagando, intentando con ello hacer lo propio con el partido. Cuando agonizaba, Bale dejó buen sabor de boca al ganar la línea de fondo y entregar el tercero al portugués Ronaldo.

La victoria blanca frente al Celta, a pesar del resultado, deja dudas a escasos días de recibir a Osasuna en Copa del Rey. Le faltó frescura e ideas y le sobró pegada cuando merecieron menos renta. Los de Luis Enrique cuajaron un buen encuentro, de menos a más, pero no tuvieron la mordiente ofensiva necesaria para llevarse algo positivo del Bernabéu.

Así lo vivimos.