Cerca de volver a naufragar. Esas fueron las sensaciones con las que terminó el Real Madrid su duelo ante el Athletic Club de Bilbao. Los blancos acumulaban dos tropiezos en su feudo en la competición doméstica y a punto estuvieron de dejarse dos puntos más, una situación que le hubiera privado del liderato de la LaLiga Santander. Al igual que sucediera ante el Sporting de Lisboa en el estreno europeo, Álvaro Morata ejerció de salvador y dio tres puntos vitales para el cuadro madridista en su objetivo de conquistar el campeonato, pues la derrota Atlético de Madrid en Sevilla permite ahora al equipo entrenado por Zinedine Zidane liderar la clasificación en solitario.

Alegría efímera

El inicio del encuentro, pese a no asemejarse al vivido en el Estadio Benito Villamarín, fue mejor que el de los últimos partidos en la capital de España. La presión inicial del cuadro bilbaíno duró apenas unos minutos, pues los locales comenzaron a encontrar el camino hacia la portería rival, con Kroos ejerciendo como lanzador del juego y las constantes subidas de los laterales (Marcelo y Carvajal), además de una gran actividad de Benzema, que se asoció continuamente con sus compañeros. 

Tras un par de acciones de peligro, iniciadas por balones en largo hacia la espalda de los laterales vascos, el Real Madrid encontró el premio del gol. Superado el primer cuarto de hora, Isco controló un balón y, tras perderlo en primera instancia, consiguió arrebatárselo al defensa visitante dentro del área. El malagueño levantó la cabeza y vio al delantero francés libre de marca situado cerca del área pequeña, enviándole un balón que el jugador galo no tuvo problemas para enviar a la red y alegrar a una afición que había perdido parte del encanto en los últimos encuentros.

El Real Madrid sólo jugó bien durante los primeros 25 minutos

El conjunto entrenado por Ernesto Valverde acusó el golpe durante varios minutos, pero de de nuevo la fragilidad defensiva de los blancos, que han encajado al menos un tanto en la gran mayoría de los partidos esta temporada, volvió a hacer acto de presencia. Una jugada por la banda derecha del ataque acabó en una sucesión de errores que provocó que el balón llegara a los pies de Sabin Merino, que fusiló a Keylor Navas para establecer la igualada en el marcador.

Williams dispuso de dos ocasiones clarísimas para adelantar al Athletic | Foto: realmadrid.com
Williams dispuso de dos ocasiones clarísimas para adelantar al Athletic | Foto: realmadrid.com

A partir de ese momento, el cuadro blanco fue diluyéndose hasta parecer un equipo completamente diferente al de los primeros minutos. Los rojiblancos presionaban muy bien a Kroos, y los locales eran incapaces de crear acciones de peligro sin que el balón pasara por las botas del centrocampista germano. Sólo un par de acciones aisladas, que terminaron en error, protagonizaron la 'BBC' antes de que el árbitro señalara el final de los primeros 45 minutos, desatando algún silbido en las gradas del Estadio Santiago Bernabéu.

Respiración cortada

Lejos de mejorar, las sensaciones del cuadro madridista fueron empeorando con el paso de los minutos tras la reanudación. Los hombres de Zinedine Zidane no conseguían encontrar su fútbol e Iñaki Williams gozó de una clarísima ocasión para adelantar al equipo vasco, pero su desacierto evitó un mayor disgusto para la hinchada blanca. Los minutos transcurrían sin demasiadas situaciones reseñables y Zidane inició los cambios, siendo Isco (uno de los mejores en la primera parte) el elegido para dar entrada a Lucas Vázquez.

A falta de 15 minutos para el final, Álvaro Morata saltó al terreno de juego en lugar de Karim Benzema. En el día de su cumpleaños, el canterano blanco no pudo tener una mejor celebración, pues cuando sólo llevaba nueve minutos en el césped, remató un centro de Bale en dos ocasiones para enviar el balón a la red y volver a poner en ventaja al Real Madrid. Aún quedaría un susto más para la afición madridista. Una mala cesión de Varane hacia su guardameta fue interceptada por Williams, que falló el mano a mano ante el costarricense, desperdiciando la última ocasión de un Athletic Club de Bilbao que evidenció que el juego madridista no atraviesa por su mejor momento.