Como cada día entre semana sonaba el despertador a las 08:00 horas, no fue una de mis mejores noches, me costó conciliar el sueño, jugaba el Real Madrid y los nervios eran muy evidentes. El día se iba a hacer muy largo, no me cabía ninguna duda. El conjunto blanco se iba a medir al Torino en el partido de ida de la semifinal de la Copa de la UEFA. No eran tiempos de internet así que me tuve que empapar de todo lo que rodeaba al duelo con los diferentes medios de comunicación. El tiempo del desayuno se hizo, como todo el día, muy largo. Tenía muchas ganas de ver a mi Real Madrid, el sueño de verle disputar otra final de una competición europea me hacía sentir un enorme cosquilleo en el estómago que no me dejaba ni comer.

Durante el día no hubo otro tema de conversación en el colegio, el Real Madrid se medía al Torino y todo eran conjeturas sobre quién iba a alinear en el once el holandés Leo Beenhakker. Que si entraba en el once Villarroya, que si entraba Lasa… Así durante todas las horas lectivas, a decir verdad no estuve muy atento en las clases. Tras terminar mi jornada en el colegio solo quedaba merendar, hacer los diferentes deberes y disfrutar de mi Real Madrid. Merendar, merendé poco o más bien nada y la tarea la saqué adelante como pude. Durante la tarde pude escuchar en una emisora de radio que "Juanito" iba a desplazarse desde Mérida, donde estaba ejerciendo las labores de entrenador, hasta Madrid para ver el partido. Estaba todo muy de cara, mi ídolo iba a estar en el choque ante los italianos y las cosas no podían salir mal. Ya quedaba menos para el duelo, que para mí era lo más importante del día.

Juanito gritando uno de sus goles con el Real Madrid. | Foto: Real Madrid.

La cena fue más bien escasa, una tortilla francesa y a sentarse en el vetusto sofá de casa para presenciar el partido del Real Madrid ante el Torino. El corazón empezaba a latir de manera rápida. El holandés Leo Beenhakker alineaba de inicio a Paco Buyo en la portería; en la línea defensiva estaban Chendo, Rocha, Fernando Hierro y Mikel Lasa; el centro del campo fue para Sanchís, Hagi, Luis Milla, Paco Llorente y Míchel; en la punta del ataque el elegido era Emilio Butragueño. Pero lo más importante, el de las grandes noches europeas, Juan Gómez "Juanito" se encontraba en el Santiago Bernabéu para ver y empujar a su Real Madrid.

Se tuvo que esperar a la segunda parte para presenciar un auténtico torbellino de emociones. No me quedaban uñas, con el paso de los minutos fueron desapareciendo. El mazazo llegaba en el minuto 58 cuando Casagrande ponía por delante a los italianos. Solo quedaba pensar en la épica de la época de Juanito para poder remontar un partido que se había puesto muy complicado. A partir del gol del Torino, el estadio entró en ebullición y en apenas cinco minutos, los que van desde el 60 al 65, el conjunto blanco logró remontar con tantos del rumano Gica Hagi y Fernando Hierro. Mi estómago no podía más, el Real Madrid lo había vuelto a hacer en un duelo muy complicado cargado de emoción, intensidad y tensión entre los jugadores dentro y fuera del terreno de juego. Con el pitido final del colegiado austriaco Forstinger se desató mi alegría. El pase a la final estaba mucho más cerca. Me esperaba una noche muy larga. Si la noche anterior dormí muy poco, esta no iba a ser menos. El 1 de abril pasaba a la historia, solo quedaba pensar en el día siguiente. El maldito 2 de abril de 1992.

El Santiago Bernabéu homenajeando a Juanito. | Foto: Real Madrid.

Con las legañas pegadas en los ojos, volvía a sonar el temible despertador y había que levantarse. La noche no había ido todo lo bien que esperaba, los nervios me habían hecho levantarme más de una vez y el sueño que arrastraba era bastante. El desayuno no fue muy bien, con la taza encima de la mesa se acercó mi padre y me dijo: Hijo, ha fallecido Juanito. Enseguida se me encogió el corazón, solo pude articular estas palabras a mi padre, esperando una respuesta: “No puede ser. ¿Juanito? ¿Juan Gómez “Juanito”? ¿Mi ídolo se marcha para siempre? No puede ser, no me lo creo”. Pero sí, era verdad. Mi padre me contó todos los detalles de la noticia que estaba sacudiendo todo el universo fútbol. La maldita carretera había acabado con mi Juanito. Mis lágrimas empezaron a recorrerme toda la cara, no tenía ganas ni fuerza para seguir adelante en un día tan fatídico. Mis ojos comenzaron a recibir los flashes de todo lo que había vivido de Juanito. Sus celebraciones sobre el campo, su enorme furia, su raza, su entrega y todo lo que aportaba solo por defender el escudo de su equipo del alma, el Real Madrid. Cada partido que presencié con Juanito sobre el césped fue para mí un gran recuerdo. Desde que empecé a sentir el fútbol, enseguida me incliné por Juanito, mi genio de Fuengirola.

El Real Madrid rindiendo un homenaje a Juanito. | Foto: Real Madrid.

El 2 de abril de 1992 no fue un día nada fácil para mí, se me hizo excesivamente largo. No estuve muy presente en las diferentes actividades, lo único que recuerdo que en la clase de gimnasia tocaba partido de futbol. En mi equipo estuvieron seis más uno, el siete, era para mí, lo tuve muy fácil. Como venía siendo habitual, yo era Juanito. No se me quitaba de la cabeza la noticia del formidable jugador malagueño e incluso pude celebrar dos tantos indicando el cielo, donde empezaba a jugar sus partidos Juan Gómez "Juanito". Se me fue el día, se fue "Juanito" pero cada minuto siete el Santiago Bernabéu y yo le tenemos presente en cada encuentro de su Real Madrid.

Todavía me quedan en la retina esas imágenes de Juanito saltando en el Bernabéu, su encontronazo con el alemán Lothar Matthäus, sus festejos de los diferentes campeonatos, su retirada del terreno de juego en el partido que disputaba España ante Yugoslavia en el que fue agredido por un botellazo desde la grada pero lo más importante, su fútbol y su entrega cada vez que vistió la camiseta del Real Madrid. Se terminó el día que nunca olvidaré, el maldito 2 de abril de 1992, pero siempre me quedaré con la imagen de mi mejor jugador del mundo, Don Juan Gómez González "Juanito".

Su hijo Roberto ha querido unirse a mi pequeño homenaje

Me piden que escriba un artículo sobre ti y aunque no es lo mío intentaré hacerlo lo mejor posible y desde el corazón, ese que a ti no te cabía en el pecho de lo grande que lo tenías. Lo primero que se me viene a la cabeza es tu eterna sonrisa, la que conocíamos los que te teníamos cerca, los que disfrutábamos de la alegría y simpatía que contagiabas, esa que tanto echamos de menos los que nunca hemos dejado de pensar en ti, porque tienes que tener claro que cada minuto y cada segundo, siempre estas presente en mi pensamiento.

Eras una persona compitiendo y otra en la vida cotidiana, nada que ver, el carácter a veces irracional que tenias jugando, con el cariño del padre, la fidelidad del amigo, el compañero que estaba para ayudar en cualquier cosa, el hombre exageradamente generoso con todo el mundo. Solo eras "pequeño" en estatura, en todo lo demás eras un grande.

Su hijo Roberto con el gran Juanito. | Foto cortesía de Roberto.

Como futbolista eras un genio, tenías una mezcla poco común, talento, carácter y jugabas con el corazón, lo vivías como un aficionado más y todo esto lo transmitías de tal manera que nadie lo olvida. Te declaraste madridista hasta la medula (eso lo heredé de ti) tanto que lo llevaste por bandera hasta el fatídico 2 de abril de 1992, por eso da igual donde juegue el Real Madrid, como bien exhibieron desde "tú" Fondo Sur hace algunos años, cada partido, cada minuto 7, Juanito sigues presente.

Te dejaste el alma en Burgos, con la Selección Española, Málaga y Mérida, por eso 24 años después muchos te siguen recordando, siempre lo diré, te lo mereces, me emociono solo de escribirlo pero es como lo siento. El cariño que te sigue teniendo el aficionado, el que recibo en muchos actos solo por ser tu hijo es a veces increíble y por eso nunca me cansaré de dar las gracias.

Reportaje sobre Juan Gómez "Juanito"

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