No es ningún secreto que el poderío aéreo del Real Madrid es una de sus grandes fortalezas. Lo que quizá no es tan obvio es que a lo largo de esta temporada se ha acentuado dicha faceta, llegando incluso a superar de manera amplia a cualquier otro grande de Europa en este aspecto (24 frente a los 15 del Arsenal, de Arsène Wenger).

Pero los datos son simplemente eso que tanto le gustaba a Rafa Benítez: datos. Y los datos (y los goles aún más), para que supongan algo significativo, han de suponer una ventaja en la práctica para el equipo a lo largo de la temporada. No resulta baladí el hecho de que el equipo de Zidane ha logrado puntos importantes gracias a goles de cabeza (goles del empate y de la victoria, de Mariano y de Sergio Ramos respectivamente, contra el Deportivo de La Coruña, gol del empate frente al Barcelona en el Camp Nou o los goles de Morata y de Benzema, en distintos partidos, para lograr dos importantes victorias contra el Sporting de Portugal en Champions).

Como resulta evidente, han sido varios los jugadores que han aportado puntos de cabeza al equipo en momentos clave, de lo que se deduce que la razón de esta fortaleza no solo reside en la capacidad individual de jugadores como Ramos o Morata para el remate (como así es) sino también en una correcta preparación de estas jugadas en los entrenamientos. Cuando se trabaja en algo se nota. Y se nota que Zidane trabaja la estrategia con sus pupilos.

No es casualidad que Ramos se encontrase prácticamente solo en el remate del gol al Barcelona ni que se pudiese adelantar a los zagueros del Deportivo de La Coruña en el gol que le daba a los merengues una victoria agónica, sobre la bocina. Tampoco fue fruto del azar que el gol de Morata al Sporting viniese de un centro de James, libre de marca, desde la izquierda, ni que un gran rematador como Morata estuviese en una posición cómoda para el remate sin casi oposición: el desmarque de los jugadores de ataque del equipo en la jugada fue fundamental para liberar al lanzador (James) y al ejecutor (Morata).

Poco a poco el equipo blanco ha ido sustituyendo al Atlético de Simeone como equipo más peligroso en jugadas aéreas (algo que fue clave en la liga cosechada por el equipo rojiblanco hace tres temporadas).

Está claro que hay calidad, incluso para rematar de cabeza, pero no debemos ignorar el mérito que Zidane y su cuerpo técnico merecen en la preparación. Todo ello ha creado un caldo de cultivo que ha desencadenado algo que era inevitable con estos mimbres: el Real Madrid es un equipo temido también en las alturas.

Una fortaleza más del compacto y peligroso equipo que Zinedine Zidane lleva confeccionando desde que fue nombrado, hace ya más de un año, entrenador del primer equipo del Real Madrid.

A este Real Madrid es muy difícil pararlo.