Corría un 30 de enero, más concretamente de 2010, cuando el Real Madrid viajó a Riazor para enfrentarse al Deportivo de la Coruña en la vigésima jornada de Liga. Pero ese día tan frío del primer mes de 2010, no iba a ser como otro cualquiera. Aquel día en Riazor cambió la historia de los duelos entre ambos clubes. Una historia que cambió el "14" mágico, José María Gutiérrez "Guti".

El Real Madrid iba a Riazor convencido de que aquel partido, debía ser el que rompiera la mala racha en Coruña. Y es que, los blancos llegaban al estadio blanquiazul tras 18 años sin ganar. Concretamente el calvario merengue comenzó el día 3 de octubre de 1992, cuando el Deportivo se impuso por 3-2, con doblete de Bebeto y con Luis Enrique en el once inicial blanco. A partir de ahí, doce derrotas y cinco empates fue el balance del conjunto madridista.

Pero aquella noche de enero Guti decidió disfrazarse de héroe y reconquistar Riazor. El partido empezó ya de cara para el Real Madrid, porque Granero tras aprovechar un rechace de la defensa gallega, logró perforar la redes coruñesas sin haber llegado siquiera al primer cuarto de hora.

Todo transcurría con tranquilidad. El descanso parecía hacer presencia en el coliseo deportivista. Pero aquel parón no iba a llegar tan pronto. Kaká logró conectar con Guti, a falta de cinco minutos para el final de la primera mitad, y este con un gran control se plantó delante de la portería de Aranzubía. Gol, parecía sonar en las gradas de Riazor. Pero... de repente un taconazo, un gesto técnico sorprendió a la afición congregada aquella noche. En primer lugar parecía una locura, ya que Guti estaba solo y tenía en su mano el 0-2. Pero el maestro blanco vio algo que, para el resto, había pasado desapercibido.

Fuente: www.realmadrid.com
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Y es que, detrás de Guti llegaba Karim Benzema con mucha fuerza. Por ello Guti se decidió a dar el más tarde denomidado "Tacón de Dios", para que Benzema solo tuviera que empujar el balón al fondo de la red. La cuestión es como Guti vio al delantero galo detrás suya sin levantar la mirada del suelo, y mucho menos la cabeza.

Aquel gol supuso una moral infinita para los blancos, que terminaron ganando 1-3, tras un gol de Riki de penalti y la sentencia siguiente de Benzema.