La posesión del Barça de Pep. El contragolpe del Madrid de Mou. La velocidad del Borussia Dortmund de Klopp. Son muchos los equipos que han optado por un estilo característico en la última década. Y se veía normal. Porque eran (y son) modelos antagónicos que muchas veces encontraban las debilidades del contrario. Ellos sabían a lo que jugaban y creían en que esa era la única manera de triunfar.

Pero el fútbol ha cambiado. O mejor dicho, ha vuelto a la "normalidad". Y es que lo diferente era aquello. Formaciones y tácticas inamovibles que encontraron la gloria, pero que fueron diluyéndose con el paso de los años para dar paso a un juego mucho más global. Mucho más abierto en todos los sentidos de la palabra. 

Cristiano y Arbeloa en 2012. Foto: UEFA.
Cristiano y Arbeloa en 2012. Foto: UEFA.

El conjunto blanco es un ejemplo de ello. Y lo es gracias a su actual técnico. Quizá estaría bien destacar la figura de Zinedine Zidane más allá de su gestión de grupo. Ganar dos Champions en año y medio no lo consigue un simple "gestor" de plantilla. Ni tampoco un hombre con voz dentro de un vestuario. 5 títulos en 18 meses son registros que marcan el inicio de una era gloriosa tanto en el Real Madrid, como en la carrera de "Zizou" como entrenador.

La premisa del galo desde un principio siempre fue clara: equilibrio. Haciendo referencia a su "padre" en el mundo de los banquillos (Ancelotti), el francés introdujo lo antes posible a un hombre que se convertiría en esencial dentro del once merengue: Carlos Henrique Casemiro. Pocos futbolistas son tan vitales dentro de la escuadra de Chamartín como el brasileño. Porque roba, lucha, recupera e intimida a los contrarios con su propia envergadura. Es la apuesta de Zidane en el Real Madrid. 

Casemiro en Anoeta.
Casemiro en Anoeta.

Pero, ¿en qué se resume la apuesta de Zidane en el equipo blanco?Fácil. Colocar sobre el césped, a la máxima cantidad de variantes posibles. Si hay que mantener el balón en campo contrario, ya están Ramos, Kroos, Modric, Isco e incluso Karim Benzema para ello. Si hay que replegarse atrás y buscar el juego duro, el propio capitán y Casemiro disfrutan todo el tiempo que dure. Si hay que salir a la contra, Gareth Bale y Marco Asensio son los indicados. Y si hay que diferenciar por bandas, Carvajal, Marcelo y Lucas lo saben hacer a las mil maravillas. 

Esto es el Real Madrid. Un conjunto mixto, capaz de adaptarse a lo que le pide el contrario y el contexto de juego. Se puede entrar en análisis detallados de cada partido. En cómo Casemiro adelanta su posición para que Kroos y Modric saquen el balón desde atrás de una manera mucho más aseada. Cómo Cristiano Ronaldo ha ido fijando su posición al lugar del nueve. O cómo Isco busca constantemente la formación de triángulos con el objetivo de circular mucho mejor el cuero. Pero alzando la vista, y realizando una valoración general del juego merengue, es imposible colocarle un cartel a este equipo. Básicamente, porque los tiene todos.

Kroos.
Kroos.

Y si a todo eso le sumamos el poderío aéreo (tanto en faceta defensiva como ofensiva), la capacidad que tiene Zidane para leer los partidos desde el banquillo (lo vimos en la final de Cardiff con ese cambio de posición de Toni Kroos, o en las semis ante el Atleti con la entrada de Lucas y Asensio), y, por supuesto, la calidad individual y diferencial de la plantilla merengue, se obtiene al mejor club de fútbol del mundo en la actualidad. Y esto es solo el principio.