El Santiago Bernabéu no está completo del todo. Falta algo. A pesar del gran ciclo deportivo que atraviesan los merengues, existe un cierto anhelo imborrable. Incapaz de ser olvidado por la mayoría del respetable que acude a Chamartín los domingos por la tarde. Un recuerdo de paradas imposibles. De estiradas ganadoras. De capitanía. La memoria del (probablemente) mejor portero de la historia del Real Madrid: Iker Casillas.

Es difícil explicar la historia del actual arquero del Oporto, sin nombrar la relación con el club de su vida. Porque 25 años dan para mucho. 25 años defendiendo la portería con el escudo blanco pegado en la camiseta y en el corazón. Desde prebenjamín hasta el primer equipo. ¿Quién le iba a decir a ese joven chico de Móstoles, que terminaría convirtiéndose en el referente de un equipo de época? Seguro que muchos. Y es que Iker ya era un prodigio. Lo fue de joven y de no tan joven. Para los que lo apoyaban y para los que no, también. Siempre haciendo lo que mejor se le daba: parar.

A raíz de eso, lo ha ganado todo. Copas de Europa, Ligas, Eurocopas, Mundiales, Supercopas, etc. Nombrar el palmarés de Casillas sería llevar este texto a las 1000 palabras solo con sus títulos logrados. Un auténtico escándalo. Por ello, es mejor remitirse a su significado como madridista. Al niño de 16 años que dejó el instituto para viajar a Noruega a jugar un partido de Champions League. Al ángel de la guarda de los "Zidanes y Pavones". Al capitán de "La Roja". "El Santo".

Iker Casillas en su despedida con varios trofeos | Foto: Dani Mullor (VAVEL España)
Iker Casillas en su despedida con varios trofeos | Foto: Dani Mullor (VAVEL España)

Casillas ha sido muchas cosas. Y quizá esa fue la razón de su éxito por los campos de España. Porque todo ello, unido a su carácter inusual en una estrella como él, y su forma de hacer las cosas dentro de un terreno de juego, le ayudaron a ganarse el respeto de un país entero. Incluso allá donde no querían verle por Cibeles ni de visita. No importaba. Iker es querido por todos. Y siempre guardará eso: "Solo quiero que me recuerden por ser buena persona", subrayó en la rueda de prensa de su despedida.

Lo cierto es que la trayectoria del exguardameta del Real Madrid nunca estuvo marcada por sus rasgos físicos. Porque hoy aparecen los Courtois, De Gea, Donarrumma y cía (y todo lo que eso conlleva), y no es fácil pensar cómo un guardameta de 1'85 m. estuvo 15 años defendiendo la portería del club más laureado del mundo. Pero había algo más. Algo tiene que tener el jugador con más internacionalidades en la historia de la selección española. Y ese algo solo lo ha tenido él en la última década. Un ángel que rodeaba su área de influencia. Una ayuda extra indefinida que conocen todos los delanteros que han pasado por La Liga. Ya sea una volada a mano cambiada. Un pie abajo. O una estirada inverosímil. A Casillas le gustaba dejar incrédulo a todo el que lo viera. Ese era su gran talento.

Iker Casillas durante un partido con el Real Madrid | Foto: Miriam Mata (VAVEL España)
Iker Casillas durante un partido con el Real Madrid | Foto: Miriam Mata (VAVEL España)

Ya no es momento de hablar de salidas decepcionantes o no equiparables a lo que le ha dado al Real Madrid. Ningún acto jamás realizado estará a la altura de lo que fue Iker Casillas en el conjunto merengue. Y quizá eso fue lo mejor, porque de esa manera, no se le conmemora durante el día de su despedida o en su última rueda de prensa. Se hace visualizando sus paradas. Sus manos imposibles. Sus triunfos. Su madridismo. Así es cómo se recuerda a una leyenda de verdad. Así es cómo merece ser rememorado el mejor portero español de la historia.