Tras una tranquila victoria del Real Madrid ante el Eibar, el conjunto merengue vuelve a posicionarse en la tercera posición de la tabla y a 5 puntos del líder gracias a los goles de Paulo Oliveira en propia puerta, Marco Asensio y Marcelo. El conjunto armero llegaba necesitado de puntos al Bernabéu tras solo haber conseguido 7 en lo que va de temporada encontrándose en la decimosexta posición, aunque en el otro lado del campo se encontraba un Real Madrid que no puede permitirse volver a perder puntos si no quiere desengancharse de la lucha del liderato en tan tempranas fechas.

El Real Madrid no tuvo ningún problema en abrir el marcador cuando en el minuto 18 Paulo Oliveira introdujo accidentalmente el balón en su propia portería mientras intentaba despejar un centro al área de Marco Asensio, el mismo Asensio que 10 minutos más tarde sentenciaría el partido anotando el segundo gol del encuentro; pero indudablemente, es de destacar la precisión y efectividad que desarrolló Marcelo tras su entrada en el campo en el minuto 70 de partido.

El lateral tan solo necesitó 12 minutos para anotar el tercero del partido, un tanto que sin ninguna duda permanecerá en las retinas del madridismo durante un tiempo debido a su belleza, a su vertiginosidad y a la contundencia desatada cuando hay que desplegarla. Una belleza que inicia con un taconazo de ensueño de Karim que le abre las puertas a Theo y le permite recorrer la banda izquierda con tal velocidad como si de una autopista se tratase, Theo le cedió el relevo del balón a Marcelo para que al primer toque hiciese una pared con Karim que en ese mismo momento se convirtió letal e infalible, la zaga del Eibar ya no podía hacer nada y Marcelo dejó pasar la pelota entre sus piernas para sentenciar con contundencia una jugada que ya dejaba visos de peligrosidad desde su inicio.

Y es que es cierto que Marcelo no solo juega al fútbol, Marcelo baila, se muestra y se esconde, con el balón o sin él y es capaz de convertir en arte lo que para algunos puede resultar un sencillo toque de balón.

Además, Marcelo ya es una prueba en vida de que lo bueno tarda en llegar y que cuando llega (por desgracia) dura poco: El lateral izquierdo del Real Madrid no se caracteriza por obtener un alto número de goles en cada temporada de las que lleva en el conjunto blanco ni por anotar en varios partidos seguidos pero cuando marca, marca bien, y además hace ganar, gana puntos para su equipo como los conseguidos ante el Valencia la temporada pasada en el Bernabéu gracias a su tanto anotado en los últimos minutos del partido que bien pudieron valer el pasado campeonato de liga, o cuando dio la asistencia de gol para el cabezazo de Morata en el Estadio de la Cerámica ante el Villarreal que supuso la remontada de un 2-0 casi imposible en el pasado mes de febrero. 

Pero ante todo, a Marcelo no le hacen falta estadísticas que corroboren su actividad en el partido, es su juego y su desborde lo que le ha convertido en uno de los mejores laterales izquierdos del mundo, porque cuando Marcelo encara solo hay dos posibilidades: Sucumbir en la batalla, o unirse al baile, ese baile que tanto enamora al madridismo.

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