Era enero del año 2015. Cristiano sube al estrado a recibir su tercer Balón de Oro y lanza un reto: “No voy a parar hasta alcanzar a Messi”. Muchos alabaron el tremendo afán competitivo de alguien cuya meta era igualar al, para una mayoría, mejor jugador de la historia. Pocos se tomaron en serio esas declaraciones.

Pero Cristiano calló y se puso a hacer lo que mejor sabe, marcar goles. Se puso las botas, cogió la mochila y la bombona de oxígeno y se dispuso a escalar la montaña más alta del mundo, aquella que le llevaría al olimpo del fútbol donde solo esperan los elegidos. Y el año de coronar esa cima ha llegado. Ha sido en 2017 cuando el portugués ha confirmado que aquel sueño inverosímil para muchos de alcanzar a Messi era posible. Durante este año ha recibido su quinto Balón de Oro y su segundo premio The Best. Un esfuerzo y trabajo de mucho tiempo que ha culminado en uno de los mejores años de la vida profesional de Cristiano.

Pero no queda ahí la cosa. No solo de premios individuales vive el luso. Cristiano ha sido el estandarte, el portador de la bandera blanca con el escudo del Real Madrid que ha ido clavando en cada estadio con cada título conquistado. Uno de los principales artífices de que el Real Madrid haya logrado el mejor año de la historia. Y eso hablando del club blanco es mucho decir.

Su conquista más reluciente fue la Duodécima Champions. El portugués parecía no estar del todo enchufado, pero fue escuchar el himno de la Copa de Europa en las eliminatorias ante los mejores rivales del mundo y ponerse a marcar goles como un animal. Neuer, Oblak y Buffon. Tres de los mejores porteros del planeta y todos con algo en común: sucumbieron ante la voracidad goleadora de un Cristiano que tenía entre ceja y ceja ser el protagonista de la Champions. Cinco goles en los cuartos ante el Bayern de Munich, hat trick en la ida de las semifinales ante el Atlético y doblete en la final ante una Juventus que llegaba como el equipo menos goleado de la competición. Números digno de una leyenda. Todo ello más los goles anotados en la fase de grupos hicieron que Ronaldo fuera, otra vez más, el máximo goleador de una Champions que debería llevar su nombre serigrafiado bajo el trofeo. Por si fuera poco, esta temporada va al mismo ritmo en la competición continental habiendo conseguido nueve goles en seis partidos y siendo el primer jugador de la historia en marcar y todos los encuentros de la fase de grupos.

En Liga sus números siguen siendo magníficos, aunque bajó algo el ritmo al que tenía acostumbrado al madridismo. 25 tantos que le valieron al Real Madrid para conquistar el título. Le pasó lo mismo que en la Champions. Comenzó bajo de forma, pero a medida que iban pasando los partidos, los goles iban cayendo cada vez más en abundancia. En esta temporada no ha comenzado demasiado bien y únicamente ha perforado la portería rival en cuatro ocasiones. Aunque, visto lo realizado la pasada campaña, esto solo parece que pueda ir a mejor.

Cristiano celebra uno de sus tres goles en las semifinales de Champions/Foto:Vavel

La Supercopa de España tuvo un sabor agridulce para el portugués. Por un lado, contribuyó a sumar otro entorchado más con un golazo en la ida en el Camp Nou ante el Barcelona, pero se marchó expulsado y tuvo que hacer frente a una sanción de cinco partidos. En la Supercopa de Europa participó a un ritmo menor pues venía de disputar la Copa Confederaciones con la selección portuguesa.

Para cerrar este año de ensueño, lo hizo a lo grande en el Mundialito. Marcó en las semifinales cuando su equipo más lo necesitaba y en la final un gol de falta que le dio el título final al Real Madrid. Dos goles para conseguir otro récord histórico: convertirse en el máximo anotador de la historia del Mundial de Clubes.

Datos que hacen que Cristiano haya terminado el año con 53 goles en su haber, siendo así uno de los jugadores más prolíficos del mundo otra temporada más. Ya ha llegado a la cima de la montaña. Su nombre, tras este año irrepetible, ya preside en el olimpo de los más grandes de la historia.