A pesar de los últimos meses, el Real Madrid ha completado un año pletórico. El mejor de su historia. Cinco títulos. Varios tramos de temporada con un fútbol dominador. Y una sensación de poderío que poco recordaba el club de Chamartín. Eso sí, hay futbolistas que no se salvan para la hinchada blanca. Benzema es uno de ellos, eso es evidente. Y Gareth Bale, también. El "expresso de Galés" ha vivido el año más largo de su carrera. Varias lesiones le han restado una continuidad vital para entender su explosivo juego. Y para mantener su titularidad sobre el verde (Isco ha demostrado ser más determinante). Parece ser que solo un cambio repentino de las cosas, aseguraría su continuidad en el actual campeón de Europa. Pero ni así.

Porque Bale no ha estado. Y cuando lo ha hecho, tampoco se le ha visto. El ritmo que ha implantado Zinedine Zidane este curso (contando con la campaña anterior), es de un Real Madrid supeditado a los centrocampistas. Un combinado que se caracteriza por ralentizar el balón y esperar a la magia de alguna de sus individualidades, para abrir defensas contrarias y marcar. Y claro, eso al británico no le beneficia. 

De todos es sabido, que cuando mejor ha jugado Bale en el Real Madrid, ha sido sin Cristiano Ronaldo sobre el once (más espacios que abarcar), o actuando desde la banda izquierda (facilidad para correr y centrar). Ahora bien, eso ya no parece ser posible. Las pocas veces que Gareth "ha vuelto" este curso (después de algúl percance muscular), ha tenido que ejercer labores casi de delantero centro puro, ante la falta de un "9" rematador en el campo. Teniendo que jugar de espaldas. Mirando a su propia portería o esperando centros para aprovechar su remate de cabeza. Muy bueno, sí, pero reducir sus funcionalidad a solo eso, no deja en buen lugar a nadie. 

Foto: Realmadrid.com
Foto: Realmadrid.com

Bale ha jugado, entre el curso anterior y este, 40 partidos. Para hacernos una idea de lo pobre que este bagaje, veamos los datos de Toni Kroos: 70 encuentros. Casi el doble. Así es imposible encontrar regularidad. Ya no solo futbolística, sino mental. Las lesiones terminan por carcomer la cabeza de los jugadores. Los corroe. Les invade el miedo a volver a ponerse una botas. En un deportista de alto nivel y que se basa mucho en su físico, como es el ex del Tottenham, esto se multiplica por mil. Porque ya no corre como antes. Ya no esprinta como antes. 

Sin embargo, no todo son malas noticias para el "11" merengue. Tal y como se comentó en el primer párrafo, el Real Madrid no está bien. Desde que llegó "Zizou", nunca se había visto al conjunto de La Castellana de esta manera. Tan apático. Tan carente de ideas. Tan apagado en todos los sentidos. Y lo cierto es que la aparición de Bale en las últimas semanas, ha alegrado a las oficinas del Santiago Bernabéu. El galés ha sido capaz de ofrecerse como esa pieza diferente que necesita su equipo para verticalizar. Coger el balón y encarar a portería. Con tanto jugador habituado a jugar detrás de la pelota (Casemiro, Modric, Kroos, Isco, Kovacic, Ceballos), una figura como la de Bale, se hace más importante que nunca.

2018 será un año muy importante para el británico. Su selección no juega Mundial, pero nadie duda en que tendrá un verano movidito. Aunque juegue a un nivel excelso estos meses que quedan de campaña. Quién sabe lo que depararán. O si es capaz de convencer de una vez por todas a su entrenador y la cúpula blanca. Bale se juega mucho. Cualidades para callar bocas tiene. Y muchas. Pero para demostrar hay que estar en forma constantemente. No lesionarse cada mes y medio. Veremos.