Sevilla tiene un color especial. O eso dicen. Desde luego, para el Real Madrid parece que sí. Bien es cierto que el Betis siempre ha puesto alguna que otra dificultad al equipo de Zinedine Zidane, pero la última vez que el Real Madrid visitó el Benito Villamarín, la historia cambió bastante. El conjunto blanco era líder de la Liga con menos de una decena de jornadas disputadas y el Barcelona era su fiel perseguidor a tan solo cuatro puntos de distancia. Por ello, el Madrid llegaba con algo de tensión a tierras hispalenses.

Fuertes desde el primer pitido

Desde el inicio ya se podía ver que los merengues iban a por todas y que el Betis no parecía para nada metido en el encuentro. Cuatro minutos le bastaron a Varane para hacer el primero rematando de cabeza en un centro de Kroos desde una falta lateral y dar un golpe sobre la mesa. El equipo visitante, vestido de morado, no dio ningún tipo de opciones ya que la posesión y el juego le pertenecían. Los béticos observaban y no reaccionaban.

Llegó el segundo, al igual que el primero, tras una asistencia de Kroos: un error tremendo de Joaquín en la salida de balón del Betis supuso un rápido ataque que finalizó con Benzema marcando el segundo de la noche. Mientras la afición bética no se terminaba de explicar el declive que estaba sufriendo su equipo, una jugada al borde del área ocho minutos después cuyo balón se posicionó en los pies de Marcelo tras un extraño rebote dio una ventaja mayor al Madrid con el 0-3.

Sin descanso ni perdón

Cuando los primeros cuarenta y cinco minutos estaban cerca de acabar llegó el tanto de la noche: Pepe salió disparado al recuperar un balón en un saque de esquina local y, con él, seis jugadores más del Madrid. Después de la intervención de Kovacic, Benzema, Cristiano Ronaldo, Pepe otra vez e Isco, el conjunto de Zidane daba a entender con un contragolpe de ensueño que la especialidad del Real Madrid siempre había sido este tipo de ataque. La pañolada de la afición del Villamarín se hacía cada vez más presente viendo lo estático e incapaz de reaccionar que era su equipo.

Poyet debió echar una buena bronca en el descanso ya que, con la entrada de Zozulya y Cejudo, el equipo parecía más concentrado y dispuesto a ponerle las cosas difíciles a los de Zidane. De hecho, Cejudo, tras un pase de espaldas de Joaquín, acortó distancias a los diez minutos de haber empezado la segunda mitad, tanto que buscaba dar algo de esperanzas a todo el club bético.

Poco duró la alegría en el feudo local: Isco Alarcón aprovechó un centro de Cristiano Ronaldo que no logró rematar Benzema para colocar el balón en la escuadra ante la atónita mirada de Antonio Adán. Un gol digno de admiración que dejó la cara hecha un cuadro tanto a jugadores como a cuerpo técnico béticos. Los ánimos que traía el conjunto hispalense durante los primeros minutos se iban desvaneciendo de nuevo al son de una melodía morada de goles.

Hubo una bajada de ritmo con el 1-5, algo que aprovecharon tanto Poyet como Zidane para realizar cambios como la entrada de Ceballos en el Betis y la entrada de Lucas Vázquez y Morata en el Madrid. El mismo Morata fue el autor de una gran asistencia hacia Cristiano Ronaldo que, en el minuto 78, se plantaba ante Adán y marcaba el sexto tanto, gol que cerraría el marcador y hacía incansables los pitos de la afición a un equipo que poco había hecho por evitar la goleada. Esta fue la última vez que el Real Madrid visitó el Benito Villamarín y los recuerdos son más que bonitos. ¿Será capaz Zidane de volver a anular por completo las estrategias béticas?