Con la llegada del otoño, los árboles pierden sus hojas, sus ropas. Quedan desnudos, indefensos, apagados ante el azote de un invierno que aguarda a la vuelta de la esquina. A la Real le ha pasado algo parecido que a los troncos a los que solo les quedan unas míseras ramas secas por aguantar. Los blanquiazules se han apagado, han perdido el encanto, el colorido. Su juego se ha vuelto triste y espera ansioso la vuelta de la primavera. La vuelta a la victoria.

Desde el lejano triunfo frente al Lyon en la vuelta de la previa de la Champions League, los donostiarras no han vuelto a saborear las mieles del éxito. En Liga, tan solo se han conseguido los tres puntos contra el Getafe, en la primera jornada. El bagaje empieza a ser alarmante. Aunque solo andemos por la jornada 8.

Esta vez un penalti privó a los de Arrasate de poder arañar un punto en el fortín de Vallecas. Otra vez volvieron a encajar los donostiarras el tanto decisivo en los instantes finales, cuando más duele. Quizás lo más justo hubiera sido un reparto de puntos, pero hoy se ha comprobado que, cuando las cosas no salen, hasta el último segundo hay que continuar ojo avizor.

Y eso que los madrileños llegaban colistas a la cita. Como los realistas, tan solo una victoria, también en la primera jornada del curso. Contaban el resto por derrotas, pero llegó la Real, y cambió la suerte. Puede que la Champions fuese la diferencia. O puede que no.

Sin Pardo, sin magia

Los rayistas comenzaron dominantes el choque, y se toparon hasta en dos ocasiones con la madera de Claudio Bravo. Sin hacer nada del otro mundo llegaban más, pero sin demasiado peligro. El conjunto txuri-urdin por su parte no jugó bien, y ni tan siquiera llegó a parecerse al del otro día en el BayArena. Elustondo y Markel volvieron a repetir en el doble pivote, y se echó de menos la magia.

Y eso que Agirretxe tuvo un par de buenas ocasiones, pero parece que el balón también le haya dado la espalda a los guipuzcoanos. Puede que el esférico se pregunte dónde se encuentra Rubén Pardo, que es de los que mejor le trata en la zona ancha. Mientras Vela busca su mejor versión y Prieto se recupera, la Real Sociedad ha perdido su encanto. La chispa, dicen unos, la frescura, dicen otros tantos. Lo que a fin de cuentas era la Real la temporada pasada. Aquella que enamoró.

La Real Sociedad ha caído en depresión, si no había caído antes. Si alguien pretendía que iba a funcionar como hace menos de un año quizás esté equivocado. O quizás no. Igual hay quien tan solo espere un choque como el de la Rosaleda del pasado campeonato. Para recuperar el encanto. Para volver a florecer.

VAVEL Logo