La victoria de los coruñeses dejó en evidencia alguna de las erratas más importantes que pueda haber demostrado la Real Sociedad a lo largo del año. 

Falta de tensión y presión

Quizá el pecado capital y causante directo del resto de errores y desajustes del equipo en el Estadio de Riazor. En una delantera formada por Oyarzabal, William José y Vela y con un mediocentro confeccionado por Canales, Xabi Prieto e Illarramendi (Zurutuza ocasionó baja), se erró en las primeras y segundas fases de presión.

La muchas veces habitual primera línea de presión generada por los atacantes txuri-urdin fue en esa ocasión a ratos efímera, a tramos inexistente y del todo ineficiente. Superada esta, el Deportivo de la Coruña se encontró con un centro del campo carente de presión, que permitía vagar y hacer circular el balón entre los oponentes sin mayor resistencia que un tímido acercamiento de los mediocentros. Estos estuvieron en Riazor carentes de mordiente permitiendo al rival, mirar los movimientos de sus compañeros y pensar la jugada en un choque donde la Real Sociedad  también echó de menos una de las mayores virtudes de su media, la del robo del esférico para, posteriormente, crear, organizar y plantear su juego trenzado o llegadas veloces. A ello hay que añadir, la vacilación a la hora de hacer mover el esférico y la imprecisión en los pases, que permitieron al Deportivo hacerse con el balón mediante robo o interceptación.

Balones en largo y a la espalda

Su gran talón de Aquiles en el encuentro disputado en Riazor y así mismo consecuencia directa del punto anterior. De los balones en largo y a la espalda de la defensa, ya sea en una relación entre lateral-central o central-central, llegaron gran parte de las ocasiones de ataque de los locales. Con Andone como hombre de referencia, los centrocampistas del cuadro gallego repitieron de forma sistemática la fórmula: Balón al espacio para que corriese un efectivo Andone. La otra variante fueron esos mismos balones pero teniendo como destinatarios a unos extremos que tenían el carril libre y a su delantero esperando presto en el área. De esa forma llegaron el segundo, el tercero y el quinto de los tantos del Deportivo de la Coruña y facilitaron el saque de esquina del primer gol. A los que hay que sumar otras tantas ocasiones con patrón idéntico que no subieron al luminoso pero que sí generaron peligro.

Sin duda, no fue la noche de la defensa txuri-urdin que se vio desbordada por unos desplazamientos en largo que no supieron ni atajar de forma contundente y donde los atacantes oponentes les ganaron en velocidad. Una lucha perdida que no supieron revertir logrando un mejor posicionamiento y colocación sobre el terreno de juego y que en muchas ocasiones vieron cómo las internadas de sus laterales (Yuri y Carlos Martínez) dejaban vendidos en las transiciones y contragolpes gallegos a sus centrales (Iñigo Martínez y Raúl Navas).

De este modo, los de Eusebio deberán vigilar sus espaldas y medir los riesgos que una acción ofensiva de sus laterales podría generar en defensa.

Jugadas de estrategia

Otro de los factores que condenó al equipo de Eusebio en tierras gallegas fueron sus concesiones en jugadas de estrategia. De esa forma, directa o indirectamente llegaron el primer y cuarto gol del conjunto herculino.

El primero en un córner concedido tras una llegada a la espalda de Andone. Sacado en corto, Emre Colak giró y desde casi la línea de cal colocó un centro que ningún jugador de la Real Sociedad despejó y cayó muerto a los pies de un Sidnei sin marca que, tras realizar un recorte que eliminó a la zaga, anotó el primer gol del partido.

El cuarto gol llegó mediante un penalti que despejó Rulli pero cuyo lanzador, Babel, no desaprovechó el rechace para, a placer, llevar la pelota a la red. Sin embargo, si bien el penalti suele ser una suerte a cara o cruz, este fue concedido después de una mala defensa de un saque de esquina que acabó con pena máxima.

Para un total de ocho córners donde el Deportivo de la Coruña impuso su potencia y cuya ventaja la Real Sociedad debe solventar en esta segunda vuelta.

La figura: Florin Andone

Si un hombre marcó la diferencia en el encuentro de la primera vuelta fue sin duda el de Florin Andone. El joven delantero se convirtió en la pesadilla que atormentó la noche a la zaga realista. En su hoja de servicios quedaron para el recuerdo dos goles y una asistencia que rubricaron, en aquel entonces, una racha de cuatro choques viendo portería de forma consecutiva. Ante la Real Sociedad, el delantero rumano se encontraba en el mejor momento de forma de la temporada. A su idilio con el gol (con el que dos jornadas después se reencontró), le sumó su galanteo con las asistencias. Frente Real Sociedad y Real Madrid repartió una en cada choque. Un total de seis jornadas en las que Sidone gozó e hizo disfrutar a sus aficionados.

Ahora, una vuelta después, el atacante ha perdido cierta presencia en el once en las últimas jornadas, y no anota un tanto desde la jornada 25 cuando en el minuto 13 del encuentro adelantó a su equipo ante el Atlético de Madrid.

Sin embargo, estos últimos datos no deben hacer olvidar su actuación en Riazor donde se convirtió en un azote constante. Una de sus carreras a la espalda de la defensa ocasionó el córner que finalmente significó el 1-0  en el marcador. Casi idéntica cabalgada en el minuto 28 finalizó en un centró que despejó a propia puerta Iñigo Martínez y que supuso el 2-0. Haciendo una diagonal y colándose entre los centrales, Andone remató el centro que le puso Juanfran. El quinto, que cerró la goleada, también llevó el sello de Andone. Tras un despeje defectuoso de Yuri Berchiche, el delantero ganó la banda y la espalda a los centrales y perforó por el palo corto a un Rulli que no pudo hacer nada.

Una actuación estelar, la mejor del año hasta el momento, y que hizo que Andone estuviese presente de una manera u otra en cuatro de los cinco tantos de su equipo. Así pues, la Real Sociedad no puede perder de vista a aquel, que en Riazor comandó la victoria del Deportivo de la Coruña. Sin olvidar nombres como el de Emre Colak que también tuvo un papel destacado.