Enérgico comienzo de la Real ante el Granada. Los comandados por Eusebio Sacristán salieron a morder, y en los primeros compases del encuentro generaron mucho peligro por el costado izquierdo, liderado por un enchufado Mikel Oyarzabal. El extremo eibarrés tenía ganas de prolongar su racha goleadora, y eso se veía en su esfuerzo, en el sudor que dejaba sobre el verde. Pura ambición.

El rival también juega, por lo que los granadinos también hicieron de las suyas en ataque, y trataron de hacer suyo el partido, siendo los dueños del balón por algunos instantes. De tanto intentarlo y tras tanta insistencia, el cuadro nazarí, a punto estuvo de abrir la lata. Pero los donostiarras supieron contrarrestar las ofensivas del adversario, y una jugada más tarde, Yuri pudo ser el primer goleador del choque.

De manera paulatina, los donostiarras se acercaban con mayor peligro, y el malagueño Juanmi tuvo el gol en su testa. Instantes en los que no había un dominador claro del juego, los visitantes sondearon el gol de la mano del central Hongla. Llegó la calma y con ella las ocasiones favorables para los vascos. En el minuto 30, Joseba Zaldua colgó un centro algo pasado, con el que al menos provocó un saque de esquina. Quejas, quejas y más quejas, ante un posible penalti sobre Vela, pero el control y el buen juego se resistían.

El paso de los minutos le sentó de perlas al conjunto local, puesto que lograron llevar el partido levemente a su terreno. Los guipuzcoanos tenían sed de victoria, y eso se veía reflejado en las ganas de Oyarzabal, uno de los más activos en ataque. Al filo del descanso,  combinando ímpetu y control, llegó el tanto que abriría la lata del enfrentamiento, tras una bonita combinación en zona de interiores entre Xabi Prieto y el propio Oyarzabal, quien desde la línea de fondo asistió a Carlos Vela para adelantar a los txuri-urdin en el marcador.

Vela durante el encuentro. Foto: Real Sociedad
Vela durante el encuentro. Foto: Real Sociedad

Optimismo de cara a la segunda entrega

El partido se reanudó, pero la misma tónica continuó. La Real volvió al terreno de juego con la intención de mantener la buena dinámica del tramo final de la primera mitad, mientras que el cuadro comandado por Tony Adams se encerraba atrás. Uno de los mayores artífices del buen juego que los blanquiazules estaban exhibiendo era Asier Illarramendi, la piedra angular entorno a la que todo gira.

Pero a pesar de que los locales llevaran el peso del partido, a la contra, los visitantes sacaron sus armas y generaron bastante peligro desde ambas bandas. Volviendo con el conjunto vasco, Oyarzabal se estaba convirtiendo en el referente ofensivo, por el que pasaban los chances de agrandar el resultado. Por desgracia, como en toda buena historia, las adversidades llegarían, y al tratar de fútbol, llegó en forma de empate, gracias a un testarazo del ariete Adrián Ramos.

La Real, no obstante, no se vino abajo y el portador del dorsal número 18, Mikel Oyarzabal la tuvo, pudo poner por encima a su equipo en el marcador, pero el esférico se marchó fuera. Se vivieron momentos en los que el balón no tenía dueño, minutos que ninguno de los dos conjuntos supieron aprovechar.

Ante unos minutos nefastos, sin apenas ocasiones ni juego, llegó Sergio Canales para asistir a Juanmi con una excelente cuchara que lo dejó solo ante el portero y esta vez, no perdonó. Las ocasiones de los donostiarras no se quedaron ahí, y minutos más tarde llegaron por partida doble, con el mediapunta cántabro como protagonista. 

En un duelo de idas y venidas, con escaso control, la Real de Eusebio supo manejar el partido, y hundió por completo, a un Granada que tratará de volver a la máxima categoría del fútbol español el año que viene.