El Valladolid se jugaba la vida en Sevilla en la tarde del domingo y así salió del vestuario: con la única meta en su cabeza de conseguir una victoria que pudiera ser transcendental. Esa hambre de ganar con el que salieron los castellanos se vio recompensada con un gol en la primera jugada pero pronto la alegría se fue al fondo de su portería para convertirse en el empate a uno. El frenético inicio de partido respondía a las imprecisiones de ambos conjuntos en tareas defensivas

Mientras que Guerra ponía el 0-1 con un cabezazo inapelable en el segundo palo tras un centro de Jeffren nada más comenzar el encuentro, entre Peña y Bryan Rodríguez se encargaban de devolver el equilibrio al marcador del Benito Villamarín. El Valladolid se quedaba traspuesto después de ver más cerca el sueño de la permanencia gracias a un inicio fulgurante. Antes del empate ya había avisado el conjunto de Calderón tras un disparo de Molina al palo y una falta de Salva Sevilla que salvó Jaime.

Después de los dos goles rápidos el partido entró en lo que ya anunciaba desde el comienzo: un descontrol digno de un partido en el que un equipo se jugaba la dignidad ante su público y el otro las esperanzas de seguir un año más en la Liga BBVA.

Mientras el Betis dominaba el esférico con más coherencia el Valladolid se replegaba para intentar robar en zonas altas y crear peligro como pasó con un flojo tiro de Jeffren que, tras superar a Adán, cortó Juan Carlos antes de que pudiera cruzar la línea de gol. La velocidad de Larsson y Bergdich y los apoyos de Javi Guerra eran las bazas que hasta el momento jugaba el Valladolid.

En defensa era donde los castellanos se mostraban menos concentrados y, por lo tanto, acertados. Los centros al área con destino Bryan Rodríguez creaban mucho peligro a una zaga que no acababa de ordenarse. Así el Betis amagó con ponerse por delante gracias a un cabezazo del uruguayo que el linier anuló por un dudoso fuera de juego. El ariete era el elemento que más alteraba la tranquilidad relativa del Valladolid.

La construcción del juego en el equipo de Juan Ignacio Martínez se mostraba deficiente y basaba sus posibilidades a jugadas rápidas de sus hombres más avanzados. El partido se convirtió en un correcalles gracias a los continuos fallos en los pases y a los errores en defensa. El equipo albivioleta -hoy con la segunda equipación- dispuso de varias oportunidades para volver a ponerse por delante pero Adán y la poca puntería de los delanteros hizo que eso no ocurriera. El gol podía llegar para cualquiera de los dos conjuntos; el que estuviera más acertado conseguiría adelantarse en el marcador pero la primera parte terminó sin más goles.

Sigue el descontrol

El Valladolid debía dar un paso adelante en la segunda parte puesto que era el que más intereses se jugaba en este partido. Pero a imagen y semejanza de lo que pasara en los primeros cuarenta y cinco minutos la locura siguió reinando sobre el césped del Villamarín.

Tres goles en cinco minutos lo atestiguaban. El equipo de Juan Ignacio Martínez se adelantó por segunda vez gracias a un cabezazo de Peña en el segundo palo después de la prolongación de Valiente. Pero a imagen y semejanza de lo que pasara en la primera mitad la alegría le duró poco. Así a los dos minutos del 1-2 Molina volvía a restablecer la igualdad. La zaga de los del Pisuerga mostraba una vez más su debilidad en las marcas en una jugada en la que el '19' verdiblanco arrasaba con todo desde la segunda línea para cabecear el empate desde el área pequeña de Jaime.

Dentro de ese bucle de juego demente y sin control todo podía pasar, esa era la esperanza a la que se agarró el Valladolid. Se aferró a ella de tal manera que en la jugada siguiente al empate local Larsson cayó derribado por Adán dentro del área. Un pase de Jeffren a la espalda de la defensa dejó solo al sueco, que se escoró para buscar portería y se encontró con el cuerpo del portero bético. Javi Guerra fue el encargado de hacer valer la pena máxima con un lanzamiento preciso a la cepa del poste izquierdo de Adán.

Tras esa vibrante reanudación del partido Juan Ignacio Martínez quiso tranquilizarlo con un cambio de sistema que ordenara a su conjunto. Dio entrada a Rueda y a Osorio y situó a Valiente para formar trivote en la medular junto a Rossi y Álvaro Rubio. Mientras que Osorio se situaría como delantero junto a Javi Guerra. El efecto que buscaba el míster alicantino con esos cambios se vio durante pocos minutos en el terreno de juego, ya que el Betis también se guardó cartas importantes desde el banquillo. La entrada de Cedric y Juanfran dio alas y aire a un equipo local que no tenía nada que ganar, pero tampoco que perder.

El Valladolid pareció dominar más el encuentro tras la tercera vez que se ponía por delante en el marcador pero a falta de quince minutos para el final eso cambió. Rubén Castro remataba en semivolea un centro medido de Juanfran al punto de penalti. A pesar de la entrada de reforzar la retaguardia el Valladolid volvía a encajar otro gol por un despiste en la marca, esta vez nadie siguió a Rubén Castro cuando se descolgó para rematar.

Después del gol el Valladolid gozó de varias oportunidades para hacer el cuarto. Guerra tras una galopada y un suave remata que se escapa por poco u Osorio por partida doble ante a Adán, pero el colombiano no acertó en ninguno de sus remates sin oposición. A pesar de que las ocasiones las ponía el conjunto visitante el control del juego correspondía más al domino del Betis, que con un Cedric muy veloz e incisivo puso en apuros a la defensa castellana.

Final con tragedia pucelana

Se entró en una fase en la que parecía que quien se estaba jugando la vida era el Betis y no el Valladolid, como en realidad ocurría. Los de Calderón llegaban con más aire y más jugadores en zonas de remate de lo que lo hacía el Valladolid. La línea de tres centrocampistas que puso Martínez no lograba contener la distribución encargada a Salva Sevilla.

Hasta que se cumplió el tiempo reglamentario todo hacía indicar que la locura vivida en Sevilla terminaría en tablas pero el guion guardaba una sorpresa macabra para el Real Valladolid. Como si de una película se tratase, el final de esta es de los que te dejan noqueados durante un buen tiempo después de abandonar la sala de cine.

En una falta lejana, en zona intermedia entre el área y la divisoria del terreno de juego, Juanfran consiguió sorprender, con un tremendo disparo colocado pero potente, a un descolocado Jaime que volvía a revivir sus fantasmas de temporadas pasadas. El irregular partido del conjunto de Juan Ignacio Martínez se convirtió en una pesadilla final después de lograr adelantarse en el marcador por partida triple.

El 4 a 3 final deja al Valladolid al borde del abismo y sin depender de sí mismo. Un giro macabro del destino, la poca intensidad en lo que era el partido más importante de la temporada o el arrojo de un Betis en bronca con su afición fueron las causas del descalabro vallisoletano en el Benito Villamarín.

En la última jornada el Valladolid tendrá que jugarse la vida, ante un Granada que tiene dos puntos más que él, y esperar a que Almería o Getafe pierdan sus encuentros contra el Athletic y el Rayo, respectivamente, o que el Osasuna no gane al Betis en Pamplona. Una situación que deja al Valladolid con pie y medio en la Segunda División. Se espera semana tensa en la capital vallisoletana y una jornada trigésimo octava con los nervios a flor de piel.

Fotos: Julio Muñoz | EFE.

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Sobre el autor
Sergio Soto
Dando los últimos pasos en la licenciatura de Periodismo. Música y cine son mi brújula y alimento diario. Blanco y violeta son mis colores. Pienso, luego insisto.